Cancún.- Las zona norponiente de esta ciudad, justo aquella con mayor incidencia de COVID-19, también corre riesgo de transformarse en el centro de una epidemia de dengue, situación que pondría en aprietos al sector salud y su capacidad de atención en cuidados intensivos.
Lo anterior lo advirtió el doctor Tomás Contreras Castillo, responsable de información epidemiológica del Gobierno del Estado, quien realizó una exposición sobre la amenaza del dengue ante funcionarios del Ayuntamiento de Benito Juárez.
Aceptó que actualmente el COVID-19 “consume” la vida de quienes trabajan en el salud, pero no debe perderse de vista a las enfermedades de vector, pues 2020 es un año epidemiológico de dengue, de acuerdo a los pronósticos por los ciclos de esta enfermedad.
Recordó que además del zika y chikungunya, en Quintana Roo se tienen las cuatro cepas de dengue, lo que hace “muy riesgosa” la proliferación de moscos, ya que al cruzarse los virus en un paciente, éste cae gravemente enfermo y requerirá cuidados intensivos, ahora enfocados al COVID.
Además, a causa de esta pandemia, se tuvo que suspender o limitar las acciones de monitoreo, que implica la colocación de ovitrampas, al surgir casos de COVID entre trabajadores de vectores. Esto significa que se trabaja con información insuficiente sobre la proliferación del mosquito.
“Sabemos que es mucha, porque gente cae enferma y porque ciudadanos solicitan fumigación pues los están picando”, comentó.
Se tenían dos focos en “amarillo” de dengue, uno cerca de El Crucero, limitado, que ya se controló, y otro más amplio en el norponiente de la ciudad, en lugares como Villas Otoch Paraíso, la Región 248 o Haciendas del Caribe, en donde también hay una mayor incidencia de COVID-19; es este último el más difícil de controlar y donde mayor riesgo se vive.
Sin embargo, aclaró, este problema es completamente prevenible, aunque para ello se necesitan políticas públicas claras.
PROBLEMA DE DESARROLLO
El experto señaló que, en este rubro, se puede pensar que hay “dos Cancunes”; uno más antiguo, con población más estable y con cultura de prevención; y un segundo de desarrollos más nuevos, población más reciente y donde además, hay mayor densidad poblacional.
Allí es donde deben enfocarse las instancias de gobierno, pero no solo Salud, pues el dengue es un problema de desarrollo comunitario, aseveró, ya que su prevención pasa por buenas prácticas en cuanto a eliminación de cacharros, basura y por el buen almacenamiento de agua.
“El dengue se traduce como un fracaso en las políticas públicas en la recolecta de basura y almacenamiento de agua”, sentenció.
Debe revisarse cuántas casas todavía guardan agua en tinacos de asbestos, que no cierran bien y son nidos de moscos; también eficientar la recolecta de residuos e impedir el surgimiento de basureros clandestinos, mismos que han surgido principalmente en el norponiente de la ciudad.
“Nos piden que vayamos a fumigar con permentina; eso sirve para controla el mosquito adulto, pero la larva sigue ahí y en 72 horas ya hay nuevos mosquitos. Es caro y su efecto es muy efímero”, explicó.
Por ello, es más efectivo trabajar en la prevención, eliminando focos de basura, involucrando a la propia ciudadanía, a que cuide su entorno.
Las llanteras también deberán ser reguladas, pues son una enorme parte del problema.
“Esto es urgente, antes de que se agrave el problema”, mencionó el funcionario estatal.
Reiteró que apostar solo por el servicio médico es fantasioso, pues la solución a fuerzas pasa por lo social y por ende por lo político.