Yucatán, 28 de octubre 2022.- La tradición y el arraigo de recordar a los muertos en estos días de “Hanal Pixán” es tan fuerte como la vida misma: centenares de meridanos acuden a los mercados para surtirse de todo aquello que les permitirá honrar a los fieles difuntos.
Los puestos de los centros de abastos Lucas de Gálvez y San Benito, así como los mercados de la periferia del centro histórico: Santiago, San Sebastián y Chembech lucen muy concurridos por quienes buscan flores, dulces e insumos para colocar en los altares.
El alto costo de las flores propias de estas fechas, así como de las carnes, hojas de plátano y condimentos para elaborar los tradicionales pibes y otros alimentos, complican las celebraciones, pero no las impiden.
La gente no deja pasar desapercibida la visita de seres queridos que se adelantaron y busca, aunque sea con lo mínimo posible, agasajarlos durante su estancia.
Las flores de cempasúchil, las de mayor demanda, se ofrecen a 50, 70 y hasta 100 pesos docena, lo mismo las “patas de león”, “nube”, claveles, crisantemos y otros racimos con los que adornan las mesas o las tumbas.
Los parroquianos preguntan en uno u otro puesto hasta hallar el de menor precio y lozanía que más le convenga.
Lo mismo ocurre con los espelones, epazote, manteca, pollo y cerdo, así como los “recados”, cuyo costo prácticamente ha subido al doble respecto el año pasado.
En cada casa yucateca no puede faltar el mucbipollo o pib, elaborado a base de masa de maíz con trozos de carne, condimentado con tomate y chile, una de las tradiciones más arraigadas en el estado.
En los pasillos pululan los vendedores de calaveras de azúcar, mazapanes y dulces de jamoncillo de diferentes colores y formas.
Además, los adornos de calaveras y catrinas en cartón, papel china y crepé, sin faltar los cirios, veladoras, incienso y todo lo necesario para recibir a las almas.
Como en otras partes del país, en Yucatán las tradiciones lejos de desaparecer adquieren mayor fuerza y el “Hanal Pixán” o “comida de muertos” combina elementos mayas y religiosos.
Así, la gran romería ha devuelto la vida a los centros de abasto de Mérida.