Tener el gobierno no es necesariamente tener todo el poder. Se tiene, en todo caso, una parte del poder. Y así debe ser en una democracia donde se respete la división de poderes. Pero, en Quintana Roo, resulta que el titular de uno de esos poderes, el Judicial, representa intereses facciosos, contrarios a la transparencia y a la rendición de cuentas. Lo que es peor, está donde está para defender la impunidad de los que saquearon al estado.
Urge una nueva reconfiguración del Poder Judicial, que se ha logrado a medias. Sólo a medias. Hasta ahora, en su actual configuración, es un coto de poder de los que perdieron el cinco de junio del año pasado pero que no se han ido del todo.
Otro coto de poder que no se ha logrado desmantelar es la Auditoría Superior del estado, donde a finales del sexenio pasado se impuso a Javier Zetina González para proteger intereses espurios. Los diputados de la actual legislatura pretender reponer el proceso mediante el cual se eligió a Zetina González, pero no será fácil. El Auditor se aferra a su puesto como gato boca arriba. Son muchos y muy poderosos los intereses que tiene que defender. Por ejemplo, se ha dedicado a limpiar las cuentas públicas de los Ayuntamientos del PRI de los últimos tres años, a pesar de que tienen serias, terribles irregularidades. Precisamente es el los municipios de Benito Juárez, Solidaridad, Cozumel, Tulum y Othón P. Blanco, donde los artífices del saqueo se despacharon con la cuchara grande.
El cambio o destitución del Auditor Superior es una tarea urgente para la transparencia y la rendición de cuentas. Es urgente para saber que pasó. De cuantos fue, en números reales, el boquete a las finanzas estatales.
Tampoco se sabe, a ciencia cierta, si la Federación tiene la voluntad política de contribuir a aportar los elementos necesarios para esclarecer el destino de miles de millones de pesos de recursos y fondos federales que no aparecen.
Los diputados de la actual legislatura tienen que buscar la debida asesoría jurídica para no fallar en su intento de relevar o destituir al actual auditor superior, que es un enclave del manto de impunidad que se pretendió construir a finales del sexenio pasado. En cuanto al Poder Judicial, la cuenta está pendiente.
Hay un nuevo aire en la vida política del estado, es verdad. Pero hace falta desmantelar la maquinaria del saqueo que se edificó el sexenio pasado. El tiempo corre.
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