Le Pen no gana ninguna región, pese a arrasar en primera vuelta; conservadores de Sarkozy llevan ventaja: conteos preliminares
Simpatizantes del partido de izquierda celebraron ayer en París tras el anuncio de los resultados de las elecciones (LOIC VENANCE. AFP)
La extrema derecha fracasó en su objetivo de conquistar por primera vez un gobierno regional en Francia, ya que no ganó ninguna región este domingo en la segunda vuelta de los comicios, pese a su resultado histórico en la primera vuelta.
Los resultados son un revés para la líder del Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, en su búsqueda por ser una candidata de peso para las elecciones presidenciales de 2017.
De acuerdo con los resultados preliminares, en la segunda vuelta electoral, los conservadores ganaron siete regiones, entre ellas la Isla de Francia, que los socialistas gobernaban desde hace 17 años. La izquierda en el poder, que hasta ahora dirigía todas las regiones menos una, limitó las pérdidas que se le auguraban y venció en cinco. En Córcega, ganó la lista nacionalista.
Los resultados no fueron una victoria real para ninguno de los dos partidos principales, afectados por la creciente atracción de desilusionados votantes hacia la extrema derecha.
El líder de la oposición conservadora de Francia, el ex presidente Nicolas Sarkozy, dijo ayer que la derrota del Frente Nacional (FN) en la segunda vuelta de las elecciones regionales “no debe hacer olvidar la advertencia de la primera” ronda, cuando los ultraderechistas fueron el partido más votado.
Numerosos barones de su partido le reprocharon a su líder, Sarkozy, que la victoria lograda en la segunda vuelta de las regionales no sea tan brillante como auguraban las encuestas hace unas semanas.
Los partidos tradicionales se beneficiaron con una mayor movilización del electorado, con una tasa de participación que subió a 59%, nueve puntos más que en la primera vuelta.
La jornada estuvo marcada por los llamados de políticos y de numerosas asociaciones, que exhortaron a “bloquear el camino” al Frente Nacional.
Durante toda la semana de campaña, tanto la izquierda como la derecha se esforzaron en atraer a las urnas a los electores que se habían abstenido en la primera vuelta. La izquierda retiró a sus listas en las dos regiones en las que el FN estaba mejor situado y llamó a votar por el candidato de la derecha.
El primer ministro, Manuel Valls, saludó ese “muy digno impulso” del electorado, pero dijo que no es momento de “ningún triunfalismo”, porque “el peligro de la extrema derecha no se ha disipado, ni mucho menos”. Valls agitó la amenaza de una “guerra civil” si el FN alcanza el poder.
“Nada podrá detenernos”, afirmó Marine Le Pen tras conocerse los resultados, en un discurso en el que criticó con vehemencia los llamados a bloquear al FN, calificándolos de “derivas de un régimen agónico”.
“Hay victorias que son una vergüenza para los vencedores”, dijo Le Pen, y aseguró que pese a la derrota, su avance electoral “ha servido para sacar a la luz la mentira en la que reposa el sistema político francés”.
Pero el FN tiene motivos para consolarse con el récord de 6.8 millones de votos obtenidos, por encima de los 6.4 millones que sumó en la última presidencial, en 2012, pero entonces con una participación 20 veces superior.
Estos comicios son los últimos antes de la elección presidencial de 2017 en Francia, para cuya primera vuelta los sondeos colocan a Marine Le Pen a la cabeza. Su partido gobierna una decena de municipios, pero no ha logrado imponerse a nivel regional.
Unos 45 millones de franceses estaban convocados ayer para elegir 1.757 consejeros regionales, quienes eligen después al presidente del ejecutivo regional.
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