“Cuando era niña jugaba en el bosque junto a un arroyo. Encontraba ranas, tortugas de agua dulce, víboras con las que platicaba y jugaba. No me daba miedo tomarlas con mis manos. Parada en el lodo sosteniendo una rana era lo que me hacía feliz, ese era mi mundo. Había complicidad entre mi rana y yo, era mi confidente como cualquier otro niño lo hace con su oso de peluche o su amigo invisible. Lo mismo pasaba con las tortugas y mis víboras”.
“Cuando nos mudamos a Nueva York mi madre sabía que necesitaba de mis mascotas. Así fui recogiendo caracoles en China Town, dos gatitos abandonados de la calle, una tortuga mordelona, una serpiente pecosa, dos jerbos (ratón orejón originario de Asia), dos periquitos, dos pececillos gobios que colecté del laguito en Central Park. Ahí en una tienda de mascotas miré por primera ocasión una iguana. Moría por tener una. En la escuela aprendí sobre las interrelaciones ecológicas y los ecosistemas. Sabía que nadie entendía como se sentían lejos de su medio natural, solo yo lo entendía”.
El título de este artículo no es una película gore de Almodóvar, ni un homenaje a las películas del Santo que tanto gustan al director manchego. Por desgracia es una batalla que las iguanas jamaicanas están teniendo contra un conglomerado chino apoyado por el gobierno local. De inmediato lo relacioné con Dragón Mart este centro de distribución de mercancías continental que pretenden los chinos apoyados por el gobierno federal y local en Quintana Roo pese a las protestas de ecologistas, cámaras de comercio y la población de Puerto Morelos.
En su libro Blue Iguana (Barnes & Noble 2014) escribe: “Para el segundo de secundaria Clarice sabía que su sensibilidad por los animales la hacían diferente a otros niños y no necesariamente distinta de buena manera. Cuando pudo hacerlo, no quería obtener su licencia de manejar por el temor de aplastar ranas y tortugas en la carretera. Una de sus mayores escenas la realizó cuando no quiso abrir una rana en clase de biología. Sus amigas aún recuerdan como montó rápidamente en cólera cuando sin querer la novia de su hermano cortó la cola de su lagartija.
“Su consejero escolar sugirió que en verano fuera al campamento de vida silvestre y conservación. Ahí descubrió el programa de recuperación Blue Iguana y algunas semanas después se encontró camino a las islas Grand Cayman para participar en él”.
En este libro recién salido a la venta esta primavera Wendy Townsend denuncia a manera de cuento para jóvenes cómo el gobierno de Jamaica acaba de vender a un conglomerado chino, China Communication and Construction Company Ltd acusado de fraude y corrupción por el Banco Mundial en un proyecto de construcción de carreteras en Filipinas en 2011, la isla de las Cabras. Dentro del Área Natural Protegida, ANP de Portland Bight.
“Es un lugar que debería ser protegido. Nada debería construirse. Es el hogar de iguanas, aves como gaviotas, pelícanos, fragatas; reptiles como cocodrilos y tortugas marinas; un arrecife cercano lleno de vida, peces que son fuente de pesquerías artesanales; un sin número de plantas: tasistales, dunas, selva y manglares que están siendo destruidos y que terminarán por destruir incluso las bellas playas ya que dependen de estos ecosistemas. Están destruyendo lo que debería ser preservado para las generaciones futuras, nuestro hijos y nietos. No sé como no pueden entender (los gobiernos, las grandes empresas) cómo estos ecosistemas son indispensables para el soporte de la vida”.
Para facilitar la construcción el gobierno incluso construyó una planta de energía operada por carbón mineral, altamente contaminante. El personaje que acompaña a Clarice la protagonista de su novela es una iguana jamaiquina,Cyclura collei que ella llama Sebastian y que vive con Wendy en Nueva York. Solamente quedan unos 100 ejemplares de esta especie endémica, originaria de esta zona de Jamaica, lo que las coloca en un estatus de extinción.
Existe un programa de recuperación de la especie auspiciado por el Hope Zoo y el jardín Botánico de Jamaica y con cooperación con el zoológico de Forth Worth en Texas, USA. De 30 iguanas el año pasado tienen ahora 255. Estas iguanas pueden vivir 40 o más años. Llagan a medir más de un metro y pesan casi 10 kgs, tienen facha de pequeños dinosaurios. Son dispersadoras de semillas y controlan las poblaciones de insectos.
La constitución de Jamaica (como la nuestra) dice que cada ciudadano tiene derecho a gozar de un ambiente sano libre de amenazas o daños provenientes del abuso medioambiental o la degradación ecológica. Los chinos aprovechan la corrupción y engrasan el sistema (¿le suena conocido querido lector?)
A pesar de la amenaza del Cambio Climático seguimos construyendo en las costas y destruyendo ecosistemas que nos protegen de los fenómenos climáticos extremos como son los manglares dice Diana McCaulay presidenta del Fideicomiso Medioambiental Jamaiquino. Se alega en este proyecto chino la producción de empleos y financiero. La economía de 4 billones de dólares de Jamaica es producida en un 25% por el turismo. Se podría apostar al turismo de naturaleza. Un tercio de los empleos vienen de este sector.
Un panorama aún más dependiente de un solo sector, turismo, tenemos en Quintana Roo y generalmente se ofrecen los mismo argumentos para justificar los Dragon Mart y los desarrollos hoteleros e inmobiliarios.
¿Pero no es la naturaleza lo que atrae a millones de turistas cada año tanto en Q. Roo como en Jamaica? “Algunos de mis amigos y familiares piensan que estoy loca por mi amor a las lagartijas o los cocodrilos, pero a decir verdad ellos no entienden nuestras razones y en verdad creo que somos seres vivos igual que ellos. Ellas estaban en la isla antes que los seres humanos. Nosotros llegamos e invadimos su hábitat. La naturaleza y nosotros somos lo mismo”, dice Wendy.
No tenemos que ser amantes de los animales o de la naturaleza al estilo de Wendy para entender lo que le esta ocurriendo al entorno y que existe una tasa de perdida de biodiversidad cien veces arriba de lo natural debido a la acción de los seres humanos.
Este 29 de junio en el Foro Abierto de Ciencia Europea llevado a cabo en Copenhague la única mexicana participante la investigadora Dalia Conde dijo “nuestro único Banco Mundial es la biodiversidad. Es de donde vienen de última instancia todos nuestro recursos renovables, excepto la luz del sol. Y estamos manejando este activo a ciegas”.
Los vertebrados son los que más pueden decirnos sobre extinción, hábitats, conducta, genética, ecología, biología, etc.; son los más estudiados porque son los que hay más en los zoológicos, paradójicamente.
Habría que subrayar que las especies son tan importantes para el hábitat como el hábitat lo es para las especies, así de importante es su interrelación. Muchos científicos opinan que estamos al borde (debido al CC) de una sexta extinción masiva de seres vivos.
Estamos dilapidando el capital natural en época de vacas flacas, los tiempos del Cambio Climático y todo por “pasarla bien” los últimos minutos. La pulsión de muerte por encima de la pulsión de la vida. Salvo su mejor opinión querido lector.