Gobierno de Michoacán con apoyo de Washington crea base de datos que permitirá rastreo de armas

Aquí no todas las ametralladoras dicen “Made in the USA”. Las leyendas impresas en sus dorsos varían y hablan de que las redes de tráfico de armas hacia nuestro país tienen muchos tentáculos en el planeta, algunos en otros continentes y hasta eras: “Product of Egypt”, “Proizvedeno u Srbiji”, “Fabricat in Romania”, “Zhōngguó zhìzào”.

Algunas, las menos, dicen “Hecho en México”, pero todas, de una u otra forma, siguieron un camino desde distintas décadas, ejércitos y puntos del mundo hasta llegar a Michoacán, a manos de Los Templarios, el cártel Jalisco Nueva Generación, Los Viagras, Cárteles Unidos y otras organizaciones criminales o delincuentes comunes que operan en el estado.

¿Cómo se sabe? Por una de las bases de datos armamentísticas más poderosas y bien organizadas de México.

Con apoyo de Washington y como parte de una estrategia encaminada a impulsar el rastreo de armas a nivel estatal, la Fiscalía General de Justicia de Michoacán ha logrado crear una bóveda de resguardo de evidencias que es parte museo letal, parte proyecto diplomático y parte Naciones Unidas armamentístico.

Es un plan de trabajo conjunto al que los gobiernos michoacano y estadunidense le apuestan para reducir el número de armas que circulan por uno de los estados más violentos del país.

“Es de lo mejor que he visto”, admitió el jefe del buró de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego en México, Timothy Sloan; “Esta bóveda no le pide nada a las que tenemos en Estados Unidos“.

Por fuera, la bóveda solo es un edificio más de la fiscalía michoacana, pero por dentro, resguarda un arsenal digno de un ejército pequeño.

En decenas de anaqueles yace la pista para resolver miles de homicidios y el registro de lo cruenta que ha sido la guerra michoacana: aquí, han sido catalogados más de mil rifles y pistolas y 700 mil casquillos, recopilados a lo largo de los últimos siete años, entre los que se incluyen municiones de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y el extinto Pacto de Varsovia, algunas de las cuales tienen conexión directa con asesinatos y masacres.

MILENIO recibió acceso inédito a la bóveda, a la que tanto el gobierno de Michoacán como la embajada de Estados Unidos, el Departamento de Estado y el Buró de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego de Estados Unidos (ATF, por sus siglas en inglés) han invertido años de capacitación y millones de pesos y dólares en recursos para convertirla en un referente nacional.

El objetivo final, “que ya está muy cerca” de acuerdo a la ATF, es llevar a la bóveda de evidencias michoacana a tener las certificaciones totales y permitirle recibir acceso a las bases del gobierno estadunidense, para que agentes locales puedan usar la información del Deen tiempo real, durante sus investigaciones de tráfico de armas.

Esa interconexión permitiría vincular a las subsedes de Zamora, Lázaro Cárdenas o Apatzingán con la información de Washington y daría pie a que cualquier arma encontrada en territorio michoacano pueda ser rastreada hasta el punto de fabricación y venta en Estados Unidos, complicando la capacidad de las organizaciones criminales michoacanas para abastecerse de armamento.

En la bóveda central, ubicada al oeste de Morelia, descansan armas con origen en al menos 40 países, empleadas en distintos crímenes desde 2015, año en el que el gobierno michoacano inició el registro ordenado de números de serie.

Actualmente forman parte de investigaciones criminales abiertas tanto en México como en Estados Unidos y otros países.

“Tenemos de diversos calibres: 9mm, 38 super, 380 y tenemos alguna que otra, comúnmente denominada, hechizas. Tenemos armas largas, con calibre .223 o 7.62 por 32, conocidas como cuernos de chivo”, explica Pedro Gutiérrez, coordinador general de Servicios Periciales de la fiscalía michoacana; “Estamos orgullosos de lo que ha logrado el equipo”.

Este es el rostro de la cooperación Washington-estados mexicanos. Apenas en diciembre pasado, oficiales federales estadunidenses acudieron a la bóveda, peinaron el contenido de sus anaqueles y obtuvieron varias pistas que apuntan a distintos puntos de venta en Estados Unidos. 

Son datos que ya forman parte de una investigación binacional activa, encaminada a desarticular una red que transporta armas de norte a sur. Los detalles exactos permanecen reservados, pero implican a ciudadanos de ambos países.

“Hay más de mil armas en esta bóveda y por eso hemos decidido trabajar con la fiscalía de Michoacán para detener el flujo de armas y evitar que más lleguen al estado”, dijo Sloan.

Pese a la retórica que pueda haber en otros niveles, aquí hay diálogo constante. La idea que subyace en el proyecto conjunto entre la ATF y la Fiscalía de Michoacán es colaborar entre ambas partes, a nivel federal estadunidense y estatal mexicano para fortalecer capacidades locales.

“Nosotros en Estados Unidos identificamos los patrones de compra y necesitamos la cooperación de México, aquí en Michoacán, para investigar de su lado a los transportistas”, añadió Sloan.

En Michoacán, apuntó, “no les molesta que venga alguien de la embajada a ayudar porque quieren reducir el crimen y saben que juntos podemos hacerlo. El objetivo que tengo es replicar esto en todos los estados del país”.

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