Jorge González Durán
La jiribilla
¿Desesperados o cansados?
Ya es, sin duda, mucho tiempo de round de sombras, de divertimento y de fintas. Según el diccionario, finta es “en algunos deportes, movimiento rápido con la espada, el balón o el propio cuerpo que se hace para despistar al contrario y poder hacer otro”. Esto ha llegado a cansar a algunos de los seis cuyos nombres se han mencionado como probables candidatos del PRI a la gubernatura del estado.
Algunos ya están desesperados o incluso cansados. Han estado esperando alguna señal pero hasta ahora nada. No hay ni siquiera mensajes crípticos. Y cuando menos dos de los aspirantes han acudido a instancias centrales para tantear el terreno. Uno de ellos le envió un mensaje al líder nacional del PRI, de quien se presume cercano: “Señor, quiero ser su candidato”, le dijo más o menos. Manlio leyó sorprendido el breve texto y lo reenvío.
Otro aspirante, cuyo nombre fue incluido al último en la lista, se muestra desesperado. No ve signos de apoyo en la sociedad ni en los sectores duros del priismo local y busca algunas alianzas para alcanzar su objetivo o para presionar. Buscó algún interlocutor cercano a Osorio Chong, el secretario de Gobernación, y le dijo: “Quiero ser el candidato de ustedes”, es decir, de Gobernación. Osorio es hombre serio y no juega con estas cosas y también reenvío el mensaje a quien corresponde.
Otro no sabe que puerta tocar. Los amigos que hizo cuando fue diputado federal ya no se acuerdan de él y ni siquiera le toman la llamada. Se muestra cansado porque ni siquiera figura en las encuestas.
No hay que olvidar que la política está más cercana al diablo que a Dios. Por eso se dice que la política es intrínsecamente perversa. No tiene piedad, como los políticos mismos. La política es una actividad esencialmente humana, a diferencia del arte, de la cultura, de la gastronomía, de la agricultura, de la ciencia, donde entra el espíritu y no sólo el pragmatismo. Y al ser una actividad ideada por el hombre para dominar y para manipular, su esencia es casi terrorífica.
A algunos de los aspirantes ya se les nota cansados y desesperados. Otro ya no tiene dinero para afrontar los gastos que implica mantener su imagen en los medios y vigente en la opinión pública.
Y allí están, esperando una señal que no llegará. Porque el que será ya lo sabe. Mientras, siguen las fintas, los despistes y la espera.
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