Transcurrieron dos años desde que en la cumbre de Cambio Climático, CC en Bali se fijara Copenhague 2009 como fecha límite para llegar a un acuerdo que continuara con el Protocolo de Kioto cuyos alcances daban solo hasta el 2012.
Los ojos del mundo estaban puestos en los dos grandes emisores China y EU, Obama y Hu. Los asiáticos se comprometieron a reducir el 40% de sus emisiones a partir del 2020 pero sin vínculos legales y supervisión de la ONU. Obama declara que sin transparencia ellos no pueden anunciar la reducción del 17% en sus emisiones acordada para 2020 respecto a 2005. Realmente representaba tan sólo el 4% respecto a 1990 (Kioto).
La Unión Europea había cumplido con su 20% respecto a 1990 y propuso un 10% adicional para el 2020 y daba el ejemplo de la tarea cumplida. Pero ellos representan tan solo el 11% de las emisiones globales. EU y China representan el 45%, (29% los asiáticos y el resto los americanos).
La mayor parte de la comunidad internacional y los científicos del Cambio Climático coincidieron, se perdió la gran oportunidad de hacer algo para evitar que la temperatura de la tierra suba más allá de 2ºC con todas sus consecuencias. La COP 15 había fracasado. Nunca en una COP de CC habían participado tantos jefes de estado, de seguro saldría de ahí el gran acuerdo mundial que resolvería el problema ambiental.
Un pequeño acuerdo, sin la participación de los dos grandes emisores de Gases de Efecto Invernadero, GEI. No se obtuvo el acuerdo vinculante esperado. Todo quedó pendiente para COP 16 en Cancún, México en donde solo se obtuvo migajas: un incipiente fondo verde y promesas de reconversión energética. Calderón se presentó ante el mundo como un líder progresista y sobre todo medio ambientalista. Y le creyeron.
El último día en COP 15 el presidente chino y los demás líderes de BRIC (Brasil, Rusia, India y China), el bloque emergente se reunían en privado. Obama se enteró, irrumpió en la reunión y logró un acuerdo de última hora para trabajar con China y rebajar sus emisiones para el 2020. En aquel entonces se interpretó como una gran decepción, como una victoria pírrica.
Estas últimas semanas se ha estado calentando motores para COP 20 en Lima Perú, la reunión de los socios (las partes) de la Conferencia para Cambio Climático de la ONU. Pero sobre todo para la cumbre mundial del clima de la ONU del año que entra en París, reunión que ahora ha tomado más relevancia a partir del fracaso de COP16.
Hace tres semanas durante la Cumbre del Clima en Copenhague un grupo de 800 científicos del IPPC de la ONU expresó en un comunicado: “Nuestra evaluación concluye que la atmósfera y el océano se han calentado, los volúmenes de nieve y hielo han disminuido, el nivel del mar se ha elevado y las concentraciones de dióxido de carbono han aumentado hasta niveles sin precedentes”. El cambio climático se constata en todo el mundo, el calentamiento del sistema climático es inequívoco y la influencia humana es clara y va en aumento.
Dos semanas después Obama y Xi, presidente del gobierno actual de China (diferente al de Copenhague en 2009) anunciaron una “acuerdo histórico”. Calificado así por el propio presidente Obama pero también hasta por Greenpeace considerados frecuentemente como terroristas ambientales, por sus acciones al filo de la ley para defender la naturaleza. ¿Qué hace “histórico” este acuerdo que llega cinco años tarde y presenta la posibilidad de un logro que en ese tiempo se tomó como una derrota?
Lo expresado líneas arriba: el cambio climático avanza y el ritmo de consumo de recursos naturales (producido por el ser humano) nos trae como consecuencia un escenario nada promisorio. Todo lo contrario, muy cercano a lo apocalíptico sobre todo a los países en desarrollo (léase pobres) y México es uno de ellos.
Imagine que un animal empieza a devorar uno por uno a los 7.200 millones de humanos que habitan el planeta y alrededor del año 2050 solo quedan 720.000 personas en la Tierra. El depredador habría aniquilado a toda la humanidad excepto a una población del tamaño de Cancún. Y eso es lo que le ha pasado al pez globo de China, un animal dotado, tras millones de años de evolución, de veneno y de la capacidad de hincharse para asustar a sus enemigos, pero que no ha podido vencer a un nuevo peligro: la moda del sashimi.
