Estos datos muestran lo difícil que es vivir con VIH en México

El primero de marzo se celebra el día internacional para la cero discriminación que tiene como enfoque principal divulgar información sobre el Sida y los derechos que asisten a las personas portadoras del virus.

Los y las portadoras de VIH o que están enfermas de SIDA, hasta la fecha son fuertemente discriminadas, esto se debe al miedo que las personas tienen al contagio, pero sobre todo a la falta de información y conocimiento sobre esta enfermedad.

La sociedad carga con una serie de prejuicios y estigmas, por lo que produce una doble discriminación a las personas con preferencias u orientaciones sexuales diferentes a las heterosexuales, pensando que por su elección tienen mayor posibilidad a ser portadores del virus, una idea anticuada pero que, tristemente, sigue muy difundida.

En la Ciudad de México la población enferma de SIDA ocupa el séptimo puesto de los grupos más discriminados, por abajo de personas indígenas, gays, de piel morena, pobres, adultas mayores y de las personas con lengua o idioma distinto. El miedo que les tienen y falta de conocimiento provoca que incluso se les llegue a negar servicio médico o la posibilidad de trabajar.

Según datos de ONUSIDA, 38 países, territorios y áreas imponen algún tipo de restricción a la entrada, estancia y residencia de quienes viven con el VIH. Además, la mayoría de los marcos legales y sociales siguen sin abordar el estigma y la discriminación contra las personas que viven con el VIH.

Según datos del Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH y el Sida (CENSIDA), en la Ciudad de México se tienen registrados 10 mil 910 casos de personas portadoras de VIH y 26 mil 431 casos de Sida; es decir, el 19 y 14.8 por ciento respectivamente del total de casos registrados en el país.

A pesar de las campañas informativas sobre la enfermedad, los prejuicios normalizados provocan que sean objetivo sistemático de discriminación que impide a las personas con VIH gozar de derechos fundamentales y los coloca en una situación de desventaja con respecto al resto de la sociedad.

Esta exclusión las deja fuera de una fuente laboral, de la escuela, e incluso de su propia familia. La estigmatización hacia estas personas también provoca abandono, que unido a la negación de derechos, puede significar un mayor y más rápido deterioro de su salud que termina con la muerte.

Sin duda es aún un largo camino el que se tiene que enfrentar para terminar día a día con la discriminación a las personas portadoras del virus o enfermas de SIDA, es importante mencionar que el contagio no es a través de la convivencia, de los abrazos, los besos, las platicas, el trabajo, etc.

Por lo tanto, con esta acción cada primero de marzo se realiza un llamado “para promover y celebrar el derecho de cada persona a vivir una vida plena con dignidad, independientemente de su aspecto, su lugar de procedencia y la persona a la que se quiere”.

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