La narrativa presidencial en el ámbito electoral tiene como slogan abaratar las elecciones vía la conformación de órganos electorales únicos en las materias administrativa y jurisdiccional, la eliminación de 200 diputados y el financiamiento público ordinario de los partidos políticos, entre otros rubros. Estos se plasmaron en una iniciativa que propició un “parlamento abierto”, que, de inmediato, generó la contrapropuesta de un “parlamento alterno” de los partidos de oposición.
En este debate que, evidentemente, no condujo a puntos de convergencia sobre temas relevantes a discutir ni a consensos, es fundamental reflexionar multidisciplinariamente sobre el camino a seguir en lo inmediato en materia electoral. Hay que fomentar un debate nacional. Tal es el principal objetivo de este trabajo.
Al respecto, es necesario que organizaciones de la sociedad civil, periodistas, especialistas, académicos, operadores jurídicos, consultores en la materia, personas con experiencia en campañas electorales e interesados, elaboremos una agenda ciudadana a corto, mediano y largo plazos. No todas las personas interesadas en la materia electoral son “intelectuales orgánicos del poder” o “neoliberales integrantes de la mafia del poder”, como los tilda el presidente Andrés Manuel López Obrador, ni todos son pro-morenistas, demagogos, como los señalan los hasta hoy aliancistas de “Va por México”. Hay que consensar un grupo de trabajo que integre la agenda en materia electoral y que se cimente en diagnósticos, puntos a tratar y calendarización de los pasos a seguir.
Es claro que sin el impulso presidencial la propuesta de aprovechar la coyuntura histórica en que nos encontramos se irá, como se dice, a la borda, como muchas oportunidades de este calibre lo han hecho. Uno de los ejemplos más claros fue la transición democrática en el 2000, en donde era factible hacer una reforma del Estado que nunca llegó.
Este texto forma parte de la serie denominada el Frankenstein electoral, que se desarrollará en varias entregas y que se encauza en cuatro premisas:
– Lo electoral es un componente del sistema político. Aunque no puede frenar los graves problemas estructurales que padecemos sí aparece como factor a considerar en todos ellos: la pobreza extrema en que vive y se desarrollan la mayoría de los mexicanos se ha convertido en caldo de cultivo para la compra y coacción del voto o creación de programas sociales que ayuden a personalizar en candidaturas ese tipo de apoyo; la presencia del crimen organizado en muchas regiones del país está cooptando instancias de gobierno, generando el rompimiento del tejido social y una violencia generalizada, que en lo electoral ocasiona violencia velada y física en contra de aspirantes y candidatos, periodistas, representantes de organizaciones de la sociedad civil, entre otros, influyendo de manera directa e indirecta en procesos
– Deben revisarse las leyes y procedimientos electorales para que sean más congruentes y entendibles para la ciudadanía, para darle rostro al Frankenstein electoral que se ha creado. La lógica de que quien tiene el poder quiere conservarlo a toda costa, sigue aplicándose en nuestro país. En términos generales, no se ha instalado una civilidad política entre adversarios políticos; tampoco el necesario y cívico reconocimiento de los resultados electorales; ni el respeto y cumplimiento genuino del marco jurídico aplicable en materia Hay que impulsar un programa nacional de construcción de ciudadanía.
Esta claridad debe de ir aparejada de la oportuna y eficaz aplicación y cumplimiento de normatividad en la materia, que pareciera estar rebasada en algunos temas. Por ejemplo, el activo proselitismo político electoral que vienen llevando a cabo las llamadas “corcholatas presidenciales” requiere de un oportuno y eficaz seguimiento por la clara violación a las reglas electorales. En este caso, el TEPJF ha establecido precedentes sobre la indebida y sistemática asistencia y participación de las corcholatas en eventos políticos y que vulneran la equidad en la contienda. Todo apunta a que el INE, de nueva cuenta, deberá emitir lineamientos de “cancha pareja” para los próximos comicios, lo que sin duda le generará un nuevo desgaste y diferencias con los partidos. Por ello, es urgente procesar la ley reglamentaria del Artículo 134 de la Constitución federal y procedimientos que se deriven.
