¿Hasta dónde debe tolerarse que un grupo de inconformes atente contra la actividad económica que les permitió llegar a Quintana Roo para emplearse como profesores? ¿Hasta cuándo las autoridades deben dejar a un lado la tolerancia en extremo y aplicar simplemente la ley?
¿Hasta cuándo se permitirá que miles de niños quintanarroenses sigan sin clases? Hace casi un mes que no van a la escuela y los días inhábiles forzosos se acumulan a diario.
El gobierno del estado firmó dos minutas con los profesores inconformes, dos acuerdos en los que les cumplía todas sus demandas, pero los maestros lo rompieron en igual número de ocasiones.
El gobernador Roberto Borge se reunió tres veces con los dirigentes de los inconformes y difundió ya dos mensajes de conciliación y diálogo, que se ha quedado en las ondas hertzianas.
¿Habrá llegado el momento de otras acciones? Si una parte del conflicto se niega al diálogo, a la conciliación y lejos de cualquier acercamiento, decide atentar contra la fuente de bienestar de todos los quintanarroenses, ¿se le debe seguir tolerando?
¿Qué daña más a la imagen internacional del Caribe mexicano, una acción de la autoridad garantizando el libre tránsito de residentes y turistas, la aplicación estricta de la ley o el bloqueo por horas del acceso principal a la zona hotelera de Cancún?
El estado tiene legalmente el monopolio de la violencia. ¿Llegó el momento de usarla? Ayer, entre la desesperación, impotencia y coraje, los cancunenses que vivieron en carne propia el bloqueo pedían que la autoridad desalojara a los manifestantes.
“Ya fue suficiente, que los metan a la cárcel”, decía un taxista a su pasajero.
“La paciencia en estos días es un aliado invaluable para los cancunenses”, me escribió en Whatsapp Sergio Cárdenas, colaborador de El Quintanarroense, quien no pudo enviar su artículo, porque los profesores le robaron su tiempo.
Sergio no pudo publicar su artículo de los miércoles, pero cientos no pudieron llegar a tiempo a su trabajo; en los hoteles y restaurantes de la zona hotelera se puso en riesgo la calidad en la atención de los turistas por la falta de personal.
Si al centro de Cancún llegan pocos turistas, ayer brillaron por su ausencia en los agonizantes mercados de artesanías, porque no pudieron llegar.
¿Hasta dónde debe mantenerse la tolerancia extrema?¿Has cuándo?