Fallece a los 96 años la Reina Isabel II

La reina Isabel II, jefa de Estado del Reino Unido y 14 países de la Commonwealth, falleció el jueves a los 96 años tras siete décadas de reinado en los que capeó numerosas crisis de una monarquía que ahora abre un nuevo capítulo.

Su hijo Carlos, de 73 años, se convirtió automáticamente en el nuevo monarca. “La reina murió en paz en Balmoral .

El rey y la reina consorte permanecerán en Balmoral esta noche y regresarán a Londres mañana”, informó el Palacio de Buckingham en un comunicado El deterioro de la salud de Isabel II se aceleró en los últimos días.

Isabel Alexandra Mary, oficialmente Isabel II, por la Gracia de Dios, del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y de sus otros reinos y territorios Reina, Jefe de la Mancomunidad, Defensora de la Fe, (nacida 21 de abril de 1926, Londres, Inglaterra), reina del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte es el título oficial de la soberana más longeva que había regido los destinos de esta nación de más 64 millones de habitantes, desde el 6 de febrero de 1952 y hasta este jueves 8 de septiembre, a sus 96 años, rompiendo todos los récords como la monarca más longeva de su país y del mundo.

Ya en el año 2015 había superado a la Reina Victoria con el reinado más largo de la historia británica. Su larga vida abarca casi un siglo de historia nacional y mundial, desde va desde antes de la Gran Depresión hasta la era del covid-19.

En estas siete décadas, Isabel II cumplió, sin cuestionar, el mandato impuesto desde su nacimiento de ‘vivir para servir’, como lo aseguran sus biógrafos. Fue testigo y partícipe de las decisiones políticas y económicas más importantes no solo de su país, sino de la geopolítica mundial, tras la Segunda Guerra Mundial.

Con una imagen de hablar pausado, caminado rápido y mirada franca, la soberana gobernó los destinos de millares de súbditos, pero también de su prolífera propia familia, incluidos sus cuatro hijos, ocho nietos y 12 bisnietos.

Desde que accedió al trono, en tiempos de la decadencia del poder imperial de la Gran Bretaña hasta el fin de su reinado, Isabel II se granjeó un halo como matriarca de generaciones de británicos, que la vieron como símbolo de estabilidad.

Preservó la popularidad de la monarquía, sorteando las imparables y amenazantes transformaciones tanto en política, economía y cultura. Con su talante y estilo, consiguió que dar un tono de poder a su reinado, pese al papel menos formal como ‘Jefe de Nación’ de la ‘monarquía constitucional’, donde la capacidad de hacer y aprobar leyes reside en un Parlamento electo.

En estas siete décadas se atribuyen cualidades de una dedicación tranquila y sin quejas al deber, incluso en la vejez. “Esto ha ganado el respeto generalizado en el Reino Unido y en el extranjero, incluso entre los llamados ‘republicanos’ que están ansiosos por la abolición de la monarquía”, le aseguró a EL TIEMPO la experta en temas de la realeza británica, Mónica Elliston, quien detenta el famoso ‘blue badge’ o insignia azul, que la acredita como guía turística oficial en Inglaterra.

Por el despacho de Isabel II en el Palacio de Buckingham pasaron 15 primeros ministros, desde el Winston Churchill, el hombre que lideró el triunfo en la guerra, pasando por Margaret Thatcher, la famosa ‘dama de hierro’, hasta Liz Truss, a quien le pidió que formase Gobierno tras ser elegida líder del Partido Conservador, en sustitución de Boris Johnson, que dimitió el pasado mes de julio.

De todos, la misma Isabel II mostró fascinación con Churchill, a quien consideró como su mentor y amigo durante sus primeros años regentando a los británicos.

“Fue una mujer integra, fuerte como ninguna, intachable, que sufrió mucho, pero pocas veces lo demostró, ni se quejó de su destino”, aseguró Elliston.

La renuncia del tío

Isabel nació un miércoles 21 de abril de 1926 a las 2:40 la madrugada. Corrían los duros años de austeridad y decadencia del Imperio Británico, tras la devastadora Primer Guerra Mundial o ‘Gran Guerra’, como la denominan los historiadores contemporáneos.

Su destino como soberana lo marcó uno de los escándalos de amor de la realeza que pusieron a tambalear la Corona británica.

Isabel era la hija mayor del príncipe Alberto, duque de York, y su esposa, Lady Isabel Bowes-Lyon. Como progenitora de un hijo menor del rey Jorge V, la joven Isabel tenía pocas perspectivas de acceder al trono.

