La elevada contaminación que permanece en la Ciudad de México, y que ha generado la implementación de la fase 1 de contingencia ambiental, tiene como origen la combustión de motores, plantas de energía, escapes de vehículos, evaporación de gasolina… y otras fuentes de actividad humana. Éstas generan reacciones entre compuestos orgánicos volátiles y óxidos de nitrógeno que dan por resultado el ozono en grandes cantidades en la zona baja de la atmósfera, causando daños a la salud humana.
Investigadores del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM han advertido que la contaminación en la ciudad no se ha logrado reducir debido al alto número de vehículos que circulan en ella, así como por el crecimiento sin planeación de la urbe.
De acuerdo con Ricardo Torres Jardón, del Departamento de Físico-química Atmosférica del CCA, en los últimos días se han sostenido los niveles de concentración de contaminantes como el ozono, que no ha disminuido significativamente por razones meteorológicas.
Para que se registre una mala calidad del aire en la Ciudad de México se requieren dos factores, explica, emisiones contaminantes y condiciones meteorológicas adversas. Así las primeras no han logrado ser dispersadas debido a vientos débiles y las presencia de un sistema de alta presión que favorece la estabilidad de la atmósfera.
“El fondo real del problema es la expansión urbana desordenada”, refirió ayer por su parte el CCA de la UNAM en un comunicado. El texto agrega que esto afecta no solamente la calidad del aire, sino también las áreas naturales protegidas, cultivos y recursos hídricos, poniendo en juego la viabilidad de la ciudad.
“Por ello se debe revisar, homologar y reforzar el ordenamiento territorial en todas las entidades de la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe), que debe convertirse en una verdadera y efectiva instancia de coordinación”. Además, añade, los programas ProAire libremente adoptados por dicha Comisión requieren de componentes vinculatorios, cuyo incumplimiento debe tener consecuencias.
La calidad del aire en esta metrópoli también depende de las urbes que hay alrededor, por eso se creó la CAMe, que considera a las seis entidades del centro del país: Ciudad de México, Puebla, Morelos, Tlaxcala, Hidalgo y Estado de México.
La institución recalca además que se debe generar un programa de movilidad a escala mega metropolitana, privilegiando el transporte público seguro y de calidad. De acuerdo con los investigadores universitarios el programa Hoy no circula ha promovido el tránsito de vehículos nuevos, en tanto que la reacción de la gente fue tratar de conseguir uno y ahora se tiene otro problema, que es reducir el alto número de autos en las vialidades.
El CCA manifiesta también que todas las políticas públicas sobre calidad del aire deben estar sólidamente respaldadas por conocimiento científico. Esto se debe a que estudios recientes sobre el smog fotoquímico en la región, añade, indican que uno de los temas prioritarios a investigar es la composición de compuestos orgánicos volátiles en las emisiones y la atmósfera del centro de México.
LO QUE RESPIRAMOS. De acuerdo con Agustín García, también investigador del Departamento de Físico-química Atmosférica del CCA, los principales contaminantes primarios que existen en la atmósfera son monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno y dióxido de azufre. Otros, los secundarios, se producen por la reacción de los primeros, como el ozono que ha generado la actual contingencia ambiental.
En 2006, las contingencias ambientales en la ciudad se activaban al alcanzar los 200 Imeca (índice metropolitano de calidad del aire), que en 2012 se disminuyó a 150. En el año 2014 se publicó la nueva norma de calidad de aire para ozono, que actualizó el nivel permisible, de 110 partes por billón (ppb), a 95, añade. “De ese modo, el cálculo del nivel de precontiningencias tiene valores más estrictos para su aplicación, y éstas se han vuelto a registrar”.
El investigador refiere que, al menos, se espera que en 2016 el número de precontingencias sea similar al del año pasado, es decir, seis o un poco más, debido a la época de calor, cuando hay más ozono, pocas nubes y mucha radiación solar. “Habrá que esperar la temporada de lluvias”.
Impacto en la salud
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, alrededor de siete millones de individuos mueren anualmente en las ciudades antes de tiempo debido a la contaminación del aire. Las mujeres embarazadas y sus bebés, así como las personas asmáticas, son los grupos más vulnerables a los efectos de la contaminación, refirió Álvaro Osornio Vargas, profesor del Departamento de Pediatría de la Universidad de Alberta, Canadá.
Elementos como el ozono en la parte baja de la atmósfera, en altas concentraciones, daña las vías respiratorias, causando irritación en la garganta, tos y afectaciones en personas con padecimientos respiratorios, cardiovasculares y asmáticas.
Si bien la contaminación del aire genera una gama importante de enfermedades o infecciones, subrayó, al mismo tiempo puede provocar ataques de asma, o que una mujer embarazada sufra un parto prematuro.
Durante el ciclo de conferencias 2015 Panorama de las Ciencias Atmosféricas, realizado en meses pasados en el CCA, el científico mexicano dijo que si se quisiera hablar de cómo interviene la contaminación en las enfermedades y hacer una evaluación global, sería difícil porque los sistemas de información no están diseñados para ello. “En México, por ejemplo, carecemos de bases de datos de causas específicas de muerte que testifiquen que la afección que indica el certificado de defunción en realidad acabó con la vida del individuo”.
En su exposición Las partículas contaminantes del aire, su composición y efectos biológicos, indicó que el gran motor del problema de la polución del aire es la movilidad del ser humano hacia sitios urbanos y, desde luego, “lo que nos preocupa es que eso traerá un impacto en la vida de los habitantes de las ciudades receptoras, fenómeno que preocupa a la OMS”. (Redacción)