Extorsiones, torturas y maltratos: así viven en las cárceles de la CDMX

Uno de los ejemplos más notorios es el del Reclusorio Oriente, donde un ex policía identificado como Luis Eusebio Duque, alias “El Duke”, tiene el control de todos los servicios ilegales que se ofrecen a los más de 12 mil internos que habitan el penal

En las cárceles de Ciudad de México, quienes no tienen dinero para pagar a custodios por su protección, sufren constantes abusos y son víctimas de torturas y maltratos.

Uno de los ejemplos más notorios es el del Reclusorio Oriente, donde un ex policía identificado como Luis Eusebio Duque, alias “El Duke”, tiene el control de todos los servicios ilegales que se ofrecen a los más de 12 mil internos que habitan el penal, entre ellos varios cabecillas de la Unión Tepito como “El Betito” y “El Pistache”.

El Duke controla las tiendas de abarrotes, la renta de pantallas de televisión, teléfonos celulares, la mayoría de los puntos de venta de droga y hasta “los depósitos” de dinero que los familiares de los internos les hacen en tiendas de conveniencia y que los presos cobran dentro de la cárcel pagando una comisión.

El reportero Carlos Jiménez compartió la lista de precios por cada uno de estos servicios: teléfono celular, 5.000 pesos semanales; horno de microondas 2,5000 pesos; pantalla mayor de 20 pulgadas de 2,000 a 10,000 pesos, relación íntima o visita conyugal, 5.000 pesos; además de otros productos que se ofertan como planchas, consolas Xbox, frigobar, etc.

A pesar de la presencia de estos líderes, en el Reclusorio Oriente el que manda es El Duke, a través de su encargado en turno, una especie de lugarteniente que recibe órdenes por teléfono y que dura en el puesto un máximo de seis a ocho meses.

El lugarteniente es quien paga la “nómina” a los internos que hacen funciones de seguridad, vendedores de droga y todo aquel que trabaja para él. Se estima que paga alrededor de 100,000 pesos a la semana.

La gente que “El Duke” tiene a su cargo es la encargada de los depósitos que los familiares hacen a los presos para ayudarlos con sus gastos: los familiares depositan en una tienda de conveniencia, manda una foto del ticket y esta foto se comparte a los “pagadores” en el interior, quienes se quedan con el 10 por ciento del envío.

El encargado que tiene El Duke dentro del Reclusorio Oriente le envía todos los días, a través de WhatsApp, las listas de pagos y los ingresos generados en prisión. Peso por peso se le reporta lo gastado y lo ganado.

Por otra parte, en el centro de reclusión menores de edad han captado a los reos tomándose fotos y las luciéndolas en su perfil de Facebook. También hay novatadas para los recién llegados.

En las redes sociales circula un video donde un grupo de reos juveniles es captado propinando una golpiza a los nuevos internos. La grabación fue compartida por Carlos Jiménez, y en ella se observa a un grupo de seis personas agrediendo a dos jóvenes que recién acaban de ingresar al penal.

En el penal femenil de Santa Martha Acatitla, de igual manera, también hay corrupción, pues se ha descubierto que las reas transmiten en vivo desde sus celdas desde celulares que en teoría deberían tener prohibidos.

El lunes 2 de febrero, fue abandonada una cabeza de cerdo afuera de las oficinas de Antonio Hazael Ruíz, subsecretario del Sistema Penitenciario de la Ciudad de México que acumula 13 fugas de cárceles desde que se hizo cargo de la gestión. La última ocurrió el 29 de enero del año pasado, cuando tres internos de alta peligrosidad -uno de ellos pariente del “Chapo” Guzmán”- escaparon de la Zona 1 del Reclusorio Sur.

Un estudio del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) demostró que en los reclusorios que se hallaban bajo la responsabilidad del subsecretario, el 80% de los familiares pagaba una cuota por llevarle comida a sus familiares, 57% pagaba por entrar al penal, y a 33% les cobraban por visitas conyugales.

Pocos meses después, Grupo Imagen exhibió una serie de videos que mostraban cómo funcionaban las extorsiones telefónicas al interior de las cárceles: los reclusos hacían las llamadas enfrente de custodios y funcionarios penitenciarios. Incluso se veía cómo reos y autoridades negociaban las cuotas para tener teléfonos, droga y alcohol en sus celdas.

Hazael Ruíz asumió el cargo en 2008 e inauguró su gestión con la fuga del narcotraficante Luis Gonzaga Castro Flores, del Reclusorio Oriente, quien trabajaba para Ismael “El Mayo” Zambada. Gonzaga logró salir por la aduana.

Las siguientes ocurrieron entre octubre y diciembre de 2013, cuando siete presos responsables de robo, homicidio y asociación delictuosa se fugaron de Santa Martha Acatitla usando boletas de libertad originales del Tribunal Superior de Justicia, pero con datos, firmas y sellos falsos.

Sobre la fuga del Chapo, el funcionario le echó la culpa a los jueces federales que enviaron a los reos de alto nivel a cárceles capitalinas, pues dijo que en sus cárceles no pueden hacerse cargo de ellos, ya que son de “mediana seguridad”.

Salir de la versión móvil