El reciente anuncio de los primeros seis integrantes del gabinete de la presidenta electa Claudia Sheinbaum marca un cambio significativo en la forma de hacer política en México.
Y en términos generales, sus primeros nombramientos han sido tomados de manera positiva hasta por lo que queda de la oposición.
A diferencia de su mentor, el aún presidente Andrés Manuel López Obrador, quien priorizó la lealtad sobre la experiencia, Claudia Sheinbaum parece estar apostando por un equipo de expertos y especialistas en sus respectivos campos.
Los nombramientos de Rosaura Ruiz en Ciencia, Alicia Bárcena en Medio Ambiente, y Marcelo Ebrard en Economía, entre otros, envían un mensaje claro: la nueva administración valora el conocimiento técnico y la experiencia.
Este enfoque representa un alejamiento del famoso “90% lealtad, 10% capacidad” que caracterizó al gobierno saliente.
Particularmente notable es la designación de Rosaura Ruiz en la Secretaría de Ciencia, un gesto conciliador hacia la comunidad científica, que había sido blanco de críticas y hasta amenazas de encarcelamiento durante el sexenio que termina.
La inclusión de figuras reconocidas por su competencia y especialización en sus respectivos campos indica un giro hacia una gestión más técnica y menos ideológica.
Es notable el nombramiento de Rosaura Ruiz como futura secretaria de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación. Este es un claro guiño a la comunidad científica, que durante la administración de López Obrador se sintió marginada e incluso amenazada. Rosaura Ruiz, amiga y colega científica de Claudia Sheinbaum, simboliza una reconciliación con este sector vital.
Asimismo, la designación de Alicia Bárcena, actual canciller, como secretaria de Medio Ambiente, no solo resalta la apuesta por las energías limpias, desdeñadas por López Obrador, sino también busca tender puentes con los ambientalistas, anteriormente desacreditados por sus críticas a proyectos como el Tren Maya.
En una declaración posterior a su nombramiento, la propia Alicia Bárcena dijo que entre sus prioridades estará buscar un acercamiento con los grupos de ambientalistas, para trazar un esquema de trabajo en cooperación.
El nombramiento de Marcelo Ebrard, con quien Claudia Sheinbaum tuvo una dura contienda interna por la candidatura presidencial, como secretario de Economía, demuestra madurez política y un reconocimiento de la importancia de unir fuerzas ante los desafíos que enfrenta el país, especialmente en el ámbito económico y en las relaciones con Estados Unidos.
Esto, combinado con la designación de Juan Ramón de la Fuente como canciller, refleja una estrategia de relaciones exteriores robusta, especialmente relevante ante la posible vuelta de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos.
Sin embargo, aún falta ver quiénes serán los responsables de las políticas internas, como Gobernación y Seguridad Pública. Estos nombramientos serán cruciales para evaluar si el gabinete de Sheinbaum continuará con la misma línea de profesionalismo y especialización.
Además, será fundamental observar si estos secretarios tendrán la libertad de nombrar a sus propios equipos, incluyendo a los subsecretarios, ya que, en muchas administraciones, estos últimos son los verdaderos operadores de las dependencias.
El futuro gabinete presidencial debe demostrar que la administración de Claudia Sheinbaum estará realmente comprometida con la eficiencia, la competencia y la reconstrucción de relaciones con sectores clave, dejando atrás las prácticas que han perjudicado la gobernabilidad y polarizado al país.
Desde luego no se espera un rompimiento entre la presidenta Claudia Sheinbaum y López Obrador, como aquella que hubo entre Zedillo y Salinas, que fue catastrófico para el país, pero será una bocanada de aire fresco el que la primera mujer en gobernar México tenga un talante incluyente y que sepa escuchar y tomar en cuenta a las voces discordantes.
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