Houston, tenemos invitados

En su temporada de redención, Tom Brady ha conseguido un nuevo viaje al Super Bowl.

Tras comenzar la campaña suspendido cuatro encuentros por el escándalo de los balones desinflados hace un par de años, el quarterback condujo ayer a los Patriots hacia una victoria aplastante por 36-17 sobre los Steelers de Pittsburgh, para que Nueva Inglaterra impusiera un récord, al avanzar por novena ocasión al gran partido.

Brady disputará el séptimo Super Bowl en su carrera. Lanzó para 384 yardas, la mejor cifra en Playoffs en la historia de la franquicia, incluidos tres envíos de anotación, en lo que fue la sexta final consecutiva de la Liga Americana disputada por Nueva Inglaterra.

Desde la reaparición de Brady en la Semana 5, la única derrota de los Patriots se dio en casa ante Seattle, y el pasador de 39 años, tuvo una de sus mejores campañas en una carrera que terminará en el Salón de la Fama.

Lo dejó en claro en un encuentro con un clima similar al del juego por el campeonato de Conferencia de 2014 que trajo consigo la investigación de los balones desinflados, pero ahora, Brady desinfló a la defensiva secundaria de Pittsburgh.

Chris Hogan fue su arma principal. El antes poco conocido receptor encontró espacios por todo el campo contra una secundaria que dejaba pasar todo. Hogan capturó nueve pases para 180 yardas y dos anotaciones.

Julian Edelman añadió 118 yardas en ocho recepciones, con una anotación, al tiempo que Brady igualaba el récord de Joe Montana con nueve encuentros de Playoffs con tres o más pases de anotación. Brady también tuvo su decimoprimer encuentro con 300 yardas o más, extendiendo su récord de la Liga, completando 32 de 42 envíos.

Pittsburgh perdió a su corredor estelar Le’Veon Bell en los últimos minutos del primer cuarto, con una lesión en la ingle. No pareció contar mucho en el campeonato de conferencia número 16 que jugaban los Steelers, que cometieron errores en cada fase del juego. La franquicia que ha ganado más Super Bowls (6) y más juegos de postemporada (36), nunca pareció estar a la par de sus rivales  bajo una pertinaz lluvia.

Para Bill Bellichick, coach de los Patriots, la séptima aparición en un superdomingo representa un récord para cualquier entrenador.

Al final, la afición de los Patriots coreaba “¿dónde está Roger (Goodell)?”, celebrando un nuevo viaje al Super Bowl para su equipo.

Halcones se impone a los Empacadores

Matt Ryan y Julio Jones fueron las piezas fundamentales en una máquina de hacer puntos y los Falcons ahuyentaron a algunos fantasmas que los habían asolado en el último medio siglo. Dentro de dos semanas, buscarán conjurar otra maldición y ganar el Super Bowl.

Ryan lanzó para 392 yardas y cuatro anotaciones, con lo que esgrimió otros argumentos para ser el Jugador Más Valioso de esta campaña, y Atlanta apabulló ayer 44-21 a los Packers de Green Bay en el partido por el título de la Conferencia Nacional.

Jones se olvidó de una dolencia en el dedo gordo de un pie, y realizó nueve recepciones para 180 yardas y dos touchdowns.

Tras vencer a uno de los equipos más laureados de la NFL, Atlanta disputará apenas su segundo Super Bowl en los 51 años de historia de la franquicia. Perdió el primero hace 18 años contra los Broncos de Denver.

Si Ryan y el ataque más productivo de la NFL siguen jugando así en Houston, los Falcons podrían ser el tercer equipo de las principales Ligas estadounidenses que ponga fin a una larga malaria, en un año deportivo que tuvo ya la coronación de los Cavaliers de Cleveland en la NBA y de los Cachorros de Chicago en el beisbol de las Mayores.

Los Falcons tomaron una clara delantera de 24-0 en la primera mitad frente a Green Bay, que lucía como el equipo más candente de la Liga. El duelo quedó prácticamente finiquitado en la segunda jugada ofensiva de Atlanta en el tercer cuarto.

En esa acción, fueron evidentes todas las virtudes de Jones. Corrió por el centro del terreno, se sacudió el intento de LaDarius Gunter por sujetarlo, cambió su trayectoria hacia una banda, atrapó el pase de Ryan, volvió a eludir a Gunter, quien se había lanzado con la esperanza de derribarlo, y estiró un brazo para mantener a raya a Damarious Randall, antes de completar el avance de 73 yardas hasta la zona prometida.

En el último encuentro realizado en el Georgia Dome antes de su demolición, resonó un coro que pedía el nombramiento de Ryan como el Jugador Más Valioso. El quarterback se dio un festín frente a una secundaria plagada de lesiones, que no encontró la forma de frenar a un equipo que promedió casi 34 puntos por encuentro en la campaña regular.

Los Packers ostentaban una racha de ocho victorias en fila y venían de eliminar en forma dramática a Dallas. Pero supieron que les esperaba una noche de pesadilla desde la primera serie de Atlanta, coronada con un pase corto de Ryan a Mohamed Sanu para abrir el marcador.

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