Durante décadas los gobiernos toleraron, incluso fomentaron el comercio ambulante, como válvula de escape a la presión social que se genera por la insuficiente oferta de empleos. Y lo hacía, lo sigue haciendo, aún con las protestas de los negocios formalmente establecidos.
Durante años, agrupaciones como la Canaco, en las ciudades y la Concanaco a nivel nacional patrocinaron estudios para demostrar el daño que ocasiona a la economía nacional la informalidad, que para unos no paga impuestos y para otros sí, porque cubren el IVA de los productos que compran en la economía formal para revender.
Dada la participación, sobre todo, de los gobiernos municipales en la generación de vendedores ambulantes, al ser éstos la instancia que otorga los permisos para los negocios callejeros, llama la atención el anuncio que hizo a principios de semana el presidente Enrique Peña Nieto. Dijo que su gobierno impulsará un plan para la creación de empleos formales, con el fin de que paulatinamente vaya disminuyendo la informalidad.
¿Cómo se aterrizará ese plan en los municipios donde los gobiernos locales obtienen importantes ingresos por concepto de los permisos que otorgan al ambulantaje?, pero sobre todo ¿cómo se logrará que inspectores y demás funcionarios municipales que se benefician de la corrupción que rodea ese sector acepten que el negocio se les terminó?
¿Cómo se hará para impedir que los gobiernos municipales sigan otorgando permisos para la ventaja callejera? En Playa del Carme los empresarios legalmente establecidos se quejan de que en los últimos meses aumentaron los ambulantes, porque la autoridad municipal otorgó más permisos.
En Cancún, Melitón Ortega García, el zar de los tianguistas, denunció que éstos son víctimas de una doble extorsión: de la delincuencia organizada y de los inspectores municipales.
Pero también, ¿Cómo se hará con líderes como Melitón o Daniel Nieto, el principal líder de ambulantes de Playa del Carmen, para que entiendan el plan oficial y opten por la formalidad? Ellos, como dirigentes, viven de las cuotas que cobran a los ambulantes y si éstos tienden a desparecer para establecerse como negocios formales, entonces perderán la fuente de sus ingresos.
Cuando en el sexenio de Ernesto Zedillo se decidió que ya no fuera obligatoria la afiliación a alguna cámara empresarial, la mayoría de éstas se desinfló y perdió representatividad. ¿Ocurrirá lo mismo con los líderes de ambulantes?
Sin duda, se trata de un plan complejo, pero evidentemente necesario. Es un proyecto que afectará muchos intereses, incluso políticos, porque los ambulantes son carne de cañón de los partidos y, por lo mismo, ¿podrá aterrizarse?