Desde el Palco
La decisión que viene
Julio César Silva Cetina
Mario Villanueva Madrid, actualmente preso en Estados Unidos, es el caso más reciente de un gobernador quintanarroense que fue designado candidato por decisión presidencial, como ocurrió siempre en todo el país hasta que el PRI perdió la silla principal de Los Pinos en el 2000.
En aquel ya lejano septiembre de 1992, el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari podía optar por los senadores Villanueva Madrid y Joaquín González Castro o por el diputado federal Joaquín Hendricks Díaz y el alcalde interino de Benito Juárez, Arturo Contreras Castillo, éstos últimos las cartas del gobernador en turno, Miguel Borge Martín.
De último momento, cuando todo parecía indicar que el ungido sería González Castro, Villanueva Madrid recibió la llamada telefónica que ansiaba. Le indicaron que el Presidente lo esperaba en Los Pinos y cuentan que el político chetumaleño vivió una serie de peripecias antes de llegar a la Casa Presidencial a bordo de una motocicleta de la policía del Distrito Federal, salpicado del lodo que expulsaban las llantas del vehículo al circular entre los charcos que dejaba la llovizna.
Desde entonces, ningún político quintanarroense ha vuelto entrar a los Pinos para notificarle que es candidato al gobierno de Quintana Roo, porque en el “destape” del sucesor de Villanueva Madrid, el choque entre el gobernador saliente y el presidente Ernesto Zedillo Ponce de León evitó la nominación de Jorge Polanco Zapata, el proyecto del Ejecutivo local y Addy Joaquín Coldwell, la propuesta presidencial.
El beneficiado con ese choque fue Joaquín Hendricks Díaz, quien al final fue gobernador cuando más lejos tenía la probabilidad de ser candidato. Hendricks Díaz tuvo la posibilidad de decidir quién sería su sucesor y éste, Félix González Canto también. Sin duda, Roberto Borge igualmente tendrá ese derecho no escrito de la práctica política mexicana.
Los tiempos habían cambiado. Ya no había un presidente priista y aún cuando ya lo hay de nueva cuenta, la designación de candidatos priistas a gobiernos estatales no ha sido decisión exclusiva de Enrique Peña Nieto, como ocurrió en la primera era del PRI en los Pinos.
En las designaciones a candidatos a gobernadores que ha hecho el PRI a partir de que recuperó la presidencia de la República, el Presidente ha tomado en cuenta la opinión de los ejecutivos salientes, sabedor de que éstos tienen su propio capital político que puede beneficiar al candidato, por el pleno conocimiento que tienen del contexto local. Por eso les da mano en la decisión.
Sucedió en el Estado de México. Acaba de ocurrir en Nuevo León y San Luis Potosí. La decisión recayó en las propuestas de los gobernadores salientes. Incluso, en el caso de San Luis la decisión benefició a un funcionario del gabinete del propio gobernador.
Esa sana práctica del presidente no tiene por qué cambiar y por tantose deduce que la valoración del gobernador Roberto Borge Angulo tendrá un peso definitorio a la hora de que el PRI designe a quien será su sucesor dentro de un año.
Platea
La vida es un “boomerang” y si no lo creen, que le pregunten a la diputada Cora Amalia Castilla Madrid. Hace casi cinco años, como líder estatal del PRI, le tocó operar para evitar que haya un segundo precandidato a la presidencia municipal de Benito Juárez. La decisión era en favor de Guadalupe Novelo, pero Gerardo Amaro quería inscribirse para disputar la candidatura.
Cora Amalia lo impidió con el uso efectivo de los términos de la convocatoria. Ahora le tocó a ella.
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