En Contexto | Cuídese mucho | Rodrigo Navarro

Cuídate mucho puede ser el  final de una carta, una misiva, un recado, hasta para una advertencia. “Recibí un correo electrónico diciéndome que todo había terminado. No sabía cómo responder. Era como si no significara nada para mí. Terminaba con las palabras, cuídese mucho. Y así lo hice.

Les pregunté a 107 mujeres que seleccioné por su profesión o habilidades, que interpretaran la carta. Analizarla, comentarla, bailarla, cantarla. Diseccionarla. Agotarla. Entenderla por mí. Responderla por mí. Era una manera de tomar el tiempo para el rompimiento. Una manera de cuidar de mí misma”. Sophie Calle.

Durante nuestra estancia en la ciudad de México acudimos mi esposa y yo empujados por nuestra hija al museo Tamayo, a presenciar la exposición retrospectiva de la obra de la artista plástica Yayoi Kusama. La noción de infinito suele ser abrumadora para la mente humana. Eso le pasó a esta artista japonesa que ha terminado su vida viviendo en un hospital psiquiátrico por voluntad propia.

Durante los 10 años que lleva este proyecto de Comunicar para Conservar, ahora albergado por la generosidad de José Cárdenas, he expresado en repetidas ocasiones parafraseando a Froylán López Narváez, la rumba también es cultura. La Cultura también es Desarrollo Sustentable.

La exposición de Kusama nos pareció excesiva y en algunos casos opresiva, caótica. Creo que cayó como anillo al dedo en la época de la psicodelia hippie de Nueva York en los años 60´s cuando se volvió famosa: lo más interesante es su ruptura con el estatus quo y su actitud revolucionaria. Envió una carta al presidente Nixon ofreciéndole “sexo vigoroso” a cambio de que terminara con la guerra de Vietnam.

Kusama ha producido colas interminables en nuestro país, hasta de dos o tres horas de espera para observar su trabajo. “Mi vida es un punto. Es decir, una en un millón de partículas. Una red blanda de nada compuesta por un conglomerado astronómico de puntos conectados que me borrarán a mí y a los demás, al universo entero”. Sin embargo la exposición que más nos atrajo fue la de la sala contigua la que te entretiene durante la espera.

Videos, fotografías, dibujos, palabras, canciones, poemas, cuentos, creaciones hasta dos marionetas y una cacatúa componen esta suma de respuestas  a la carta dirigida a Sophie por un ex amante que la artista creó para el pabellón francés en la Bienal de Venecia en 2007 y ahora recorre nuestro país. Primero se presentó en Monterrey y ahora en el DF.

Sophie Calle recabó y documentó la interpretación de 107 mujeres: su propia madre, una clarividente del tarot, artistas y actrices famosas (Jeanne Moreau, Victoria Abril, Miranda Richardson); cantantes de pop y de ópera (Matalie Desay), la compositora Laurie Anderson; titiriteros, pintoras, dibujantes, policías, celadoras, bailarinas, filósofas, periodistas, novelistas, publicistas,  jugadoras de ajedrez, amas de casa, una adolescente (quién solamente comentó a través de su iPhone: ¡este se cree que es muy cool!), maestras de primaria y de universidad, psicólogas y psicoanalistas (una de ellas dice, es un sujeto peligroso, hay que evitarlo a toda costa), etc.

La ruta de la carta con testimonios en video y las respuestas apasionadas, divertidas, indiferentes, frías, coléricas, apacibles, analíticas y creativas están en esta instalación de la artista conceptual francesa Sophie Calle nacida en París en 1953. El resultado de este ejercicio es la radiografía de una ruptura que meticulosamente disecciona cada significado posible a las frases de un mensaje de despedida.

La artista conceptual es famosa por recurrir a aspectos de su vida personal para crear sus piezas. Examina las posibilidades de las emociones humanas y expresa ideas sobre el amor, el dolor, el sexo y el trabajo, así como la intimidad y la identidad, estos últimos, temas recurrentes en la carrera de Sophie.

