Llegó el momento de reescribir la historia nacional y de nuestra comunidades con la incorporación de los relatos que corresponden a las gestas que en su momento emprendieron valientes mujeres, a lado de los próceres masculinos que hoy monopolizan las crónicas.
Desde sus primera mañaneras, la presidenta Claudia Sheinbuam estableció un día para hablar, justamente, de las mujeres que participaron en la construcción del país en diversos momentos de la historia y desde lo regional también debe hacerlo lo mismo.
Y Mara Lezama ha sido la primera gobernadora en sumarse en esa cruzada y en lo hizo en una de las ventanas más importantes que se dan a lo largo del año: la celebración del aniversario de la creación del estado de Quintana Roo.
Tradicionalmente, en la historia de cómo se fue dando la lucha cívica y social para la creación del estado sólo se incluyen a los hombres. Oficialmente, ninguna mujer habría participado en esa y otras tareas que a lo largo de las décadas le han ido dando rostro al estado.
Pero el martes, en su discurso ante el Congreso, en tono de reclamo la Gobernadora evidenció que en el muro de honor del saló de plenos del Poder Legislativo sólo hay dos nombres, la de Leona Vicario, heroina de la independencia y María Uicab, primera sacerdotisa de la Cruz Parlante y jefa militar en la Guerra de Castas, quien en los hechos recibió trato de gobernante.
Cómo ha sido la tendencia nacional, en Quintana Roo la mujer ha sido relegada de la historia, una historia que solo cuenta las hazañas, las luchas de los hombres a los encumbra en los altares o sitios emblemáticos de nuestra historia y a las mujeres las arroja en el olvido, en el anonimato y se apropia de su esfuerzo.
Ayer por primera vez se escuchó la voz de la gobernadora en un tono de reclamo, pero también de propuesta, en un discurso que, como pocos, tuvo un contenido sólido, con carnita, que demostró un trabajo de investigación para rescatar de las bodegas de la historia a las mujeres que construyeron Quintana Roo desde la época del territorio. Datos duros de nombres de mujeres que fueron clave en distintas épocas del territorio y del estado y que hasta hoy permanecían en el anonimato. Algunas conocidas, porque son relativamente recientes, pero poco valoradas y otras que estaban totalmente en el olvido.
Mara Lezama puso en la palestra a María de Jesús Maldonado de Lugo, maestra pionera en la educación en la zona maya; Luz María Zaleta, la primera diputada federal quintanarroense y primera mujer en la historia de México en contestar un informe presidencial; Florida Pastrana, presidenta del Consejo de Administración de la Cooperativa de Costureras “Josefa Ortiz de Domínguez”; Lumanda Barquet Pérez, representante del Territorio en una congregación de mujeres que celebró en la ciudad de México la aprobación del voto femenino en 1953; Cristina Madrid, primera maestra del antiguo Payo Obispo (Chetumal); Rosenda Ulloa Escalante, fundadora del campamento que posteriormente se convertiría en la comunidad de Nicolás Bravo; y Guadalupe Ercila de Valdez, presidenta de la Cooperativa de Costureras “Leona Vicario” en Cozumel.
“Recordamos con orgullo a María Romana Quintanilla, una valiente mujer que tuvo que exiliarse de su tierra después de que exigió públicamente la renuncia de Margarito Ramírez, antiguo jefe político del territorio de Quintana Roo y de oscura memoria para nuestro pueblo”, añadió Mara Lezama. También mencionó a María Cristina Sangri Aguilar, primera presidenta municipal, primera diputada local y primera senadora por Quintana Roo.
El rescate y valoración de estos personajes de la historia quintanarroense debe ir más allá de mencionarlas en un evento. Debe quedar claro que la historia oficial no debe volver a escribirse sin la voz de las mujeres que han sido, son y serán piedra angular en la construcción del estado y del país.
La omisión de sus nombres no es solo un error histórico, sino una injusticia que se ha perpetuado por generaciones. Desde ahora, la tarea es rescatar esos relatos, visibilizar su papel y darles el lugar que les corresponde en los altares cívicos y en la memoria colectiva de Quintana Roo.
El momento ha llegado. No podemos seguir construyendo el futuro si no hacemos justicia al pasado. La Gobernadora ha dado el primer paso al poner los nombres de estas mujeres en la mesa de discusión, pero es responsabilidad de todos, en cada espacio de poder y desde cada rincón de la sociedad, continuar reescribiendo la historia con equidad y verdad.
El tiempo del silencio terminó; es hora de honrar a las mujeres de ayer para abrirle el paso a las de hoy y las de mañana.
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