Desde luego debe haber misterios más hondos, arcanos ante los que la ciencia se declare impotente, pero éste, si bien de menor hondura, no deja de ser enigma. ¿Se trata acaso de por qué don Peña Nieto impuso al sandio de don Enrique Ochoa Reza en el PRI? No, que esas son amaños de un partido en franco proceso de suicidio, y que los de la pandilla roja “allá se lo haigan”, cual se dice en los pueblos donde aún se utilizan arcaísmos.
¿Se trata, entonces, de dónde quedaron los mil 55 millones de pesos entregados como contraprestación al gobierno estatal por Aguakán por la concesión de usufructuar hasta el 2053 las redes de agua potable de Isla Mujeres, Cancún, Puerto Morelos y de Playa del Carmen…? Tal misterio no amerita siquiera este párrafo, pues un mediano arqueo al tesoro estatal develaría el paradero del dinero; vamos, ese no es siquiera un che acertijo.
De seguro inquirirá el lector ¿Cuál es, por fin, el fabuloso misterio…? Pues que Teseo, que se encuentra en Chetumal, fue sorprendido en la avenida Héroes entonando “Por las calles de México”, éxito de la Internacional Sonora Santanera de 1951 nacido de la inspiración del célebre Homero Aguilar Cabrera, autor también de las piezas “Ya te conocí” y “El ladrón”, la que lanzara a la fama a Sonia López, ‘la chamaca de oro’.
Si no se llamó a la policía fue porque, como es sabido, en la ciudad capital sobran los orates, y los transeúntes pensaron que se trataba de uno más. Con todo, fue raro oír al mucamo de El Minotauro canturrear por la calle Efraín Aguilar: “Camino por Narvarte, Polanco y Coyoacán/ mi anhelo de encontrarte me lleva al Pedregal/ Te busco por Guerrero La villa y Tizapán/ por la Colonia Obrera y no te puedo hallar…”
Bueno fue, empero, que no le sorprendieran por la noche cantando “Perfume de gardenia”, porque acaba en la cárcel por ebriedad en vía pública. De muy poco hubiérale valido enfatizar la belleza del bolero del boricua Rafael Hernández (1935) pues la policía no se distingue por su cultura musical. Más todavía si tuviese que explicar cuál es la aludida Virgen de Citeres y cuál la de Cibeles, que suenan parecido pero no son iguales.
“Tu cuerpo es copia de Venus de Citeres/ que envidian las mujeres cuando te ven pasar/ y llevas en tu alma la virginal pureza, por eso es tu belleza de un místico candor”, dice la letra refiriéndose a la pequeña isla Citeres o de Cytherea en el mar Jónico, donde el mito dice que de la espuma nació Afrodita, la diosa de la belleza, el amor y el sexo. Se pide no hacer caso de las versiones católicas, pues a la pobre hasta calzón le ponen.
El caso es que el sirviente del Señor del Egeo se halla en la capital de Quintana Roo y no se sabe bien a bien por qué, si lo último que de él se supo es que iba a Cancún para visitar a don Georges Polancópulos, el amigo de su amo. Ariadna dice que se fue por tierra por idiota, si se podía ir por avión, en lo que coincide Marilyn Calipigia, quien por extraño que parezca lleva semanas sin incordiar a su colega femenina.
Bien pudiera decirse que la conducta de la cubana llamó la atención del Gran Astado, pero ello sería mentir. Como el Héroe está entretenido leyendo los tomos de Ciudad fantasma, relatos fantásticos de la Ciudad de México XIX-XXI -Ed. Almadía-, la sana armonía entre sus amantes le importa un bledo. Esto, más que desdén para con ellas, es claro respeto para los autores de la antología Bernardo Esquinca y Vicente Quirarte.
Ya en temas literarios, el 1 de agosto se tendrá al ganador del II Premio Internacional Caribe-Isla Mujeres de Poesía 2016, así como las menciones de honor. Participan poetas de Puerto Rico, Venezuela, Cuba, Colombia, Trinidad y Tobago, Florida y, desde luego, México. La convocatoria la lanzó el alcalde Agapito Magaña con apoyo del todavía vigente Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, en especial de Ximena Molina.
