En contexto
Nuestro amigo, el hijo del Capitán II de III
Rodrigo Navarro
La semana ante
JMC. Cuando comenzamos por supuesto que no había certificaciones. Mi padre y Emile Gagnan inventaron el equipo así que mi madre fue la primer mujer en bucear y nosotros los primeros niños en hacerlo. Hoy día por seguridad es muy importante hacer un curso de buceo para hacerlo de manera segura. En mi caso particular mis esfuerzos han estado dirigidos en una sociedad que hice con PADI para asegurarnos que los jóvenes aprendan a bucear y lo hagan de manera segura.
Cuando comencé tenía siete años y ahora los jóvenes pueden aprender cuando tienen 10 años así que no está muy lejano, aunque yo creo que sería apropiado desde los 8 años. Gavin (el hijo de Holly Sidner Lohuis su asistente que tiene 17 años trabajando con él), aprendió a bucear hace poco en Fidji, tiene solo 10 años. Ahora puedo además de bromear con él y platicar, compartir nuestras experiencias de buceo. Y cuando regresó a la escuela habló con todos sus compañeros de la mejor experiencia de su vida. Ahora anda buceando aquí en Cozumel con nosotros.
RNB. Los 10 chicos que se certificaron en el programa Embajadores del Arrecife de Ocean Futures Society, OFS (la Fundación de Jean Michel de la que tenemos la representación en México y yo dirijo) y que bucearon contigo el año pasado, son ahora líderes ambientales. Hablan de su experiencia y algunos han promovido acciones en su escuela, familia y vecindario. Queremos continuar el programa el año que entra y darles seguimiento empujarlos a ser líderes.
JMC. Creo que lo importante es hacer que los jóvenes se mojen (se metan bajo del mar) se diviertan, tengan aventuras, interactúen con el medio y los animales marinos. Es la mejor apuesta que podemos hacer para el futuro. Mi padre solía decir que la gente protege lo que ama, yo lo complemento diciendo que nadie ama lo que no conoce. Es por ello que nos hemos enfocado en la educación como bien lo has hecho con los jóvenes y niños aquí en Cozumel.
RNB. Tu madre la gran mujer detrás de gran hombre…
JMC. Me gusta venir a Cozumel porque tengo una relación emocional con la isla: buceamos aquí en el Calypso, en familia en los años sesenta invitados por Ramón Bravo. El año pasado se realizó un homenaje a mi familia. Se nombró un arrecife como mi madre, Simone Cousteau y hundieron el busto de mi padre que realizó tu esposa Laura Hoyo quién es una increíble artista y a quién admiro. ¿Quién manda en tu casa? Me pregunta. Ella respondo, aunque siempre tengo la última palabra, si mi amor. Así debe ser, remata JM.
Hay gente que sostiene que mi padre se casó con mi madre por la posición de mi abuelo en Air Liquide, una empresa francesa que se había vuelto muy exitosa en la venta de aire comprimido. Es mi abuelo quién le presenta a Emile Gagnan a mi padre y así crean juntos el diseño del regulador de buceo que era su sueño. Antes quería ser aviador pero un accidente automovilístico, su rehabilitación, le hizo voltear al mar. Tan solo quería durar bajo el agua más que Dumás y Taillez (quien le hizo su primer visor casero con unas gafas de aviador). Ellos se llamaban así mismos los Musquemers (los tres mosqueteros del mar).
Mi madre había conocido a mi padre un año antes pero tenía 16 años, así que él apenas reparó en ella. Simone quería ser oficial naval. En aquella época no se les permitía serlo a las mujeres, así que decidió que se casaría con uno para estar lo más cerca posible de sus sueños. Su abuelo y su padre habían sido almirantes de la marina francesa. El año siguiente mi madre había madurado así que ambos se prendaron el uno del otro.
Por supuesto yo no estaba ahí, pero testigos presenciales me lo aseguraron así que no había porque pensar algún interés de parte de mi padre, además del amoroso, en mi madre.
