San José.- Si hay electricidad, agua y guantes, no hay jabón, tapabocas ni cloro.
Si hay cloro, jabón y tapabocas, no hay electricidad, agua ni guantes.
Si hay agua, cloro y jabón, lo que falta es el personal de salud, que no puede o la cuesta llegar a su trabajo por problemas de transporte ante la escasez de combustibles.
Si hay equipo humano, tapabocas, guantes, agua, cloro y jabón, lo que falta es electricidad y todo falla en las salas médicas.
La secuencia mostró un escenario que comenzó a proliferar al menos a partir de 2014 en los centros de salud de Venezuela, pero que se complicó este mes por la pandemia del coronavirus.
La radiografía del impacto del Covid-19 en ese país, con un primer enfermo confirmado el 13 de este mes, fue suministrada a EL UNIVERSAL por el cirujano general venezolano Jaime Lorenzo, especialista en salud pública y director ejecutivo de la organización (no estatal) Médicos Unidos de Venezuela.
Por el coronavirus “de seguro” habrá muchos muertos “porque el sistema de salud está quebrado”, pronosticó el venezolano Francisco Valencia, director de la (no estatal) Coalición de Organizaciones por el Derecho a la Vida y la Salud (Codevida).
“La situación de la salud en Venezuela es de emergencia humanitaria. Desde 2014 alertamos del deterioro del sistema por la escasez”, que se agravó en 2015 y 2016 y en esa época todavía “sin ninguna sanción” de Estados Unidos al régimen de Maduro, recordó Valencia a EL UNIVERSAL.
Los casi 300 hospitales de Venezuela “carecen” de equipos de diagnósticos y de rayos X, relató.
Los pacientes deben comprar los reactivos para exámenes de sangre “a buhoneros (vendedores ambulantes) en la calle, sin ninguna seguridad sanitaria”, narró.
Pero el gobierno de Venezuela insistió en que la culpa de la insuficiencia de fármacos, insumos, equipos médicos, alimentos y artículos básicos y de los líos energéticos y de suministro de agua es de la “guerra económica” de Estados Unidos contra Caracas. Ninguna fuente oficial estuvo disponible a las consultas de este diario sobre el panorama sanitario.
Empeñado en presionar al régimen venezolano a ceder el poder y permitir el retorno de la democracia, Washington impuso sanciones financieras a Caracas desde 2017. Acumulado al primer cuatrimestre de 2019, el castigo causó pérdidas por unos 30 mil millones de dólares, según el cuestionado presidente venezolano, Nicolás Maduro.
Para la oposición, la crisis estalló por el fracaso del sistema de economía socialista que intentó ser implantado desde 1999, ya que las sanciones de EU empezaron en 2017 y la mayoría de carácter individual sobre líderes gubernamentales.
“No es tiempo de peleas entre el gobierno y la oposición, debemos reconocernos, respetarnos mutuamente”, dijo ayer Maduro, al anunciar acciones sanitarias para intentar mitigar el golpe del virus.
“Es tiempo de unir esfuerzos y avanzar, por una causa humana. A los profetas del desastre, tengan un momento en la vida donde dejen de un lado las peleas y los conflictos. Unámonos como venezolanos”, pidió el mandatario.
“Están todas las medidas de seguridad, sanitarias, todos los protocolos garantizados”, recalcó. Venezuela ordenó el 16 de este mes una cuarentena nacional.
Datos oficiales precisaron que, hasta ayer por la noche, Venezuela sumó 106 casos confirmados de una enfermedad que apareció a finales de 2019 en China, principal socio comercial venezolano, lo que significa que el saldo de la crisis en el gigante asiático por el virus mermará el oxígeno financiero de Beijing al rico país petrolero sudamericano.
Con una incesante migración forzada al exterior de cinco a seis millones de sus 31 millones de habitantes por el caos interno, más de la mitad de sus pobladores cayeron en los últimos años en la miseria, con un salario mensual de unos 3,3 dólares, una incontrolable hiperinflación, una devaluación acelerada y un desabasto generalizado.
Al acuciante horizonte por la pandemia se unió la continua caída del precio mundial de un producto que genera casi el 96% del ingreso anual de Venezuela: el petróleo.