Poco a poco, como si fuera un imán que va atrayendo todo a su alrededor, la gobernadora Mara Lezama Espinosa va captando los pedazos de poder que estaban repartidos entre diversas figuras de la llamada Cuarta Transformación en Quintana Roo.
Mara Lezama tejió su triunfo con alianzas con diversas fuerzas. Desde su campaña, incluso, atrajo a su proyecto a presidentes municipales que llegaron al cargo con las siglas del PAN, PRI y PRD, y que se alinearon al nuevo liderazgo en ciernes que representaba Mara Lezama aún antes de ganar formalmente.
Sin embargo, los hilos del poder estaban repartidos entre la propia gobernadora; Jorge Emilio González Martínez, del Partido Verde; el exgobernador Carlos Joaquín González y el amigo de la infancia del presidente Andrés Manuel López Obrador, Rafael Marín Mollinedo, fundador y líder moral de Morena en el estado.
Con el poder repartido, se complica la gobernanza, pero Mara no ha padecido por ello, pues el gran afecto que López Obrador le tiene le ha facilitado las cosas y con ello ir jalando esos hilos del poder que estaban en manos de otras personas.
La salida de Carlos Joaquín hacia Canadá para ser embajador fue en sí misma un premio para el exgobernador, ex priista que llegó arropado por el PAN y PRD y que se alineó al obradorismo por lo menos desde 2020.
Sin embargo, también representó una disminución en la influencia política de Carlos Joaquín en el estado, donde su hijo Carlos Jr. todavía tiene cierta injerencia en el proyecto sucesorio en Solidaridad desde el Partido Verde, en el que hay otro grupo integrado por quienes se consideran agraviados del joaquinismo que se están empoderando y buscarán hacerlo a un lado.
A la salida de Carlos Joaquín y el debilitamiento de su influencia política, se suma también la ausencia por motivos de salud de Jorge Emilio González, el verdadero líder del Partido Verde.
Su ausencia está provocando la balcanización de su partido.
Sin la cohesión a fuerzas impuesta por el llamado “Niño Verde”, surgen varias cabezas sin la fuerza del heredero del emporio del tucán y, por tanto, esa pérdida de fuerza fortalece a Mara Lezama.
La balcanización se nota en hechos como la aspiración de Manuel Velasco a la candidatura presidencial de la Cuarta Transformación. Tiene el respaldo de la dirigencia nacional y de algunos comités estatales, pero otros grupos verdes, como los de Quintana Roo, apoyan a Claudia Sheinbaum.
El caso de Marín Mollinedo es especial, porque él reclutó a muchos de quienes hoy tienen cargos, incluyendo al senador José Luis Pech, quien ahora está en Movimiento Ciudadano y la propia Mara Lezama.
Al interior de la Cuarta Transformación en Quintana Roo, Marín Mollinedo es, o hay que empezar a decir que era, una especie de sol alrededor del cual orbitan diversos personajes, que hoy deben estar en la incertidumbre, porque perderán ese cobijo ahora que Marín Mollinedo parta a Ginebra para representar a México en la Organización Mundial de Comercio.
No son buenas noticias para el compañero de canicas del Presidente, a quien López Obrador puso un alto en sus pretensiones de ser candidato a gobernador.
Hasta hace poco, a Marín Mollinedo le entusiasmaba el canto de las sirenas que lo incitaban a buscar la presidencia municipal de Benito Juárez, la joya de la corona de Quintana Roo. Él prefería buscar un escaño en el Senado, por el fuero, en caso de que en el próximo gobierno federal alguien quisiera revisar las cuentas del proyecto transitsmico que dirigió.
Ahora no tendrá ni una cosa ni la otra, y los hilos del poder que soltará también pasarán a Mara, quien a partir de ahora podrá asumir plenamente el liderazgo que le corresponde como gobernadora.
Los tres poderes fácticos ya diluidos, los de Carlos Joaquín, González Martínez y Marín Mollinedo, ya no podrán incidir en la sucesión de Mara Lezama, quien estará pensando en eso en cada decisión política que tome. Además, cabe agregar que la “oposición” también come en sus manos.
La pregunta es: ¿qué hará Mara Lezama con tanto poder? Ojalá sea para el bien del estado y no caiga en el canto de las sirenas, que solo conducen a los gobernantes al desfiladero. Mara ya está en la historia como la primera mujer gobernadora de Quintana Roo, pero el reto más importante es convertirse en la mejor gobernante en la historia del estado.
En sus manos, con el poder que ya tiene, que sigue acumulando, está la decisión de ser o no ser.
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