El PRI se encuentra, a nivel nacional y estatal, en una encrucijada. Sus desafíos son enormes, pero también sus desvaríos. Hasta ahora parece que sus dirigentes no le encuentran la cuadratura al círculo. Están mas empeñados en la disputa de los mendrugos que en armar una estrategia política de corto y mediano plazo.
Raymundo King de la Rosa enfrenta desde la derrota del priismo un embate de diversos grupos de priistas que quieren hacerlo a un lado de la dirigencia estatal del PRI.
El ex diputado federal ha dicho que permanece al frente de la dirigencia estatal no por terquedad, si no por disposiciones del comité ejecutivo nacional que prefiere que concluya su periodo en marzo del próximo año.
Quienes quieren que King de la Rosa se haga a un lado lo responsabilizan de la derrota en la elección de gobernador del 5 de junio pasado.
Lo señalan de responder aún a los intereses de Roberto Borge.
“El PRI necesita una catarsis”, afirma el ex gobernador Joaquin Hendricks Díaz, quien a mitad de su sexenio perdió el Congreso y cinco de nueve Ayuntamientos.
En la segunda mitad de su administración, el 80% de los quintanarroenses era gobernado por el PAN-PRD, pero nadie habló de correr a nadie de la dirigencia estatal del PRI.
Ciertamente hay responsables de la derrota en la elección de gobernador, pero no se ha escuchado en las mismas filas priistas el reconocimiento de las victorias importantes que tuvieron el mismo día que perdieron la gubernatura.
Hoy el PRI-Verde-PANAL gobierna al 80% de los quintanarroenses en ocho de 11 municipios, pero no parece consolar a quienes exigen la salida de Raymundo King.
Sus detractores afirman que no une a los priistas, pero el problema es que ninguno de los que pide su salida y suspira por su silla representa la unidad.
Raymundo King, Carlos Cardín, Víctor Viveros Salazar (dos veces perdedor de la presidencia municipal de Benito Juárez), José Luis Toledo Medina, Hendricks Díaz, Mario Machuca o quien sea que esté al frente del PRI será incapaz de unir al PRI no por falta de voluntad o capacidad, sino por la falta de solidaridad, empatía y de generosidad de aquellos que no queden.
El PRI necesita regresar a sus orígenes, a repetir ese gran acuerdo de grupos que alguna vez le permitió nacer y construir las instituciones que hoy tiene el país.
Sin acuerdos no habrá partido y sin partido no habrá posibilidad de recuperar la gubernatura.
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