En las primeras décadas de Cancún, las autoridades municipales dieron mucha importancia a la participación de la sociedad civil en la planeación del desarrollo. Los grandes problemas se discutían en foros en los que se proponían y consensuaban las mejores soluciones a los problemas más serios del municipio.
Así por ejemplo, en los 90 hubo un comité protección a la laguna Nichupté, en el que se tomaron acciones para impedir que siguiera el relleno; se estableció otro para reactivar la economía del centro de la ciudad y con la participación de organismos civiles se autorreguló la operación de los promotores de “tiempo compartido, que luego derivó en una legislación concreta.
Se crearon patronatos que muy activos para apoyar, por ejemplo, al cuerpo de bomberos y desde ese ámbito de la colaboración de la sociedad civil con el gobierno, alentada por las propias autoridades municipales, la ciudad caminó y resolvió muchos de sus problemas.
Sin embargo, con el paso de los años esa sana relación se fue perdiendo y los gobernantes se asumieron como los únicos con poder de decisión en los asuntos de todos y relegaron a la sociedad civil a la que consideraban incómoda.
Las últimas dos administraciones, la de Gregorio Sánchez Martínez y Julián Ricalde Magaña, provenientes de partidos políticos que promueven en su discurso la importancia de la sociedad civil, ignoraron a ésta e hicieron lo que quisieron.
He allí la importancia del anuncio que hizo ayer el alcalde Paul Carrillo de Cáceres, quien decide voltear a ver a la sociedad civil e insertarla de nuevo en la toma de decisiones, en este caso, para la conformación del Plan Municipal de Desarrollo.
El ejercicio ciudadano “Ideas por Benito Juárez” anunciado ayer, es en la práctica la reinserción de la sociedad civil en la toma de decisiones sobre las cosas importantes de su comunidad, pero además es una idea amplia, incluyente, porque hace a un lado las cuestiones partidistas al motivar la participación de los partidos políticos en el mencionado ejercicio.
Sin duda, el camino elegido por el alcalde, quien estuvo acompañado por el delegado de la Sedesol, Fabián Vallado, es el correcto. Ojalá la sociedad civil, desconfiada por los desaires sufridos en el pasado, le tomen la palabra a Paul Carrillo. El municipio merece esa vinculación.
Platea
El que anda despreocupado de todo y en el disfrute total del “esfuerzo” de su trabajo de dos trienios, es el ex alcalde de Benito Juárez, Julián Ricalde Magaña, a quien al parecer no le quita el sueño que la gasolina suba cada mes y a partir del 1 de enero próximo lo haga, de golpe y porrazo, en un 5%, por la homologación del IVA.
Ricalde Magaña es objeto de las envidias de sus vecinos de Villa Toscana, donde reside, por el lujoso auto deportivo de $2.4 millones que conduce. Se trata de un Viper color rojo, que produce de manera limitada la Cryshler. Es un vehículo de gran cilindraje, con motor V10.