La entonces princesa de 10 años, poco entendía lo que significaba que su tío, Eduardo VIII (luego duque de Windsor), el entonces rey del Imperio de la Gran Bretaña, abdicara para casarse con una plebeya divorciada y para más veras actriz estadounidense, Wallis Simpson.

Con ese gesto de amor, que ha inspirado miles de películas de cine, cambió la línea de sucesión y abriendo el camino hacia lo que sería el futuro reinado de Isabel II.

Fue una mujer integra, fuerte como ninguna, intachable, que sufrió mucho, pero pocas veces lo demostró, ni se quejó de su destino

Fue el jueves 11 de diciembre de 1936, cuando la pequeña vio a su padre, el príncipe Alberto, convertirse en el rey Jorge VI y ella a la heredera a Corona. Casi automáticamente, los sequitos de la Corte comenzaron a prepararla como futura soberana de los británicos.

La educación de la princesa fue supervisada por su madre, quien confió a sus hijas a una institutriz, Marion Crawford. Las enseñanzas de historia estuvieron a cargo del famoso Clarence Henry Kennett , quien luego sería rector del aristocrático y exclusivo Colegio de Eton, del cual ha salido una veintena de los primeros ministros.

Se contagió del jubilo popular

En los años de incertidumbre de la Segunda Guerra Mundial, se asegura que Isabel y su hermana menor, la Princesa Margaret Rose, pasaron gran parte de su tiempo a salvo lejos del bombardeo de Londres y separadas de sus padres, viviendo principalmente en el Castillo de Balmoral en Escocia y en el Royal Lodge, Windsor y el Castillo de Windsor.

Sin embargo, en octubre de 1940, la princesa Isabel de 14 años transmitió un mensaje a los evacuados en el programa de radio La hora de los niños, instándolos a tener valor.

A la edad de 19 años, la princesa Isabel se unió al Servicio Territorial Auxiliar (ATS, por sus siglas en inglés) y se formó como conductora y mecánica con el rango de Segundo Subalterno. Cinco meses después, fue ascendida a Comandante Junior, que era el equivalente a Capitán.

Tal vez el episodio que la habría marcado más, de cara su futuro como reina de los británicos, ocurrió en el atardecer del jueves 8 de mayo de 1945, cuando se declaró el fin de la guerra.

Su padre, el Rey la Familia Real hicieron ocho apariciones en el balcón del Palacio de Buckingham para reconocer a la multitud reunida en los alrededores. Los historiadores aseguran que Isabel y su hermana Margaret se escabulleron del palacio y participaron en secreto en las celebraciones callejeras del fin de la guerra.

Tras la primera gira real post guerra a Suráfrica en el año 1947, se anunció su compromiso con su primo lejano, el teniente Felipe Mountbatten de la Royal Navy, antes príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca. El matrimonio tuvo lugar en la Abadía de Westminster el jueves 20 de noviembre de 1947.

En vísperas de la boda, su padre, el rey Jorge VI, confirió al novio los títulos de duque de Edimburgo, conde de Merioneth y barón de Greenwich. Se instalaron en Clarence House en Londres. Tenía 21 años cuando se casó con Felipe, de 26 años, con quien mantuvo una firme relación durante 74 años hasta su muerte del duque en abril de 2021.

Su primer hijo, el príncipe Carlos (Charles Philip Arthur George), nació el 14 de noviembre de 1948 en el Palacio de Buckingham. Le siguieron Ana, nacida en 1950, Andrés en 1960 y Eduardo en 1964.

Ya para el año 1951, en medio del declive de la salud del Rey Jorge VI, la joven princesa y su esposo, dieron sus primeras incursiones representando a la Corona a nivel nacional y luego en giras internacionales, incluyendo Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda y Australia.

Un reinado temprano

Pero, fue en la africana Sagana, Kenia, donde los tomó la noticia de la muerte del Rey. Era un miércoles 6 de febrero de 1952.

Isabel, ahora reina, voló de inmediato a Inglaterra. Los primeros tres meses de su reinado, el período de pleno duelo por su padre, transcurrieron en relativa reclusión.

En el verano, después de mudarse de Clarence House al Palacio de Buckingham, asumió los deberes rutinarios del soberano y llevó a cabo su primera apertura estatal del Parlamento el 4 de noviembre de 1952.

Pero su coronación solo se realizó el martes 2 de junio del año siguiente en la Abadía de Westminster. Se trató del primer evento de este tipo en la historia, televisado en blanco y negro.

