Por increíble que suene o parezca, cada 11 de noviembre se festeja el día del cornudo. Así como leyó. Ni más no menos. Raro, extraño y bizarro, es verdad. Una conmemoración que se origina en Italia.
Más precisamente en Rocca Canterano, un pequeño poblado de unos 200 habitantes. Allí cada año se realiza la particular Festa dei Cornuti (o “la fiesta de los cornudos” en castellano).
El fin del agasajo es para homenajear a San Martín, obispo de Tours y patrón de todos aquellos a quien su pareja ha engañado en un momento de sus vidas.
El mismo se realiza el domingo más cercano al 11 de noviembre y la preside un personaje al que llaman el “gran cornudo del año”, que lleva los enormes cuernos que simbolizan la infidelidad. A su alrededor suenan la música medieval y las historias que varios juglares cuentan sobre hombres engañados y desdichados.
Para encontrar una razón que explique o, al menos, ponga blanco sobre negro para enteder semejante idea hay que arribar a los Celtas, quienes celebraban tradicionalmente el fin de año en noviembre con una larguísima fiesta salvaje de doce días de duración durante la que eran frecuentes las infidelidades.
Otra, más literal, asegura que en esas fechas suelen celebrarse ferias de ganado, que en la región en cuestión portan en general unos cuernos de buen tamaño.
Además, los cuernos tienen un motivo puntual. Para ello, hay que remontarse al Imperio Romano, cuando los guerreros se ausentaban por largos periodos y a su regreso recibían un par de largos cuernos llenos de monedas como regalo. Aunque, en muchos casos, se encontraban con que sus esposas habían experimentado nuevos amores. Por ello les quedó el mote de cornudos.
Entonces el famoso dicho popular “De los cuernos y de la muerte no se salva nadie”, tiene un sustento lógico.