Delia Alvarado es la única líder de burócratas municipales que ha logrado ligar varias administraciones municipales al frente del sindicato de trabajadores del ayuntamiento Benito Juárez.
Secretaria, primero, y luego por escalafón subdirectora de la estación de radio permisionada al gobierno municipal, Delia escaló posiciones hasta convertirse en la líder de los trabajadores de la comuna durante la administración de Magaly Achach Solís (1999-2002.
Desde entonces, ha logrado surfear las aguas sindicales y entenderse con los siguientes cinco alcaldes que le siguieron a la líder del Frente Único de Colonos: Juan Ignacio García Zalvidea, Francisco Alor Quesada, Gregorio Sánchez Martínez y el saliente Julián Ricalde Magaña, especialmente con estos últimos dos.
Para eternizarse en el cargo, modificó los estatutos para que pueda reelegirse las veces que quiera y para evitar que cualquiera de sus subalternos se fortalezca y represente para ella una amenaza, cambia constantemente a los integrantes de su comité ejecutivo. No hay oposición, porque cualquiera que lo fomente es expulsado del sindicato y, por lo tanto, pierde el empleo.
Mantiene un esquema estricto de premios y castigos, al mismo tiempo que se vende ante los presidentes municipales como la única que puede garantizarles un control efectivo de la planta laboral. Y hasta ahora la han comprado, pero a un costo muy alto, uno que ya pone en riesgo la viabilidad financiera del Ayuntamiento.
Pacta plazas de sindicalizados con los alcaldes en turno. Las ofrece para que los munícipes “sindicalicen” a los amigos y ella pueda obtener a cambio posiciones para lo mismo. Algunos presidentes municipales cayeron en el juego, otros no, pero Delia siempre ha obtenido beneficios para ella, en lo personal y sus afiliados, en detrimento del interés general.
Los burócratas municipales sindicalizados no solo tienen su sueldo y las prestaciones de ley, sino que incluso cuentan con premios por antigüedad, derecho a “días económicos” y muchas consideraciones más. Hay empleados que por todo ello, pueden irse de vacaciones hasta mes y medio y eso habla de que los índices de productividad en las oficinas municipales son muy bajos.
Los burócratas municipales se jubilan con el 100% de su sueldo, más la pensión del instituto de seguridad social en el que están inscritos.
Todas esas prestaciones presionan las finanzas municipales y la bomba estallará cuando esté jubilada prácticamente la mitad de los 2,800 sindicalizados, pues no hay que olvidar que aún están activos muchos de quienes entraron a trabajar a principios de los 80 y que García Zalvidea contrató a cientos de personas de la tercera edad, a quienes sindicalizó con el visto bueno de la líder sindical.
Si no se le amarran las manos a Delia y se toman las medidas preventivas correspondientes, en el último año de su gobierno Paul Carrillo se enfrentará al dilema de pagar a los jubilados o a los policías, tendrá que escoger entre las pensiones y el alumbrado público.
¿Llegó la hora del retiro para Delia Alvarado? ¿Hará mudanza hacia la zona agropecuaria, donde la espera una enorme residencia de campo y tierras que ha fraccionado ilegalmente para su venta?
Veremos.