Andrés Quintana Roo, héroe epónimo de nuestro estado, nació el 30 de noviembre de 1787, en Mérida, Yucatán, y murió el 15 de abril de 1851 en la ciudad de México, después de haber protagonizado las más intensas páginas de nuestra independencia. Fue un auténtico forjador de instituciones republicanas. Se le atribuye la autoría de los Sentimientos de la Nación, un documento todavía vigente porque sus principales enunciados permanecen incumplidos.
Los quintanarroenses no llevamos en vano el nombre de uno de los héroes más lúcidos de la independencia nacional.
Su coherencia política y su fortaleza moral son los ejes indestructibles en los que su generación, brillante y combatiente desde la trinchera del pensamiento y de la acción, construyó los cimientos de nuestra nacionalidad.
Don Andrés Quintana Roo fue un creyente de la educación, de la ciencia y de la cultura como el andamiaje insubstituible para la edificación de un alma nacional fuerte y luminosa.
Por eso en 1826 fundó el Instituto de Ciencias, Literatura y Artes, y posteriormente, en 1836, fue elegido Presidente Perpetuo de la Academia de Letrán, institución fundada por don Guillermo Prieto, y de la que eran miembros los intelectuales liberales más prestigiados de ese tiempo, entre los que podemos mencionar a Ignacio Ramírez, José Joaquín Pesado, José María Lafragua y Manuel Payno.
En su maravillosa memoria de mis tiempos don Guillermo Prieto narra este pasaje inolvidable:
“En una de las tardes, tristona por cierto, llamó a la puerta de la Academia un viejecito con su barragán encarnado a cuadros, con su vestido negro, nuevo y correcto, y su corbata blanca, mal anudada, y su sombrero maltratado… Era penoso el andar del anciano, su cuerpo noblemente inclinado. Tez morena, ojos muy expresivos y brillantes, y una frente verdaderamente olímpica y llena de majestad. El viejecito tocó la puerta, y sin más espera se entró de rondón en el cuarto y se sentó con el mayor desenfado entre nosotros diciendo: -Vengo a ver que hacen mis muchachos. La academia se puso en píe y prorrumpió en estrepitosos aplausos que conmovieron visiblemente al anciano… El nombre de Quintana Roo, que tal era nuestro visitante, fue pronunciado por todos los labios y por aclamación irresistible fue elegido nuestro presidente perpetuo. El júbilo por este nombramiento fue tan ardiente como sincero: nos parecía la visita cariñosa de la Patria…”
Estas líneas conmovedoras de Guillermo Prieto nos dan cabal idea de la dimensión histórica y moral de don Andrés Quintana Roo.
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