La obra de Calle se caracteriza por explorar las relaciones humanas a través de métodos provocativos y, en ocasiones, controversiales, que se materializan en relatos meticulosos narrados a través de fotografías, videos y textos que revelan (o parecieran hacerlo) la propia vida de la artista y la de otros. Ejemplo de ello es una de sus primeras obras en la que tomó fotografías en Venecia a un hombre desconocido al que seguía sin ser vista, llevando un diario sobre su acecho; así surgió Suite vénitienne. Esta curiosidad casi mórbida la llevó a contactar a todas las personas cuyos teléfonos encontró en una libreta de direcciones, y a pedirles que describieran a su dueño.

Al contario de la psicóloga y las feministas, la celadora le dice que guarde la carta porque él tiene una imagen positiva y fuerte sobre ella, porque cuando se está en la soledad de una celda este tipo de opiniones te levantan el ánimo. En fin las más variadas interpretaciones y una enorme creatividad sobre un mismo hecho que al parecer es inventada.

La última pieza de la exposición se llama intertextualidad en donde quizá Sophie Calle nos da la clave de su ejercicio. De las 22 líneas que forman la carta 17 son fragmentos o frases enteras de textos clásicos, libros famosos o canciones de John Lennon.

El remitente supuesto ex amante que firma con una X al final, hasta esto es sujeto de interpretaciones: si es su inicial, si significa beso (como lo hacen los jóvenes en sus recados por Internet), o es X porque puede ser cualquiera, le dice que la relación ha terminado por culpa de ella (quien condicionó su relación en un principio) a pesar de que continua viendo a otras tres mujeres. El clásico te quiero mucho, eres muy valiosa e importante en mi vida pero te dejo. Nunca podré ser tu amigo.

Lo valioso de este ejercicio es la cantidad de interpretaciones (107) de un solo hecho, seguramente ficticio. Cualquier semejanza con nuestra realidad política y ambiental es mera coincidencia. El arte imita a la vida.

Durante este lapso he estado leyendo La Historia del Rey Transparente de la escritora española Rosa Montero (le recomiendo el libros y sus artículos semanales en El País Semanal) que habla sobre la época en que la religión católica se impuso a fuego sobre las otras interpretaciones religiosas (entre ellas los cátaros). La creación de la Inquisición y sus atrocidades desde el punto de vista de una mujer en la Edad Media.

La heroína, una campesina adolescente no solamente se disfraza de hombre para sobrevivir, sino que aprende a luchar, es nombrada caballero y como buen errante se abraza  a manera del Quijote a las causas perdidas y las defiende a riesgo de su vida. Aprende a leer y escribir, decide escribir un libro que atrape el significado de las palabras, una enciclopedia.

Su amiga y compañera de aventuras, una “ambigua” bruja sabia, “¿La verdad? ¿Quién sabe la verdad? Quizás exista más de una verdad o tal vez no haya ninguna”. Le regala una palabra para incluirla en su libro. Compasión.

“Es la única palabra por la que no se hiere, tortura, se apresa o mata. Antes al contrario evita todo esto. Todas las palabras pueden manipularse. Los nobles maltratan y abusan de sus siervos en nombre de un supuesto honor, la libertad de unos puede suponer la prisión de otros, todos creen tener la justicia de su parte, incluso los tiranos más atroces. La compasión impide esos excesos, te obliga a acercarte a los demás, a sentirlos y entenderlos. Te hace entender el dolor de los demás y solo lo consigues tras haber entendido tu propio dolor”.

En estos días turbios  e intolerantes nos hace falta entender nuestro propio dolor y ponernos en los zapatos de los otros (los padres de los normalistas desaparecidos, de las mujeres violadas y masacradas, de los despojados de sus recursos naturales). Ojala y quienes nos gobiernan salieran de su enorme burbuja de ambición y entendieran su propio dolor. Salvo su mejor opinión, cuídese mucho querido lector.

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