La sobrepesca para abastecer al mercado japonés ha disminuido su población un 99,99% en los últimos 40 años, según la última edición de la UICN, la famosa lista roja. Algo parecido está sucediendo con el atún de aleta azul. Ahora sola hay el 33% de su población original.
La gula humana aumento a casi 30% el número de especies amenazadas. En entrevista para Comunicar para Conservar al Doctor Alfredo Cuarón el nuestro (para diferenciarlo de su célebre hermano) quien estuvo de paso por Cozumel la semana pasada, nos dice que sin duda vamos hacia una sexta extinción masiva de especies sobre la faz de la Tierra (ya han ocurrido cinco anteriores por causas naturales). Ahora es el ser humano quién las está causando. Lo mismo nos expresaron la Dra. Valeria Souza y el Dr. Rodrigo Medellín cuando les entrevisté.
Recibí numerosas felicitaciones por el artículo de la semana anterior sobre el 6º Festival de las Aves en Cozumel y la historia de Bárbara MacKinnon quien me escribe y me dice que nos es canadiense sino norteamericana y que su libro se llama Sal a Pajarear Yucatán. Pues el 13% de las aves en el mundo están amenazadas de extinción. En buena medida por la caza pero también por la destrucción y fragmentación del hábitat.
Se criticó enormemente al presidente Peña Nieto por acudir en medio de una crisis política y de gobernabilidad a las reuniones del Acuerdo Económico Asia Pacífico, APEC (en donde se anunció el acuerdo China-EU) y del G-20 (que para muchos va en declive). Las 20 mayores economías del mundo en donde México está incluido gracias a que es productor mundial de multimillonarios (unos pocos) y de pobres (la mayoría).
Estados Unidos y China son las más grandes economías del planeta y los grandes consumidores de energía. En APEC el gobierno Chino ratificó lo dicho en aquella cumbre en 2009 y que se tomó como poco transparente: reducir sus emisiones a partir del 2020 y producir el 20% de sus emisiones con energía limpia. Obama ha perdido la política interna, así que se enfoca en la externa. En política la forma es fondo y es muy significativo que relanzara su plan de acción climática junto a los chinos.
China es el mayor emisor de GEI del mundo, pero casi está a niveles de la Unión Europea si lo comparamos en sus emisiones por habitantes (son demasiados chinos y hay que darles de comer y energía) 7.9 toneladas métricas por habitante al año contra 7.4 de la UE y 16.4 de EU. Algo interesante es que China prometió bajar sus emisiones en base no tanto a emisiones limpias (solo subirá al 11% respecto al 30% de la UE) sino al índice de consumo energético contra punto del PIB, es decir en eficiencia energética, un mejor consumo por su gente. Algo de lo que deberíamos aprender porque aunque no somos tantos como los chinos somos también muchos y muy malos consumidores (derrochamos como si en verdad tuviésemos el cuerno de la abundancia).
También en la reunión del G-20 aunque el punto ambiental era uno de los muchos de la agenda política, tanto que un día antes Achim Steiner director del PNUMA en entrevista para El Pais declaró que el G-20 debería abordar las cuestiones medioambientales. Y así sucedió, Obama obligó a poner el tema en el encabezado: Incrementar la economía y combatir el CC. ¿Es esto posible?
Nosotros pensamos que con el modelo económico actual, no. El informe que hizo el ex presidente Calderón para el PNUMA y que lleva su nombre, sostiene que sí. Al parecer Calderón se ha vuelto el adalid de la conservación en el mundo. Se acabó el espacio, así que la semana que entra analizaremos la gestión de Felipe Calderón en materia ambiental y lo que dice su informe.
La situación respecto a las emisiones de GEI ha llegado a tal punto que estamos en una situación en la cual de lo perdido, lo que aparezca o ¿qué tanto es tantito? Dos grados de aumento que en 2009 fue una derrota que ahora se ve como la gran victoria. Nuestro país con ese escenario será un desierto de matorrales espinosos (un mezquital) y el nivel del mar subirá dos metros a decir de la UNAM. De esto seguiremos platicando querido lector.
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