Hoy voy a contarles la historia de un ser de otro mundo, de un hombre común, de un animal de galaxia. Es una historia que tiene que ver con el curso de la Vía Láctea. Es una historia enterrada, es sobre un ser de la nada.
Durante varios días, estuvo caminando entre la selva, el monte, soportando inclemencias del tiempo y plagas de mosquitos e insectos. La falta de agua lo orilló a entrar a un rancho y así fue detectado. De manera fortuita, lo encontraron elementos de la Guardia Nacional y militares de un grupo de élite que se desplegaron en su búsqueda por indicaciones del presidente Obrador.
Me refiero al Llanero Solitario, aquel pobre y atribulado hombre que demostró su rebeldía, su enojo, su encabronamiento… y la única manera de hacerse ver y escuchar fue con su rifle de perdigones con el cual lesionó a 8 personas, en su mayoría trabajadores del Tren Maya.
Hay un sentimiento de culpa entre los Mayas cruzoob, no todos están a gusto con el avasallamiento de la selva, del monte, la deforestación, la devastación, el relleno de cenotes y lagunas, la destrucción de vestigios arqueológicos y lo más preciado, la pérdida de la tranquilidad en las comunidades por las hordas de trabajadores que han llegado y encarecido todo.
Las rentas de casas, los alimentos, la carne de pollo, cerdo, res, pescados, los productos de aseo y un sinfín de cosas cambiaron de precio y los campesinos no ganan los salarios de los empleados del Tren Maya. Es más, hay desabasto de mano de obra. Los chalanes, ayudantes, e incluso los maestros albañiles, electricistas y plomeros, cerraron sus pequeños changarros para sumarse a esa fuerza laboral que se está comiendo todo y en un futuro tendrá consecuencias más lamentables.
Por ejemplo, si eres mecánico y a tu ayudante le pagabas 2 mil a la semana, los del Tren Maya le dan entre 3 mil 500 y 4 mil semanales. Por eso, con facilidad te abandonan. ¿Y cuando esto se acabe, qué pasará? ¿Bajarán de nuevo los costos o se sostendrán?
Además, muchos de los trabajadores que trajeron de las favelas, de las zonas más sórdidas de las ciudades del centro del país, no se regresarán y aventurarán qué hacer para quedarse. La mayoría no es mano de obra calificada, son chalanes o peones. Entonces, ¿qué está previendo la autoridad ante este escenario que podría presentarse?
Todo este panorama acabó por llenarle su saucano al Llanero Solitario, quien tomó acción y se hizo notar para decirles: “¡Hey, no todos estamos contentos, menos de acuerdo! Por siglos hemos sido los vigilantes, cuidadores y dueños de estas tierras. Ahora, por cuestiones de desarrollo, nos despojan para que vengan otros dueños”. Esa es la reflexión que lo llevó a defender su espacio y su territorio.
Sabiendo que su inofensivo rifle de perdigones, que hacía más ruido que daño, solo levantaría polvo y eco, tuvo el atrevimiento de defender con sus actos y acciones lo que otros adulan con sus lenguas viperinas. Fue tratado de loco, psicópata, fantasma, demente. Lo único cierto es que se atrevió a volar entre las nubes, algo que otros, por su moral e intereses, nunca podrán hacer. Esa es la gran diferencia: el loco actúa y el que se cree normal solo hace reverencias a sus amos en turno.
Ahora está detenido, lo exhibieron como trofeo, afectado en sus facultades mentales, lo que posibilitará su pronta libertad por ser inimputable debido a la enfermedad que dicen que presenta. Urge que las autoridades del Sector Salud construyan y pongan en operación un hospital psiquiátrico, ya que no hay ninguno en el estado. La salud mental no ha sido prioridad para ningún gobierno estatal.
¿Cuánta gente sin recursos necesita tratamiento y nadie se lo proporciona? Pero eso sí, cuando llega la fecha del Teletón, se lucen dando donativos apantalladores. Ya basta de espectáculo, basta de palabrería. Se requieren hechos y acciones para atender las demandas que abandonan por negligencia. Muchos hermanos mayas tienen algún pariente con síntomas de enfermedad mental, ¿y qué hacen? Los amarran y los tienen como un venadito dentro de la casa, y así pasan los años ante la falta de atención. El reflejo comienza a florecer y casos como el de Roberto Tzuk serán más comunes, ¿no lo cree usted?
En su saucano solo tenía algunos cartuchos y artefactos de campo, nada extravagante, un rifle calibre 16 y otro de perdigones, mientras los soldados huaches, con armamento de primer nivel, no tenían armas de cuidado pero contaban con una voluntad inquebrantable para la defensa de lo suyo.
Esta historia me hizo recordar al excelso poeta nicaragüense Rubén Darío, con su obra insigne “Los Motivos del Lobo”. Cualquier semejanza con lo aquí escrito es mera coincidencia.
Mejor seguiré caminando y cantando un éxito de Silvio Rodríguez: “Siempre que se hace una historia, se habla de un viejo, de un niño o de sí, pero una historia es difícil. No voy a hablarles de un hombre común. Haré la historia de un ser de otro mundo, de un animal de galaxia”.