Una dieta sana y equilibrada con amplias cantidades de frutas y verduras. Esa suele ser la premisa para quien busca estar en forma sin perder unápice de su buena salud. Para ello, es importante que las hortalizas y los lácteos, así como otros alimentos ricos en nutrientes beneficiosos para el cuerpo tengan un gran protagonismo en cada menú del día.
Por ejemplo, la col, la judía verde o el maíz forman parte de cualquier tipo de culinaria por sus potentes propiedades, pero, ¿es cierto todo lo que nos cuentan sobre estos alimentos? No te pierdas la lista de los siete alimentos que, aunque se empeñen en decirnos que son saludables, tienen una faceta desconocida que te puede resultar menos saludable.
1. Pan de trigo integral
Llega la hora de comer, te sientas a la mesa y… no lo niegues, ¡te apetece mojar en esa salsita el pollo que lo hace más sabroso! ¿Que te preocupa que el pan engorda? Entonces, echas mano del integral… ¡Meeeeec, error! Debido a que se manipulan genéticamente los ingredientes de este pan, el trigo integral puede causar celiaquía y otros problemas relacionados con la inflamación intestinal.
2. Crema sin lactosa
Las leches y las cremas sin lactosa contienen grandes dosis de jarabe de maíz, un edulcorante líquido creado a partir del almidón que contiene fructosa y daña el hígado. A diferencia que la glucosa, la fructosa tiene efectos más perjudiciales en el metabolismo y en el sistema vascular.
3. Soda dietética
Los edulcorantes artificiales que contiene esta bebida confunden a nuestro cuerpo y el metabolismo hace que tu peso corporal aumente. Además, debido al ácido cítrico propio de la soda, se produce una agresiva erosión dental así como la destrucción del esmalte natural de los dientes, por lo que se volverán amarillos.
A la lista de consecuencias de la ingesta de esta bebida se suman accidentes de carácter cerebrovascular y problemas de osteoporosis, así como reacciones depresoras y fuertes dolores de cabeza.
4. Brotes
No lo podemos negar: los brotes de soja o de guisantes (conocidos como germinados en el campo científico) contienen una gran cantidad de proteína, tanta que pueden ser comparables al porcentaje de la carne, los huevos o la leche, pero sin añadir la grasa qu éstos contienen. ¿Cual es el problema entonces? Muy sencillo: necesitan estar en condiciones muy húmedas para poder germinar y esas mismas circunstancias son las permiten la proliferación de bacterias potencialmente peligrosas, como E. coli o la listeria.
5. Palomitas aromatizadas
¿A quién no se le cae la baba cuando, al pasar por la puerta de un cine, percibe el agradable olor de las palomitas de maíz? Efectivamente, este glorioso manjar de picoteo no engorda tanto como otros alimentos ultraprocesados, como las patatas fritas o los snacks.
Sin embargo, lo de que sea saludable tiene truco: sólo serán beneficiosas para tu cuerpo (tienen una alta capacidad para saciar el hambre y grasas muy limitadas) si son caseras, ya que las de bolsa que se hacen en el microondas pecan de exceso de sal y de un alto contenido en aceites vegetales.
¿Que te gustan las de mantequilla? ¡Pues tampoco te salvas! Son éstas las que tiene un alto contenido en diacetilo, ese componente químico que le da un sabor insuperable… además de aceñerar la aparición de enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer.
6. Judías verdes
Hace ya mucho tiempo que las verduras y las hortalizas no son lo que eran (o si no, prueba a comerte un tomate de la huerta de tu abuelo y cómete otro que hayas comprado, no querrás por nada del mundo cambiar el primero por el segundo). Eso se debe a la gran cantidad de componentes químicos e insecticidas a los que están expuestos.
De esta exposición tampoco se salvan las judías verdes, que pueden estar contaminadas con el acefato, un plaguicida muy potente e igual de dañino para la salud.
7. Maíz transgénico
Podemos contar con los dedos de una mano la cantidad de alimentos naturales y saludables que podemos encontrar en un mercado… Y el maíz no estaría incluido en esta clasificación, ya que se modifica genéticamente para producir su propio plaguicida con el fin de resistir las pulverizaciones de insecticidas durante su cultivo.