El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, dijo que todos los musulmanes deben unirse contra el Tribunal de Justicia europeo por permitir que las empresas prohíban el velo.
Mientras Europa debate el resultado de las elecciones holandesas, las autoridades turcas siguen tensando sus relaciones diplomáticas con Ámsterdam y, por extensión, con el resto de la Unión Europea (UE), al acusar al continente de emprender una “cruzada” contra el Islam.
El presidente turco, el islamista Recep Tayyip Erdogan, se dirigió a todos sus “hermanos musulmanes” de Europa para criticar la decisión del Tribunal de Justicia de la UE de permitir que las empresas puedan prohibir el uso del velo islámico en horario laboral.
“Empezó una cruzada, no hay otra explicación. Europa se acerca a los tiempos de antes de la II Guerra Mundial”, dijo el mandatario.
Ya la víspera de las elecciones holandesas, Erdogan llamó a sus “hermanos musulmanes” residentes en Holanda a que no votaran ni a los partidos del Gobierno ni al ultraderechista Geert Wilders para luchar contra el “fascismo en Europa”.
La confrontación entre ambos países empezó el pasado sábado cuando Holanda impidió que ministros turcos hicieran campaña electoral en su territorio para pedir a la comunidad turca el apoyo en el referéndum constitucional que se celebrará en Turquía el próximo 16 de abril.
De ganar el “sí” en el referéndum, Erdogan ostentaría todo el poder ejecutivo, lo que convertiría Turquía en un régimen presidencialista .
Desde que se prohibieron los mítines por el “sí” el Ejecutivo turco tachó de “fascista” la actuación de Holanda, anunció “duras represalias” y exigió una disculpa por escrito.
Ante el apoyo europeo a las acciones de Holanda, las autoridades turcas intentan darle un carácter de confrontación religiosa a la disputa, ampliando así sus amenazas al conjunto de la UE.
El presidente turco insistió una vez más en tachar de “fascista” la actuación de Holanda y volvió a responsabilizarla por la matanza de la ciudad bosnia de Srebrenica, ocurrida en 1995, en plena guerra en Bosnia, y que en realidad fue cometida por milicias serbobosnias, una vez que se habían retirado de la zona los cascos azules holandeses que tenían la orden de protegerla.
“Mataron a ocho mil 354 hermanos musulmanes en Srebrenica. ¿Qué nos van a decir? Los quemaron y muchos continúan desaparecidos. Su democratización es preocupante. Sus valores europeos son preocupantes”, señaló Erdogan en un evento de campaña en la ciudad turca de Sakarya.
La inoperancia de sus cascos azules en Srebrenica aún pesa sobre la conciencia de Holanda, que emprendió varias comisiones de investigación e incluso un Ejecutivo dimitió por los errores en la defensa del enclave.
También atizó el fuego de la confrontación religiosa el ministro de Exteriores turco, Mevlüt Çavusoglu, al opinar sobre el resultado de las elecciones holandesas.
Tras asegurar que todos los partidos holandeses tienen la misma mentalidad “fascista”, aseguró que Europa se dirige hacia una “guerra de religiones”.
“¿Adónde estáis llevando a Europa? La estáis arrastrando al abismo. Pronto empezarán las guerras de religión”, dijo Çavusoglu.
Por su parte, el primer ministro turco, Binali Yildirim, aprovechó la derrota de la formación populista y antiislámica de Geert Wilders para destacar la influencia de la política turca en Europa.
“Incluso ahora Europa hace política como Turquía. Miren los resultados en Holanda, Turquía consiguió reajustarlos. El racismo se ha roto por un tiempo en Europa. Estas políticas hostiles no nos han llevado a ningún lado”, dijo Yildirim en un mitin sobre el referéndum constitucional.
“A los cinco millones de hermanos que viven en Europa expatriados, la mejor señal para Europa es su respuesta el 16 de abril”, dijo Yildirim.
Para el Partido de Justicia y Desarrollo turco (AKP), la comunidad turca residente en el extranjero es un importante caladero de votos que podría influir en el referéndum, cuyos resultados se presentan muy ajustados, de acuerdo con lo que indican las encuestas.
En las últimas elecciones generales, en noviembre de 2015, el AKP obtuvo un 56 por ciento de votos en el extranjero -e incluso alcanzó el 69 por ciento en Holanda, Bélgica y Austria-, por el 49.5 por ciento en el territorio turco.