Cancún, 30 de abril.- Desde hace 28 días y puntualmente, permanece Marisel Díaz Cervantes sentada a la sombra de un árbol afuera del Hospital General “Jesús Kumate Díaz”, en espera de noticias de su hijo, quien fue atropellado, pero que ahora corre riesgo de contagio, pues fue ingresado al pabellón de los enfermos con COVID-19.
En entrevista, la afligida madre narró que hace casi un mes, su hijo, Darwin Alexis López Díaz, de 21 años de edad, fue atropellado por una camioneta, por lo que fue internado grave.
Al poco tiempo, sin embargo, se tomó la decisión de trasladarlo a este pabellón, pues tenía temperatura, lo que para las enfermeras era un síntoma sospechoso.
“Yo les dije que no era portador, pero no me escucharon”, lamentó.
Después llegó otro doctor que revisó su situación y corroboró que no estaba enfermo. Incluso se he hicieron pruebas tres veces, saliendo negativo, pero ahora no lo pueden sacar de esa área pues se carece de camas, además que al provenir de ese pabellón, es un posible foco de contagio.
Debido al lugar en el que está, su familia no puede visitarlo; su madre solo ha podido hablar con él dos veces por teléfono. A su larga recuperación, que podría tomar de dos meses a un año, ahora se añade la preocupación de que contagie de este virus, que en Quintana Roo ha matado a uno de cada 10 personas que lo contraen.
“Un doctor nos informa de su estado de lunes a viernes, pero en los fines de semana no hay información alguna; nos dicen que nos llaman, pero jamás lo hacen”, comentó Marisel.
En un inicio le habían dicho que se fuera a su casa, pero ella se negó, pues si no está ahí para preguntar, o les dan información alguna. Ya después de varios días de verla ahí, dejaron de insistirle.
“No te dejan pasar y si te acercas, las trabajadoras sociales te regañan. Son muy chocantes”, comentó la mujer.
Así como ella, hay muchos otros “acampando” debajo de los árboles afuera del Hospital, en espera de noticias de sus seres queridas. A veces llegan personas a darles un plato de comida o agua.
“Dios no me desampara. Aquí seguiré debajo de sus alas, hasta que Él le ordene a mi hijo a que se pare de su cama”, concluyó.