Pero divagamos. El misterio estriba en cómo fue que Teseo supo, uno, de la existencia misma de la Internacional Sonora Santanera y, dos, de una tonadilla tan propia de la Ciudad de México. “Todo México me ha visto /calle arriba y calle abajo / por doquiera te he buscado / en mi desesperación” y que, se asegura, era una favorita de Carlos Colorado, el fundador de la hoy sesentona orquesta tropical.
Para desvelar el misterio, habría que volver a la llegada del cretense a la capital azteca, donde tenía el encargo de hallar un hospedaje digno del Héroe, quien meses atrás deseara visitar la ‘Ciudad de los Palacios’. ¿Por qué nunca se realizó el plan? Ah, porque como se recordará, el que hubiera sido un visitante más ilustre que Alexander Von Humboldt decidió a última hora no viajar a un país “tan lleno de criminales y de imbéciles”.
La opinión del naturalista y explorador alemán que visitara México en 1804, no coincide con la del Héroe porque a la sazón no existía el PRI, partido culpable en gran medida de la ruina nacional. Claro que había pillos, pero el bandidaje no se había convertido en gobierno y menos aún en política de Estado. “Ay, qué tiempos aquellos señores don Simón”, dijera Mapy Cortés a Joaquín Pardavé, en la película (1941) del mismo nombre.
Véase si no: los escenarios políticos del estado y del país se han convertido en un real circo de varias pistas con acróbatas reos de millonarios fraudes, legisladores que hacen y deshacen leyes, asegún se les pida el domador y hasta un presidente lloroso que anda pidiendo perdón al tiempo que da a conocer medidas anticorrupción que le resultan suicidas… Cual se dijo, hay un escenario político de vodevil.
Por demás rara resultó la disculpa presidencial, bien cabe decirse, pues no se excusó por la posesión de la ‘casa blanca’, la disque ganada con esfuerzo por su sufrida consorte, sino por haber generado una percepción errónea en la dilatada chusma mexicana, aquella ignorante masa que no sabe de las sutilezas de la economía y se la pasa cubriéndole de toscos improperios y muchas veces hasta obscenos. Burda que es la “prole”.
Supone que el gesto le ha de redundar en crédito popular, además de muchos votos para su partido en el proceso electoral del 2018, pero el tal Sistema Nacional Contra la Corrupción es cabal comedia. Quizá apresen a uno que otro gobernador de los que están en capilla, y acaso hasta los tres, pero ello no bastará para reconstruir su imagen pública. Debe reconocérsele su tesón en desmantelar la investidura presidencial.
El país se nos desmorona en las manos y, en el estadio de lo local, Quintana Roo está en mitad de gravísima crisis moral y financiera, por lo que pese a que las pistas sean de circo, la risa se antoja difícil. No se trata de percepciones equívocas, si no de la realidad que presenta un país convulso al que las disculpas, así fueran honestas, no le sirven de nada. El mea culpa resulta satisfactorio sólo en el eclesial confesionario.
Razones sobran para entender la negativa del Gran Astado para viajar, por ahora, a México; vamos, le han comentado que los de la pandilla roja “son capaces de robarte los calcetines sin tocarte los zapatos”, ardid que no se le ocurrió ni al ingenioso de don Manuel Payno, quien allá por 1891 escribiera Los bandidos de Río Frío, genial novela publicada en folletines semanales que es estampa de la sociedad mexicana de aquellos tiempos.
Si bien el asalto a la nación mexicana parece no tener fin, esta non columna sí que lo tiene y está próximo. Quedará para la entrega por venir aclarar qué hace Teseo en Chetumal, cómo supo de la Sonora Santanera y en especial de la tonadilla “Por las calles de México” y otros arcanos que, aunque menores, son de gran sabrosura. Por lo pronto queda claro que el de Creta va rumbo a Cancún.