Hace un mes aproximadamente, mi amigo Sebastián Estrella Pool nos invitó al abogado Joaquín González Castro y a este escribano a dar una charla sobre identidad cultural en Carrillo Puerto, en la sede de la Sociedad Cultural Quintana Roo que él preside. Transcribo fragmentos de lo que allí dije:
No voy a hablar de la identidad cultural en abstracto, sino de la identidad cultural nuestra, la de nuestra región, la que nace, se asienta y evoluciona y se recrea en nuestro entorno. La identidad que tiene sus raíces en esta tierra nuestra pero cada día más ajena de enigmas y prodigios.
La identidad cultural, más allá de conceptos academicistas, la concibo como una emoción que corre de piel en piel y de corazón en corazón ante hechos históricos y valores compartidos: la lengua, la historia, la gastronomía, en sentido de pertenencia a una historia, las querencias arraigadas que nos brindan cohesión, cohesión comunitaria y al mismo tiempo plurales puntos de vista.
Porque la identidad cultural no debe verse como sinónimo de homogeneidad, sino como un basamento que sustenta a una colectividad libre y dinámica.
La identidad cultural no es una suma de valores congelados en el tiempo o paralizados en el devenir histórico, sino un alfabeto espiritual que se enriquece con la evolución que tiene sus propios tiempos y distintos espacios.
Los antiguos mayas que le dieron su acento y su personalidad a esta tierra en tiempos prehispánicos, vinieron de muchas partes y recibieron influencias diversas de toltecas, olmecas y aztecas. Lo mismo que los mayas de hoy que reciben influencias de un mundo globalizado y en permanente cambio.
Las influencias culturales, cuando las asimila un pueblo fuerte, no debilitan sino enriquecen y fortalecen nuestro lugar en el mundo; no nos apartan ni nos marginan, sino que, si tomamos lo bueno, lo que nos es útil, nos colocan en posibilidad de competir y sobresalir sin perder nuestra esencia. Allí está, a la vista, el ejemplo de grandes pueblos milenarios: el chino, el hindú y el japonés, entre otros.
El Quintana Roo de hoy no se puede concebir ni entender sin el Quintana Roo de ayer.
A pesar de que el Estado de Quintana Roo se erigió el ocho de cotubre de 1974, el acta de nacimiento de Quintana Roo tiene la fecha del 24 de noviembre de 1902 cuando nació el Territorio Federal que lleva el nombre de uno de los más respetados próceres de nuestra independencia: Andres Quintana Roo. (Continuará).
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