– En lo inmediato no es viable desaparecer al INE ni transformarlo en un órgano único en la materia, sino más bien blindarlo de todos los embates que van más allá de la organización de las elecciones, mismas que hasta el momento no han presentado problemas en su realización. Al respecto, se deben fortalecer sus labores de fiscalización, siendo indispensable estudiar la factibilidad de que la Unidad de Fiscalización se convierta en una instancia autónoma y que las medidas cautelares de los procedimientos especiales sancionadores las emita el
Un aspecto central, es el tema de los fraudes electorales que tienen ahora otros ropajes y máscaras: ya no tienen el rostro del burdo robo de paquetes electorales, de hacer que los “difuntos” voten o de la “caída” del sistema. El fraude electoral tiene ahora otras caras como la inyección de recursos de origen y montos desconocidos en las redes sociales para la promoción anticipada de aspirantes a cargos de representación popular; el apoyo velado de influencers; las listas de “promocionados”, a los cuales se les dan dádivas y todo tipo de utilitarios y apoyos en especie, para que formen parte del “activismo” del aspirante y/o candidato durante todas las etapas del proceso electoral, incluido el día de la jornada; la aparición de “casas amigas” donde durante la jornada se entregan apoyos en efectivo a personas que votaron por un candidato, y tienen prueba de ello, como la foto de su sufragio, entre otros. Este es un inmenso caudal de recursos que escapan a los actuales radares de la fiscalización.
Es necesario reconocer y estudiar a fondo el problema de la compra y coacción del voto y enfrentarlo a través de las instituciones que ya existen, como las fiscalías especializadas para la atención de delitos electorales, y que hasta ahora han tenido un papel secundario o simplemente han estado ausentes. Esta es una cuestión sumamente compleja porque hablamos de recursos que pueden presuntamente provenir del crimen organizado, de recursos públicos desviados, o de activismo financiado por empresarios que le apuestan a la política para después cobrar favores. Todo ello está más allá de la organización y logística de las elecciones, por eso hay que sumar esfuerzos para realmente blindar las elecciones de todos los embates que están más allá de su organización.
– Hay que abrir un debate nacional serio en materia electoral donde se posibilite una amplia participación. En el escenario nacional y en la agenda legislativa están apareciendo temas que cobran una rápida urgencia. No permitamos que la agenda ciudadana en materia electoral se diluya por el paso del Ante la realización y conclusión de los parlamentos antes mencionados, debemos encontrar un punto intermedio para debatir en serio sobre la necesaria conformación de una agenda electoral en lo inmediato.
¿Cómo avanzar en este camino que parece minado?
Los ciudadanos de a pie, entre los que me incluyo, otra vez somos espectadores. De ahí la propuesta de participar y generar una agenda ciudadana en materia electoral, para entrar en serio al análisis de cómo frenar ese continuo “darle la vuelta” por parte de políticos para evadir restricciones y reglas. Hay que buscar una forma de ciudadanizar ese Frankenstein electoral, inexplicable para la mayoría de los mexicanos. En el debate nacional sobre la materia, es fundamental que participemos los especialistas, expertos de los partidos políticos, ex coordinadores de campañas electorales, técnicos en rubros como auditoría gubernamental, personas expertas en marketing electoral, en redes sociales, entre otros. Combinar experiencia en campo y académica. Arrastrar el lápiz va a permitir elaborar diagnósticos y propuestas de acciones a seguir que se contemplen en la agenda de lo inmediato.
La coyuntura histórica en que nos encontramos es inigualable: la aprobación presidencial, desde su toma de posesión a la fecha, se mantiene en un nivel altísimo. Es indudable que el presidente, con miles de mexicanos, propugnó por desterrar el régimen autoritario que caracterizó a nuestro país en el periodo de sistema de partido hegemónico. De acuerdo a su narrativa, la democracia a la que hemos arribado es inconclusa, por ende, es fundamental un nuevo paradigma electoral. El problema es que no hay diagnósticos ni un calendario para determinar el camino a seguir.
Por eso, si el presidente quiere pasar a la historia como propulsor de la transformación de nuestro país, tomémosle la palabra. Diseñemos y presentemos una agenda electoral a corto, mediano y largo plazos. Aprovechemos la coyuntura y seamos ciudadanos virtuosos, de eso se trata la democracia sustantiva a la que aspiramos.
Participemos, pues.
[1] Esta Introducción forma parte de un trabajo denominado el Frankenstein electoral, mediante el cual se pretende evidenciar la barroca y abigarrada serie de normas, criterios, procedimientos, que le dan forma a los sistemas de partidos y electoral, sobre los cuales transitan los actores del sistema político como lo son los partidos, dirigentes, candidatos, aspirantes a cargos de representación popular, entre otros. El Laboratorio Electoral irá presentando estos textos en forma sintética.
El análisis y las conclusiones vertidas en este texto, así como su investigación y soporte teórico, son responsabilidad de la o el autor. El Microscopio Electoral del Laboratorio Electoral sirvió exclusivamente como plataforma de difusión.
*Jorge Manriquez Centeno es especialista en materia electoral. Exconsejero presidente del Instituto Electoral de Quintana Roo (2009 a 2015) y ex director de Partidos Políticos del mismo Instituto (2003 a abril de 2009).