Este sector registra el mayor número de casos de Covid-19 en territorio español; “se sienten inmunes”, afirman algunos; son inconscientes, dicen otros
Madrid.— Tras sufrir uno de los confinamientos más duros a nivel internacional, España vuelve a enfrentarse a una segunda ola de coronavirus, con la diferencia de que ahora son los jóvenes los más afectados por los contagios y también los principales responsables del rebrote de la pandemia en muchas localidades ibéricas.
Con su comportamiento incívico, muchos jóvenes están saboteando la nueva normalidad, porque son los primeros causantes de que regiones como Cataluña, Aragón y Navarra hayan retrocedido en la lucha contra el Covid-19. Las fiestas ilegales en locales y domicilios privados, los botellones (consumo de alcohol en grupo en la vía pública) y la reapertura de los centros de ocio nocturno están contribuyendo al resurgimiento del coronavirus. En su mayoría se trata de jóvenes y adolescentes, que prescinden de las mascarillas y no guardan la distancia social.
Tras el estado de emergencia y las restricciones impuestas por la pandemia, una parte de los jóvenes parece estar decidida a tomarse la revancha y divertirse con la misma despreocupación de siempre, lo que lleva a todo tipo de excesos. En ocasiones no son conscientes de las graves consecuencias sociales y económicas que puede tener su comportamiento en una etapa tan delicada como la que atraviesa España, después de tocar fondo con la crisis sanitaria.
La menor percepción de riesgo, la presión del grupo y el ambiente veraniego y vacacional son algunos de los factores, según los expertos, que explican el aumento de los contagios en este sector de la población.
Aunque no se puede generalizar, porque también son muchos los jóvenes que siguen las recomendaciones de las autoridades, los datos oficiales confirman que entre los ciudadanos que adoptan actitudes irresponsables, los adolescentes y veinteañeros representan un porcentaje significativo. Si durante los peores meses de la crisis sanitaria en España el perfil del paciente se situaba en torno a los 50 años o más, con una alta probabilidad de ser ingresado, ahora la edad media ha bajado bruscamente y la mayor parte de los contagiados son asintomáticos.
La situación es preocupante, sobre todo por el temor a una segunda oleada del virus, luego de la aparición en las últimas semanas de más de 500 brotes en distintos puntos del país.
Sandra, quien trabaja en una financiera, cree que a los jóvenes hay que hacerles llegar historias reales de padres, abuelos y otras personas que han fallecido a causa del virus, para ver si reaccionan. Foto: Cortesía
Según un informe publicado por el Instituto de Salud Carlos III, de los contagios reportados en España desde el 10 de mayo hasta el 23 de julio, el tramo de edad con mayor número de afectados se concentra entre los 15 y los 29 años (7 mil 730 casos), mientras que las personas infectadas de entre 60 y 69 años apenas alcanzan las 2 mil 600.
EL UNIVERSAL recabó los testimonios de varios jóvenes españoles para indagar en las causas que llevan a muchos de ellos a despreciar el coronavirus.
“La mayoría de los jóvenes somos asintomáticos y sabemos que el virus no nos va a pegar fuerte, que no nos va a ocurrir nada grave ni vamos a acabar intubados, como los más mayores. Creo que eso hace que muchos no tomen las precauciones debidas y no les importe el riesgo”, señala Nuria, de 23 años, quien compagina los estudios con su trabajo en una ONG.
Reconoce que muchos jóvenes no están concienciados. “No se lo creen del todo y piensan que a ellos no les va a tocar. Lo viven como algo distante, ajeno, probablemente porque el virus no ha afectado directamente a sus familias”, asegura Nuria.
Adrián labora en la sección de carga y descarga del aeropuerto madrileño de Barajas. Él declara que los mayores de edad que actúan irresponsablemente deberían pasar un tiempo en el calabozo. Foto: Cortesía
“La conducta de ciertos jóvenes me parece fatal, una falta de respeto a todo el mundo. Yo me lo tomo muy en serio. No voy a fiestas, procuro estar en casa lo máximo posible y salir sólo para trabajar. Yo no le deseo ningún mal a nadie, pero a lo mejor a esos jóvenes irresponsables les vendría bien un pequeño susto, para que espabilaran”, relata Adrián, de 26 años, quien trabaja en la sección de carga y descarga del aeropuerto madrileño de Barajas.
“Actúan con total normalidad, como si se les hubiera olvidado la pandemia. Pienso no sólo que habría que endurecer las multas, sino que los mayores de edad que actúan irresponsablemente deberían pasar un tiempo en el calabozo. Las malas experiencias al final son las que cuentan”, agrega el joven que tiene conocidos que han sido sancionados por participar en botellones.
“Se sienten inmunes, no piensan en sus familias. Tras el confinamiento tienen muchas ganas de salir y les importa más disfrutar del verano que ser responsables con este tema”, indica Sandra, de 23 años.
“La mayoría de los jóvenes están poco informados. Pienso que hay que concienciarlos de las graves consecuencias de este virus y de que está muriendo gente por la pandemia, hacerles llegar historias reales de padres y abuelos que han fallecido, para ver si reaccionan”, concluye la joven que trabaja en una financiera.
Nuria, quien tiene 23 años, compagina los estudios con su trabajo en una ONG. Ella declara: “Sabemos que el virus no nos va a pegar fuerte, lo que hace que muchos jóvenes no les importe el riesgo”.. Foto: Cortesía
Algunas medidas
El gobierno catalán clausuró temporalmente el pasado 24 de julio las discotecas, salones de baile y salas de fiesta con espectáculos ante el resurgimiento del coronavirus, mientras otras ciudades españolas también han restringido el horario y los aforos de los centros de ocio nocturnos para atajar el avance de la pandemia, que también tiene focos importantes de contagio en las reuniones de familia y entre los trabajadores de temporada, en su mayoría magrebíes, que se desplazan a España para la recogida de frutas y que viven en condiciones precarias. Los gobiernos regionales de Cataluña y Aragón también prohibieron los botellones en sus territorios y los catalogaron de falta grave contra la salud pública, por lo que pueden ameritar sanciones de entre 3 mil y 15 mil euros.
El problema no se limita a España. La Organización Mundial de la Salud (OMS) pidió a los gobiernos europeos mejorar sus estrategias de comunicación para que sus mensajes sobre la pandemia calen entre los jóvenes, que están contribuyendo en gran medida a los rebrotes del coronavirus.