Julio César Silva Cetina | Las estadísticas afirman que la temporada alta arrancó de manera exitosa. Desde el fin de semana la mayoría de los hoteles reportan estar hasta el tope, incluso en Cozumel y el centro de Cancún, que normalmente no tienen una demanda alta.
Además, en Cancún la Asociación de Hoteles reporta una sobreventa del 10%. ¿Es positivo o negativo ese dato? Depende del cristal con que se mire. Los prestadores de servicios turísticos argumentan que sobrevender los inventarios hoteleros en ese margen es una práctica permitida en la industria, que se compensa con las cancelaciones de última hora.
Sin embargo, para los turistas que pagaron con meses de anticipación su viaje seguramente no será nada agradable que al llegar al hotel elegido le digan que no tiene habitación y si tiene suerte, podrían ubicarlo en otro establecimiento de la misma cadena.
Es común que en estas épocas del año haya turistas que peregrinan de hotel en hotel buscando alojamiento. Muchos son visitantes que decidieron venir de última hora, a la aventura, pero otros son víctimas de esa sobreventa.
Justificado o no, ético o no, lo que no debe permitirse es abusar de esa práctica y mucho menos que ésta se utilice como una manera para financiar la operación de las empresas turísticas, como parece estar ocurriendo.
Me explico: ejecutivos de empresas turísticas me confiaron que muchos de los turistas afectados con las sobreventas pagaron desde septiembre su viaje y cuando llegan a Cancún y se encuentran con que no les respetaron lo que compraron, les reembolsan sin mayor problema el monto de su paquete, obviamente sin los intereses generados durante esos tres meses que pasaron entre su compra y la devolución de su dinero.
Es decir, que las empresas turísticas obtienen de esa manera financiamiento gratuito, pero a costa de la imagen de un destino turístico que invierte mucho en su promoción.
Al final, los turistas pudieran obtener hospedaje en otro hotel, pero pagando hasta un 30% más que el paquete adquirido originalmente, afectando el presupuesto que programaron gastar en paseos, restaurantes, discotecas y recuerdos, pero sobre todo su ánimo, que pone en contra de un destino que pensaba disfrutar y que en lugar de ello sufrió.
Ojalá se tome conciencia de ello, porque la promoción turística cuesta esfuerzo y dinero y no se debe tirar por la borda.