RNB. Siempre las personas importantes reciben este tipo de “interpretaciones”…
Mi padre era un tipo inventivo y lleno de recursos. Este aspecto de su carácter era la raíz de muchas de sus cualidades. Mi madre tenía que templar su carácter autoritario y apasionado. Mientras estaba esperándome y ese verano en que nací mis padres la pasaban en la playa en Toulón. Ahí mi madre desarrolló una fascinación por el océano tan intensa como la de mi padre. Mi padre le enseñó a nadar y a bucear en el fondo entre los peces sosteniendo la respiración.
Mi madre era una atleta más natural que mi padre aunque no se lo podía comparar en la cuestión de la fortaleza física. Pero creo que en esa época cimentaron su relación, empataron sus intereses y la llegada de un hijo (yo) los consolidó finalmente como una familia.
En un momento durante nuestra convivencia contó una anécdota muy chistosa de su nacimiento en la mesa de la cocina de la casa paterna. JMC nació en una Francia amenazada por la guerra, cada día estaba más cercada y presionada económica y socialmente. Las carencias no eran tan fuertes como durante la guerra (en su infancia) pero si estaban en una economía difícil, de pre-guerra. Tengo grabada esa conversación pero le prometí que sería para mi consumo personal, para recordarle. Pero lo voy a transcribir como lo cuenta en el libro que escribió sobre JYC: Mi padre el Capitán (ed. Planeta 2012).
Nací en un momento de relativa paz (1938), Francia entró en guerra al año siguiente. Según la versión de mi padre cuando se le rompió la fuente, se recostó en la mesa de la cocina. Mi padre corría de un lado a otro frenético mientras juntaba y afilaba cuchillos. No sabía para qué. Por fortuna había una especie de comadrona que ayudó a mi madre. Cuando escuchó mi primer llanto, se presentó en la cocina con su uniforme de gala, con su sable envainado y una botella de champagne listo a celebrar mi ingreso a este mundo. (pag. 45).
Siempre que recuerda esta anécdota contada por su padre JMC ríe a quijada batiente y sus ojos se empequeñecen divertidos.
JMC. La guerra avanzaba sobre Francia así que nos fuimos a vivir a Los Alpes, a las montañas de Megève mientras mi padre marchó a la marina. Nació Phillipe también en la mesa de la cocina, otra. Mis primos estaban con nosotros. A veces había dinero y a veces no. Los vecinos nos daban comida. Leche, huevos y papas. Aunque vivimos penurias lo recuerdo como una época divertida y emocionante para Phillipe y para mí. Nunca fue así para mi madre.
Ella siempre ayudó y empujó a mi padre. No ocultaba su preocupación por él viajando en moto por la Francia ocupada consiguiendo la película de cine para sus experimentos con las cajas estancas, con los prototipos del regulador. Más tarde pegando bajo las sábanas junto a JYC película fotográfica de 35 mm que igual servía, solo que necesitaba más cuadros. La familia siempre estuvimos apoyándole y en especial mi madre.
Ella pasó más tiempo en el Calypso que mi padre, Phillipe y yo juntos. Era la madre de los marineros y hablaba como tal. Le cocinaba, les escuchaba, les daba consejos y les cortaba el pelo. En una ocasión en un atormenta salvó al Calypso de estrellarse contra las rocas. Es por ello que ahora que Cozumel le hizo un homenaje fue para mí muy importante y lo llevo en mi corazón. El busto de mi padre. Los niños del coro cantando Calypso, la canción de John Denver y el buceo con los niños embajadores del arrecife. Siempre lo recuerdo con mucho cariño.
http://www.oceanfutures.org/news/blog/simone-cousteau-soul-of-calypso
El tiempo ha volado. Le damos las gracias. Se voltea hacia Laura y dice, hemos tenido la compañía de una hermosa camarógrafo. Le envía un beso. Siempre tiene palabras lindas y atenciones hacia ella.
Con pesar tenemos que despedirnos de Jean Michel Cousteau porque tenemos una agenda muy agitada. Fueron solamente 72 horas con nosotros y hablamos de muchas cosas pero ya no en entrevista formal aunque se nos quedaron preguntas por hacer, siempre sucede así cuando te encuentras frente a una personalidad como la de este explorador, ecologista, educador y productor de cine francés. El hijo del famoso Capitán Cousteau, JYC. Jean Michel, heredero de su legado. Continuará.
Correo: rockydelfin@hotmail.com