Por Julio César Silva Cetina | Palco Quintanarroense
Quién lo diría. Aquel hombre que en los años 90 se tiraba al suelo en medio de la calle, persiguiendo banqueros y desafiando a los presidentes, ahora se ha sentado en la cima del poder político en México.
Gerardo Fernández Noroña, el mismo que encabezaba ruidosas manifestaciones defendiendo a los deudores de la banca, ha sido nombrado presidente de la mesa directiva de la Cámara de Senadores.
Sí, el mismísimo Noroña que alguna vez fue detenido en Cancún por un grupo especial de judiciales de Mario Villanueva, por intentar boicotear una reunión de la Asociación Mexicana de Banqueros.
¡Qué giro tan inesperado del destino!
Recordemos que en 1997, cuando Noroña se encontraba liderando la Asamblea Ciudadana de Deudores de la Banca, su nombre era sinónimo de caos.
La prensa apenas le prestaba atención, y cuando lo hacía, era para resaltar sus extravagancias, no sus propuestas.
Uno de los momentos más importantes de su carrera como activista callejero fue cuando, junto con otras once personas, fue detenido en Cancún por intentar irrumpir en una reunión de banqueros.
Acusado inicialmente de terrorismo y sedición, terminó pasando una semana en la cárcel por los delitos de injurias y ataques a la autoridad. Mario Villanueva ordenó que lo liberarán bajo fianza, pero condicionado a que cada semana tuviese que ir a Cancún a firmar una especie de control.
En aquellos años, a Noroña se le veía más como un bufón de la política que como un actor serio.
Era un hombre que se lanzaba al suelo para detener el paso del presidente Ernesto Zedillo, una escena que parecía sacada de una comedia de enredos más que de la política mexicana.
El 1 de julio de 2015, Fernández Noroña llegó a Cozumel para tratar de encarar en un evento al entonces gobernador de Quintana Roo, Roberto Borge Angulo, pero no lo dejaron entrar.
Entonces, el petista empezó a alterar el orden, por lo que policías municipales le advirtieron que si no se calmaba sería detenido.
Ahora, ese mismo hombre que era levantado como un muñeco por los elementos del Estado Mayor Presidencial o que se tiraba dramáticamente al pavimento para evitar ser retirado, ha ascendido a un cargo que requiere, nada menos, que ecuanimidad y mesura.
¡Quién lo hubiera imaginado!
Y es que, a pesar de su reputación de provocador, Fernández Noroña ha demostrado una habilidad única para reinventarse.
Como diputado del PT, ha sabido mantenerse en el centro de la polémica, ya sea enfrentando reclamos en la vía pública o respondiendo con fiereza en redes sociales a cualquier descalificación.
Incluso, ha sabido guardar compostura cuando su compañero diputado, Porfirio Muñoz Ledo, lo contuvo en sus más intensas arremetidas en el salón plenario.
¿Será que ahora, como presidente del Senado, veremos una nueva faceta de Noroña?
La respuesta está por verse, pero una cosa es segura: el camino de Fernández Noroña hacia la cima del poder político no ha sido convencional y tampoco se esperaba que ocurriese.
Ha pasado de ser un rebelde sin recursos ni seguidores, a un personaje central en la política mexicana, con aspiraciones presidenciales.
Si algo ha enseñado Gerardo Fernández Noroña es que nunca se debe subestimar a quien está dispuesto a lanzarse al suelo por sus ideales, aunque se le tache de loco.
”Es hora de los plebeyos”, dijo cuando resultó electo presidente del Senado.