Laura Fernández Piña y Juan Carrillo Soberanis pueden decir que ganaron las presidencias municipales de Puerto Morelos e Isla Mujeres dos veces: una ante sus propios adversarios y otra frente a quienes, desde su propio partido, el PRI, le apostaban a su derrota y operaron con la intención de que perdieran.
En ambos municipios se alentó y apoyó a los adversarios desde la estructura que debía trabajar en favor de Laura Fernández y Carrillo Soberanis. Desde el llamado “cuarto de guerra”, donde los gurús manejaban el tablero de control de la campaña, se esparcía el rumor de que ambos perderían.
Desde el “cuarto de guerra”, donde los gurús tejieron el cerco que impidió a su candidato a gobernador Mauricio Góngora Escalante desenvolverse con naturalidad y libertad, se manejaban los números de acuerdo con sus propios intereses y afectos.
Cuando arrancó la campaña se advirtió que había focos rojos en Cozumel, Othón P. Blanco, Puerto Morelos e Isla Mujeres. Conforme el proceso avanzó y se acercó el día de la jornada electoral se afirmaba que en la isla de las golondrinas y en la capital se habían recuperado posiciones y las expectativas eran muy positivas, pero en el nuevo municipio y en la otra isla todo seguía mal y seguramente se perderían.
Laura Fernández y Juan Carrillo se rascaron con sus propias uñas. No les llegaban los apoyos, las figuras nacionales de su partido iban a todos lados menos a sus municipios, pero a la vista de los resultados quizá estuvo mejor, porque a donde sí los llevaron para reforzar las campañas se perdió.
En Isla Mujeres Juan Carrillo tuvo en contra al presidente municipal Agapito Magaña, priista como él, que prefirió apoyar a su prima, la panista Alicia Ricalde Magaña. En Puerto Morelos no faltó quien dijera que se vio la mano de Fabián Vallado, el ex delegado de la Sedesol, ayudando a Manuel García Salas, candidato del PAN-PRD.
Así, abandonados como estaban por la nomenklatura priista que prefería apostar a los proyectos “ganadores” de Cozumel y Othón P. Blanco, Laura Fernández y Juan Carrillo tomaron el control absoluto de su campaña. Junto con su equipo coordinaban, operaban, dialogaban, convencían y caminaban. Se enfocaron a obtener votos. Sin los instrumentos de medición que sí se proporcionó a otros candidatos, se las idearon para medir el avance de su proselitismo, de tal suerte que el día de la jornada estaban en la incertidumbre pero ciertos de que habían hecho todo para ganar y si lo lograban no se lo iban a deber a nadie más que a los electores.
Y así fue. Los malqueridos son hoy presidentes municipales electos y los bien amados creen, en la arrogancia, que ellos no perdieron, que perdieron las sociedades que no los eligió.
¿Y Filiberto Martínez? Él es otra historia.
Platea
En el PAN, a pesar del discurso con el que los panistas históricamente han tratado de diferenciarse de los priistas, las cosas no son muy diferentes y la disputa de las posiciones deja de lado cualquier prédica.
El 5 de junio el PAN ganó la diputación del Distrito XV, con cabecera en Chetumal, con Mayuli Martínez Simón como candidata y perdió el VIII con María Eugenia Solís, esposa de René Cicero Ordóñez, ex dirigente de ese partido en Benito Juárez.
Además de ser candidata por el principio de mayoría, Mayuli Martínez fue inscrita como número dos en la lista de aspirantes a diputados plurinominales del PAN, con María Eugenia Solís como suplente.
Al ganar en el XV, Mayuli pide que la diputación plurinominal sea asignada a María Eugenia, cancelando así la posibilidad de que la lista se corriera y beneficiar con la posición a la líder maya Juliana Collí Pat, una mujer preparada, incluso con maestrías.
No es la primera vez que los panistas discriminan a indígenas. En el proceso electoral federal del año pasado el PAN incumplió con estándares internacionales de protección a ese segmento de la población mexicana al negarle el registro a dos zapotecos en Oaxaca, por lo que el Tribunal ordenó a ese partido dictar una nueva resolución que atienda los derechos humanos, la Constitución y los Tratados Internacionales.
Si bien es cierto que la acción de Mayuli Martínez y el PAN se ampara en una jurisprudencia, la actitud panista desdeña la participación indígena en la política. No es un comportamiento generoso, cuando la generosidad es una palabra de uso común en el panismo.
El PAN impugnó la elección en el Distrito VIII, con el fin de buscar su anulación y la organización de comicios extraordinarios, pero en caso de tener éxito el beneficio no sería para Juliana Collí, sino para el partido Verde que obtendría una diputación plurinominal con Gabriela Medrano.
En el PAN y muchos otros partidos se suele proteger a quienes forman parte de la cúpula con doble candidatura. María Eugenia y Mayuli son la muestra y se sigue ninguneando a los demás. Una cosa es el discurso y otra los hechos.
Correo: [email protected]
Twitter: @JulioCsarSilva | @PalcoQR