Somos capaces de observar millones de estrellas en el universo, pero hay un tipo concreto que se nos ha escapado hasta ahora. Se trata de la misteriosa Población III. Un equipo de astrónomos de las Universidades de Tokio y Notre Dame cree haber encontrado por primera vez indicios firmes de su existencia.
¿Qué demonios es la Población III? Pues ni más ni menos que las primeras estrellas de todas, las que se formaron justo tras el Big Bang. Todas las estrellas que vemos en el universo pertenecen a dos grupos muy concretos en atención a su edad: la Población I y la Población II. El primer grupo son estrellas jóvenes con un amplio porcentaje de elementos pesados en su composición. El segundo son estrellas más viejas con menos elementos pesados. Sin embargo, durante décadas se ha especulado con la existencia de un tercer grupo: la Población III.
La razón por la que nunca hemos visto esas estrellas probablemente tiene que ver con la propia expansión del universo. Aunque se cree que las primeras estrellas se formaron unos 100 millones de años tras el Big Bang, el universo es mucho más viejo, y la expansión continua a la que se ve sometido ha puesto esas estrellas fuera del alcance de nuestros instrumentos por ahora.
Sin embargo, hay una forma de identificarlas. Se cree que las primeras estrellas se formaron con una composición casi prístina de hidrógeno y helio. En otras palabras, que prácticamente no están contaminadas por elementos pesados porque estos elementos se forman precisamente en las supernovas, y en el momento de su formación no había supernovas porque no había todavía estrellas.
La idea es que si logramos encontrar indicios de una estrella cuya composición es casi pura, habremos encontrado una de las primeras estrellas, y eso es lo que han hecho indirectamente los autores del nuevo estudio publicado en The Astrophysical Journal. El descubrimiento procede del análisis espectrográfico de la luz procedente de un Quasar a 13.100 millones de años luz, lo que lo situa a solo unos 700 millones de años del comienzo del universo. El Quasar es el indicio de lo que los investigadores creen que es una supernova de par inestable. En otras palabras, que en algún momento hubo allí dos estrellas supermasivas con una masa probablemente 300 veces superior a la la del Sol que explotaron, dejando tras de sí tan solo una nube de gas.
La cuestión es que el análisis espectrográfico de la luz del Quasar a través de la nube de gas sugiere que esa nube tiene una proporción anómalamente baja de elementos pesados, lo que es un indicio de que las estrellas que protagonizaron la supernova pertenecían a la esquiva Población III.
El descubrimiento aún está muy lejos de poder observar directamente una estrella de Población III, pero confirma que el análisis espectrográfico es una herramienta viable a la hora de buscar este tipo de estrellas.