El representante del Vaticano en México, Franco Coppola, indicó el martes que la nunciatura envió denuncias de cuatro obispos mexicanos a sus superiores para que sean investigados como parte del intento de la Iglesia Católica para acabar con la pederastia clerical y su encubrimiento.
Coppola no aclaró de qué se les acusa, pero indicó que de las decenas de denuncias que han llegado a un correo electrónico habilitado recientemente por la nunciatura, la mayoría son por casos de encubrimiento.
La Santa Sede anunció el martes que dos altos investigadores -Charles Scicluna, arzobispo de Malta y secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y Jordi Bertomeu- estarán en la Ciudad de México del 20 al 27 de marzo para recabar datos sobre todos los casos vinculados a abusos sexuales, un mal cuya magnitud el nuncio reconoció que se les “escapa” porque aunque la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) dijo que hay 217 sacerdotes investigados existen otros casos de órdenes religiosas cuyas denuncias van directamente a Roma, con lo que el número será mayor.
Ofrecer luz sobre este panorama será uno de los objetivos de la misión del Vaticano que mantendrá reuniones con los obispos mexicanos, los superiores de las órdenes religiosas y las víctimas que quieran hablar con ellos y a quienes garantizan total confidencialidad.
La misión, similar a otra que tuvo los mismos enviados a Chile en 2018, tiene lugar por la “gravedad” de la situación en el país y porque México, al tener una gran presencia de la Iglesia Católica puede convertirse en un modelo, bueno o malo, de cómo enfrentar los abusos sexuales, indicó Coppola en rueda de prensa con los responsables del episcopado mexicano.
Asimismo, animó a que todo interesado deje atrás desconfianzas y miedos y se acerque a la nunciatura, donde podrá ser recibido por media hora. Aconsejó llevar su testimonio escrito y cualquier documento que pueda ser utilizado como prueba.
Las víctimas mexicanas, sin embargo, se muestran escépticas.
“Los resultados de esta visita se deben medir exclusivamente a partir de hechos porque ya estoy cansada de la simulación que opera a todos los niveles de la Iglesia”, dijo a The Associated Press Biani López-Antúnez, víctima de un Legionario de Cristo que era director de una escuela en Cancún y que abusó sexualmente de ella entre los ocho y los diez años.
México, el segundo país con más católicos del mundo, ha acumulado desde hace décadas denuncias de abusos sexuales de sacerdotes y de su encubrimiento por parte la de alta jerarquía eclesiástica. También ha visto cómo en el último año nuevas víctimas, como López-Antúnez, han levantado la voz por delitos sufridos hace más de 20 años dejando en evidencia las asignaturas pendientes de la Iglesia, que aunque dice apostar por una política de “tolerancia cero” sigue sin ofrecer justicia, reparación integral y garantía de no repetición.
La misión enviada a Chile supuestamente fue a investigar un sólo caso, pero regresó con 2.600 páginas de testimonios de más de 60 víctimas. Su trabajo provocó que el papa pidiera perdón, que todo el obispado pusiera su cargo a disposición del pontífice y conllevó acciones judiciales.
El nuncio aclaró que no es la misma situación que en México, pero dijo que la intervención en Chile fue “muy eficaz”.
Lo que aún no queda claro es qué tan efectiva será la colaboración entre Iglesia de México y las autoridades civiles. La CEM había dijo en enero que 155 casos, de los 271 sacerdotes investigados, estaban en las fiscalías, pero el martes ajustó ese número a 119 y dijo que se basaba en reportes periodísticos porque cada diócesis no tiene obligación de informarles.
El secretario de la Conferencia, Alfonso Miranda, dijo que tuvieron una reunión mantenida con el fiscal general, Alejandro Gertz Manero, en la que pidieron que “que cada autoridad cumpla con su deber, las fiscalías estatales, así como cada obispo en su diócesis”.
“Tiene que haber intervención de una autoridad externa que determine responsabilidades delictivas porque si es sólo la comisión eclesiástica es muy difícil que suceda algo”, afirmó Alberto Athié, un exsacerdote mexicano que ha hecho campaña durante más de 20 años en nombre de las víctimas de abuso sexual clerical. En caso contrario, agregó, la misión del Vaticano podría quedarse en una muestra más de que la Santa Sede atiende el asunto, pero sin llegar al fondo.
Por eso Athié consideró imprescindible el interés de los legisladores mexicanos en que prospere una comisión de investigación independiente que se ha propuesto en el Senado -todavía sin fecha para su debate y votación- porque podría sistematizar la información, “reconstruir la verdad y turnar a las autoridades competentes a todos los responsables”, desde los abusadores a los encubridores. Miranda dijo que también la CEM había tenido encuentros con ellos.
El número de víctimas de abusos sexuales a manos de sacerdotes en México es una cifra negra. La CEM no ofreció cifra alguna.
Jesús Romero Colín, psicólogo y director de la organización no gubernamental Inscide, que atiende a víctimas de abusos sexuales y él mismo fue abusado por el párroco de su iglesia cuando tenía 11 años, asegura que pueden ser miles.
“En mi caso había 20 víctimas y yo solo denuncié. De 50 víctimas que hemos recibido en la organización sólo se animaron a denunciar dos y hay sacerdotes que abusaron hasta de 100 o 130 víctimas”, indicó. “Ese es el porcentaje”.
El caso de Romero Colín es una excepción porque su abusador, Carlos López Valdez, fue el primer sacerdote condenado en México por pederastia y actualmente está en la cárcel. La sentencia, de 63 años de prisión, llegó en 2018 después de diez años de lucha. Pero, aun así, Romero Colín asegura que quedan muchos pendientes.
Por eso acudirá a la cita con los enviados del papa. “Lo importante es que los sobrevivientes tengamos línea directa con el Vaticano, saltarnos a todos los intermediarios”.