En las elecciones del 5 de junio pasado el PRI perdió el gobierno del estado. Se pensaba que esa derrota había sido un golpe demoledor para el tricolor.
Pero no. El gancho al hígado se lo está dando el Niño Verde.
En un acto de irreprochable congruencia, la presidenta municipal electa de Puerto Morelos, Laura Fernández, renunció al PRI y se afilió al Verde. Laura es una política de larga trayectoria en la vida política de la entidad y en la administración pública.
Ganó la presidencia municipal de Puerto Morelos venciendo no sólo a un oponente esquizofrénico, sino fuertes resistencias al interior del PRI, el partido que la postuló en alianza con el Verde y con el Panal, que simbólicamente sólo le aportó 50 votos.
En el Convenio de Alianza que firmó el PRI con el Verde y con el Panal, la candidatura para Puerto Morelos le correspondía al PVEM, y se la cedió a Laura.
Después de una intensa campaña donde Laura demostró que es una mujer de agallas, ganó la elección constitucional. Y ya como presidenta municipal electa, en congruencia con sus compromisos y en apego a sus principios, se afilió al Verde, lo que no significa rompimiento con el PRI porque estos dos partidos tienen un proyecto de alianza política y electoral. Estos dos partidos se necesitan para lo que viene en el 2018.
Sin embargo, es innegable que el PRI no encuentra su rumbo. Pretende atrincherarse en el Congreso local. Por lo pronto, el Verde ya desconoció a Miguel Ramón Martín Azueta, interlocutor designado por el gobernador electo Carlos Joaquín González, con los diputados. Miguel Ramón, ciertamente, derrapó.
Pero no sólo eso. El PRI se aferra a que Raymundo King sea el presidente de la Gran Comisión del Congreso del Estado. El Verde le está vendiendo caro su apoyo. La polarización en el Congreso ya es un hecho. El lunes se sabrá el resultado.
El diputado priísta Juan Carlos Pereyra es un político que concilia a todas las corrientes políticas, y ponderados analistas piensan que puede ser un factor de unidad.
Aunque es amigo de Carlos Joaquín, Pereyra se quedó en el PRI pero no se sumó a la avalancha de ataques contra el candidato de la alianza PAN-PRD. Pero intereses obtusos y cortoplacistas le han cerrado el paso a la presidencia de la Gran Comisión del Congreso.
El lunes se sabrá el rumbo que seguirá la política de la entidad en el corto plazo. ¿Confrontación o diálogo?
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