CHICHEN ITZÁ, 11 de abril.- El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México anunció que investigadores hallaron un disco con jeroglíficos mayas en Chichén Itzá, luego de más de 100 años del último hallazgo de relevancia en la zona arqueológica. Marco Antonio Santos Ramírez, director de la zona arqueológica, destacó la importancia del descubrimiento, ya que las inscripciones podrían ser los últimos jeroglíficos que fueron escritos sobre la antigua cultura del Clásico Tardío.
El disco de piedra caliza, que mide unos 30 centímetros de circunferencia, tiene en el borde jeroglíficos mayas y al centro aparecen dignatarios mayas jugando Pok Ta Pok, el juego de pelota.
Santos Ramírez señaló que el hallazgo podría ampliar o cambiar lo que se conoce de la cultura maya, ya que al parecer contiene fechas, nombres o acciones que dejaron plasmados los antiguos habitantes de Chichén Itzá.
El director de Chichén Itzá indicó que el descubrimiento se realizó gracias a la inversión del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza), derivado del Proyecto Tren Maya, una de las obras insignia del presidente Andrés Manuel López Obrador. La Estructura Morley, donde se encontró el disco con jeroglíficos, se ubica en la zona conocida como Casa Colorada, a unos metros al sur del Castillo de Chichén Itzá.
El disco actualmente se encuentra en investigación, bajo el cuidado de epigrafistas, como David Stuart, de una universidad estadounidense. Los trabajos de Promeza en Chichén Itzá llevan 75% de avance en la parte de conservación y mantenimiento, sobre todo en estructuras que tenía décadas sin remozar.
La pieza, nombrada como Disco de los Jugadores de Pelota, fue encontrada por la arqueóloga Lizbeth Beatriz Mendicuti Pérez, dentro del conjunto arquitectónico Casa Colorada (nombrado así por los restos de pintura roja en su interior) o Chichanchob, ubicado entre el Osario y el Observatorio, como parte de la Estructura 3C27.
Esta estructura corresponde a un arco de acceso al área, informó el arqueólogo Francisco Pérez Ruiz, quien junto con el arqueólogo José Osorio León coordina la ejecución del Promeza en Chichén Itzá.
“En este sitio maya es raro encontrar escritura jeroglífica y menos un texto completo”, destacó el arqueólogo Pérez Ruiz, al explicar que el monumento hallado funcionó como marcador de algún evento importante relacionado con el Juego de Pelota de Casa Colorada, una cancha mucho más pequeña que el Gran Juego de Pelota de Chichén Itzá.
El investigador estima que este marcador de Juego de Pelota debe corresponder al periodo Clásico Terminal o Posclásico Temprano, entre finales de los años 800 y principios de 900 d.C.
A su vez, la arqueóloga Mendicuti Pérez detalló que el monumento se encontró en posición invertida, a 58 centímetros de la superficie, lo que sugiere que formó parte del muro este del arco mencionado, y su posición final se debió al derrumbe del mismo.
Detalló que se trata de un disco compuesto por roca de origen sedimentario, reconocida por la geógrafa Arlette Herver Santamaría. La banda glífica presente en la cara frontal mide aproximadamente seis centímetros de ancho, la cual rodea un registro interior iconográfico de 20 centímetros de diámetro.
El estudio iconográfico y epigráfico, encabezado por el arqueólogo responsable, Santiago Alberto Sobrino Fernández, ha identificado a dos personajes ataviados como jugadores de pelota, de pie, frente a una pelota.
“El personaje a la izquierda porta un tocado de plumas y una banda que presenta un elemento en forma de flor, probablemente un lirio acuático. A la altura del rostro se distingue una voluta, la cual puede interpretarse como aliento o voz. El contrincante porta un tocado reconocido como ‘turbante de serpiente’, cuya representación se observa en múltiples ocasiones en Chichén Itzá. El individuo usa protectores de juego de pelota. La banda epigráfica se compone de 18 cartuchos con una fecha de cuenta corta 12 Eb 10 Cumku, la cual apunta, tentativamente, al año 894 d.C.”
Pérez Ruiz adelantó que el estudio de la pieza se llevará a cabo dentro del Promeza; por el momento, ya se atiende su conservación.
En tanto, la restauradora de bienes muebles, Claudia Alejandra Mei Chong Bastidas, realizó la desalinización de la pieza con compresas de fibra de celulosa y una limpieza físico-química con agua destilada.