Edgar Ramírez Morales, recién nombrado fiscal anticorrupción de Quintana Roo con tan solo 33 años, cuenta con una trayectoria impecable en el sector público.
Su reciente designación como titular de la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción en Quintana Roo ha despertado temores en algunos sectores o personajes, especialmente entre antiguos funcionarios estatales de administraciones pasadas.
No es casualidad que, al verse amenazados por la posibilidad de que se reactiven carpetas de investigación por desvío de recursos, peculado y enriquecimiento ilícito, busquen desacreditarlo.
Antes de asumir su nuevo cargo, Ramírez Morales se desempeñó como representante de Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, en Quintana Roo.
En su función como secretario técnico de la Coordinación Estatal para la Construcción de Paz y Seguridad, implementó rigurosos mecanismos de control interno que aseguraron el cumplimiento de normativas en operativos de seguridad.
Su rol como enlace entre autoridades federales, estatales y municipales destacó por su compromiso con la transparencia y el consenso interinstitucional.
Su trayectoria en la administración pública lo ha llevado a trabajar de cerca con figuras de la talla de Arturo Medina Padilla, subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, así como Carlos Augusto Morales, futuro secretario particular de Claudia Sheinbaum.
Además, trabajó en el área de asuntos jurídicos de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, con figuras como Manuel Granados, exdiputado, y Josué Ramos, oficial mayor de la misma asamblea. Ambos políticos fueron junto con Marcelo Ebrard colaboradores de Manuel Camacho Solís, cuando fue regente de la Ciudad de México.
Lejos de estos rumores, Edgar Ramírez Morales se perfila como un fiscal que traerá un nuevo enfoque a la procuración de justicia en el estado, alineándose con la lucha frontal contra la corrupción impulsada por el Gobierno de Quintana Roo.
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