Isabel II visitó unos 117 países alrededor de los seis continentes. Con lo que se le considera la monarca más viajada, al haber cubierto al menos 12 millones de kilómetros, que la llevaron a lugares como la Yugoslavia comunista del mariscal Tito, pasando por los Estados Unidos del presidente George W Bush y el vaticano de papa Francisco en el jueves 3 de abril del 2014.

Según el biógrafo de la realeza, Robert Lacay, la Reina le dio a la corona una vida que nadie esperaba. Al contrario, sorprendió al demostrar la fuerza y ​​la importancia de la monarquía, más allá de la función de “desplegar una alfombra de felicidad”.

El ‘annus horribilis’

En sus siete décadas como monarca, la reina parecía cada vez más consciente del papel moderno de la monarquía, permitiendo, por ejemplo, la televisión de la vida doméstica de la familia real en 1970 y tolerando la disolución formal del matrimonio de su hermana en 1978.

En la década de 1990, sin embargo, la familia real se enfrentó una serie de desafíos. En 1992, un año al que Isabel se refirió como el “annus horribilis” de la familia real, el príncipe Carlos y su esposa, Diana, princesa de Gales, se separaron, al igual que el príncipe Andrés y su esposa, Sarah, duquesa de York.

Además, Ana se divorció y un incendio destruyó la residencia real del Castillo de Windsor. Asimismo, mientras el país luchaba contra una recesión, aumentó el resentimiento por el estilo de vida de la realeza, y en 1992 Aunque estaba exenta personalmente, la soberana aceptó pagar impuestos sobre sus ingresos privados.

La separación y posterior divorcio (1996) de Carlos y la inmensamente popular Diana erosionaron aún más el apoyo a la familia real, que algunos consideraban anticuada e insensible. Las críticas se intensificaron después de la muerte de Diana en 1997, especialmente después de que la Reina inicialmente se negó a permitir que la bandera nacional ondeara a media asta sobre el Palacio de Buckingham.

Tratando de pasar la página, la Reina buscó presentar una imagen menos sofocante y menos tradicional de la monarquía. En 2002, Isabel celebró sus 50 años en el trono. Como parte de su “Jubileo de Oro”, se llevaron a cabo eventos en todo la Mancomunidad de excolonias británicas, incluidos varios días de festividades en Londres.

Las celebraciones se vieron algo disminuidas por la muerte de la madre y la hermana de Isabel II a principios de año.

A partir de la última parte de la primera década del siglo XXI, la reputación pública de la familia real se recuperó, e incluso el matrimonio de Carlos en el 2005 con Camilla Parker Bowles encontró mucho apoyo entre el pueblo británico.

En abril de 2011, Isabel dirigió a la familia en la celebración de la boda del príncipe Guillermo de Gales, el hijo mayor de Carlos y Diana, y Catherine Middleton. Al mes siguiente, superó a Jorge III para convertirse en la segunda monarca con el reinado más largo de la historia británica, detrás de la Reina Victoria.

También en mayo, Isabel hizo un viaje histórico a Irlanda, convirtiéndose en la primera monarca británica en visitar la República de Irlanda y la primera en pisar Irlanda desde 1911. En 2012, Isabel celebró su “Jubileo de Diamante”, que marcó 60 años en el trono. El 9 de septiembre de 2015, superó el reinado récord de Victoria de 63 años y 216 días.

Cuando, el príncipe Felipe se retiró oficialmente de la vida pública en agosto de 2017, la misma Isabel II comenzó a reducir sus compromisos oficiales, pasando algunos deberes al príncipe Carlos y a otros miembros de alto rango de la familia real.

Aunque fue un golpe fuerte para la Reina la renuncia del príncipe Enrique, duque de Sussex, y su esposa, Meghan, duquesa de Sussex, a sus roles reales en marzo del 2020, a la soberana no le tembló la mano para firmar la exclusión de la pareja de sus privilegios monárquicos, aseguran conocedores de la Corona.

Ese talante se volvió a sentir en abril del 2021 con la muerte del duque de Edimburgo, su esposo por casi 74 años. “Él ha sido, simplemente, mi fuerza y ​​mi permanencia todos estos años”, así se expresó la monarca.

Nadie en su familia hacía nada sin antes contar con la venia de Isabel, quien favoreció la simplicidad en la vida de la corte, además de estar al día de los negocios del gobierno, de los deberes tradicionales y ceremoniales. Y así hasta su último día.

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