El poder y el dinero van de la mano. Las complicidades constituyen el engranaje que mantiene a la maquinaria funcionando. Así vemos a la familia Ramos operando todo lo relacionado al servicio de transporte público. Lo que ellos ordenan eso se hace. Si van los taxitas a protestar al Congreso, Emiliano Ramos se saca de la manga una iniciativa para criminalizar a Uber, y todos tan contentos. Ni el PRI se atrevió a forftalecer de esa manera al monopolio. ¿Y la ciudadanía? Bien, gracias.
Todo se resuelve conforme a las presiones coyunturales y se dejan para después las soluciones de mediano y largo plazo. Los discursos y los boletines de prensa repiten lo mismo hasta el cansancio. Pero los políticos van por un lado y la realidad por otro. Como siempre sucede. ¿Y la justicia? ¿Y los responsables del saqueo? Riéndose y disfrutando de sus fortunas. Y mientras, un espíritu de desaliento se apodera de mucha gente que creyó y luchó por el cambio.
Los economistas, que suponemos que si saben de lo que habla, aseguran que debemos prepararnos para un choque severo en la economía. Que la crisis apenas comienza y que sus imprevisibles sus efectos.
Las palabras son utilizadas a veces para enmascarar la realidad. Pero en esta ocasión sirven para exclamar: pongan píes en polvorosa los que puedan porque viene un choque severo y habrá millones de damnificados.
Este país tan saqueado a más no poder está en la picota, inerme, indefenso, en manos de sus enemigos.
Porque en las esferas del poder están los enemigos de nuestro país. Los que lo están acabando, los que lo han dejado exhausto; los que son cómplices de un brutal despojo; los que se han encaramado para despacharse con la cuchara grande; los que recurren a los asesinatos selectivos y encarcelan a los que les estorban.
La impunidad es apabullante. Arturo Montiel nunca fue ni será investigado; Humberto Moreira tampoco fue investigado, es más la Embajada de nuestro país cabildeó su liberación cuando fue acusado en los tribunales españoles de lavado de dinero y delincuencia organizada. Javier Duarte seguirá prófugo.
Por cierto, Humberto Moreira es un personaje siniestro que tuvo a su lado a un personaje no menos siniestro, un general de apellido Villa al que luego envío a Quintana Roo a hacer desmanes.
Y mientras tanto, todo se convierte en una cortina de humo. Y el imperio de la impunidad ofende a la ciudadanía. Pero así es el poder y el dinero.
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