A 17 meses de distancia para las elecciones presidenciales de Estados Unidos, ayer la ex secretaria de Estado, Hillary Clinton, al lanzar de manera oficial su campaña para buscar la candidatura demócrata para la Casa Blanca, aseguró ante miles de simpatizantes en un parque de la isla de Roosevelt, en el East River de Nueva York, en su primer gran discurso, que defenderá a todos los estadunidenses y al presentarse como una defensora de la clase media, prometió terminar con las ventajas para los más ricos que han disparado las desigualdades en el país.
Acompañada por su esposo, el ex mandatario Bill Clinton, y su hija, Chelsea, Hillary se mostró como defensora de la mujer, de los homosexuales y de los inmigrantes indocumentados, para quienes pidió un camino hacia la ciudadanía y no un “estatus de segunda clase”. El lugar elegido, que recuerda al presidente del “New Deal” con el que EU respondió a la Gran Depresión, tiene mucho de simbólico para Hillary, que dijo inspirarse en las políticas en favor del estadounidense medio que impulsó Franklin Delano Roosevelt.
“Igualdad de oportunidades. Trabajo para el que pueda trabajar. Seguridad para los que la necesitan. El fin de los privilegios especiales para unos pocos. La defensa de las libertades civiles para todos. Un amplio y constante crecimiento de los estándares de vida”, enumeró Clinton citando a Roosevelt.
LAS DIVERGENCIAS
Sobre las divergencias entre ricos u la clase media centró buena parte de su discurso y dijo que se presenta para garantizar que la economía funcione. Por otra parte, Hillary utilizó el humor para responder a críticas vertidas por los republicanos, entre otros, a aquellos que la consideran demasiado mayor para dirigir el país a sus 67 años.
“Todos nuestros presidentes llegan al cargo mostrándose muy vigorosos y luego vemos su pelo volverse gris y más gris. (…) Yo tengo una ventaja adicional: no verán mi pelo ponerse gris en la Casa Blanca, ¡llevo años con tinte!”, ironizó la aspirante demócrata, que de ganar las elecciones del próximo año será con 69 años la segunda personas de más edad en acceder a la Casa Blanca.