El sindicato de taxistas “Andrés Quintana Roo” es quizá una de las primeras instituciones civiles de Cancún. La llamada ola verde, mote que adoptó porque inicialmente sus vehículos eran totalmente de ese color, es una agrupación de la cual dependen actualmente por lo menos 17,000 familias, casi 70,000 personas que se benefician de la prestación de un servicio público y de concesiones que otorga el gobierno del estado.
La actuación de ese conglomerado de personas es por lo tanto un asunto de interés general, porque impacta a toda la sociedad. La imagen que se tenga de esa agrupación dentro y fuera de Quintana Roo tiene consecuencias inevitables, para bien o para mal, en la percepción que se tenga de Cancún. Fortalece o debilita la costosa promoción de este centro vacacional que todos financiamos.
Por su tamaño, el sindicato de taxistas de Cancún es como una ciudad del tamaño de Valladolid o Cozumel. Quienes encabecen su gobierno interno conforman un ayuntamiento de facto y deben responder al escrutinio de sus propios afiliados, que a lo largo de la historia de la agrupación han sido víctimas de desfalcos, de tráfico de concesiones.
Sus dirigentes más recientes han concluido sus períodos en medio del escándalo por su enriquecimiento y el empobrecimiento de las empresas que forman parte de ese conglomerado. Saqueos y corrupción han sido el común denominador.
Sin embargo, ambos males palidecen con el moderno mal que aqueja a esa agrupación, la infiltración del crimen organizado. Los graves señalamientos de que algunos directivos son cómplices de diversos cárteles de la droga crean zozobra entre los demás integrantes de la mesa directiva que encabeza Oliver Fabro, genera temor e incertidumbre entre los taxistas de bien, la inmensa mayoría.
Pero la preocupación no debe quedar solamente en eso. Debe haber acciones claras, concretas por parte de la autoridad para rescatar a esa agrupación, es de interés público que se haga, es de justicia para Cancún.
La autoridad debe tomarle la palabra a Eric Castillo, el segundo de bordo del sindicato, quien reconoce la infiltración y pide que la justicia haga su trabajo.
PLATEA
Vientos del Golfo nos traen una noticia de alto impacto, sobre todo para los cozumeleños: el alcalde Aurelio Joaquín no terminaría su período, al que le restan escasos dos meses. En una plática informal con periodistas jarochos, la novia de Lito, Karina Cano, quien es regidora de Boca de Río, confió a los reporteros el secreto, que rápidamente se difundió a través de las corrientes que comunican a las aguas del Golfo con las del Caribe.
Pero la pregunta sería, ¿Alguna vez Aurelio fungió efectivamente como alcalde? En la isla son famosas sus ausencias y muchas cosas más de su particular estilo de vida.
Por eso, irse antes de concluir su período, para estar cerca de su novia a punto de dar a luz o quedarse a entregar formalmente el timón que nunca maniobró no tiene la mayor importancia.