Lo digo porque acaba de ocurrir con el reciente cambio de la titular de la SEP. La que estaba llegó por la benevolencia de su jefe político, y la que llegó, también llegó por las mismas razones o motivos.
Algunas voces externaron críticas a la ligereza con que se hizo el cambio, sin tomar en cuenta la importancia que debieran tener las decisiones que inciden en la educación, pero todo se queda ahí.
Todo va regresando “a la normalidad”, las voces de protesta se van apagando y los mexicanos seguimos esperanzados en que las cosas habrán de cambiar, aunque no hagamos absolutamente nada.
Qué grave que no reaccionemos enérgicamente a una situación así, como si ignoráramos que no podemos tener opciones reales de un futuro mejor si no impulsamos decididamente el avance de la educación, que conlleva en sí mismo el desarrollo del pensamiento, la ciencia, la investigación y la tecnología.
Como si ignoráramos que la educación juega un papel fundamental e insustituible en el desarrollo pleno de las personas y de la sociedad.
Ningún país, ninguno, puede aspirar a mejores condiciones de vida para sus habitantes, si no les brinda la oportunidad de acceder, a través de la educación, al conocimiento que a diario se está generando, como resultado del avance de la humanidad.
La ideología que busca someter a la educación es una ideología retrógrada. El conocimiento que se crea con la educación hace más grandes nuestras ideas y amplía nuestros horizontes.
No los estrecha. La educación es nuestro más valioso patrimonio; no permitamos que se le degrade por intereses políticos.
*Gobernador de Quintana Roo en el período 1987-93, fundador de la Universidad de Quintana Roo.