La periodistas de nombre Andrea Aguilar-Calderón de origen costarricense nos comparte la historia de su viaje para dar a conocer un caso más de violación a los derechos humanos por parte de las autoridades del Aeropuerto Internacional de Cancún, ella se encontraba acompañada de su prometido de origen Libanés.
Cancún, viernes 29 de enero de 2021. Hora: 16:24: recibo en mi teléfono un mensaje de mi prometido, libanés, para comunicarme que acaba de aterrizar en el Aeropuerto Internacional de Cancun, ciudad que habíamos elegido como destino para empezar dos semanas de vacaciones en México. Me dice que en unos momentos llegará al hotel, donde yo lo espero desde el día anterior.
El mismo día. Hora: 18:49: recibo un segundo mensaje de mi prometido para comunicarme que se encuentra detenido en el Aeropuerto Internacional de Cancun, sin explicarle por qué, y que las autoridades de ese aeropuerto (que odiaré por siempre) le van a quitar su celular. A partir de este momento, no volveré a saber ABSOLUTAMENTE NADA de él.
Hora: 18:51: Entro en pánico. Estoy sola, en un país que no es el mío y debo hacer algo, lo que sea, para ayudar a mi novio. Decido comunicarme con una de mis mejores amigas, mexicana, quien vive en la Ciudad de México, para que me consiga un abogado.
Hora: 19:09: Por fin recibo el número de un abogado, quien se encuentra en México D.F. Me comunico con él y con otra abogada del mismo bufet, quienes me recomiendan que me desplace de inmediato al Aeropuerto Internacional de Cancun. Por derechos humanos, bajo NINGUNA CIRCUNSTANCIA se debe tener a alguien detenido e incomunicado.
Hora: 20:31: Llego al Aeropuerto Internacional de Cancun (luego de ser estafada por una taxista; al final seré este estafada también por otro, llegando a pagar casi $70 solo en dos taxis) y me dirijo al departamento de migración. En la ventanilla, no hay absolutamente nadie.
Hora: 20:32: Empiezo a preguntar dónde se encuentra la persona encargada y algunos funcionarios (unos más amables que otros) me dicen que “seguro se anda tomando un café”. ¡Perdón! No quise interrumpir su hora del café, que se extiende por más o menos 40 minutos.
Hora: 21:11: Regresa la mujer encargada de la ventanilla de migración para decirme que no tengo derecho de hablar con mi novio (nuevamente, una violanción a los derechos humanos, ya que él tenía derecho a comunicarse con familiares, en este caso yo, que soy su prometida).
Hora: 21:21: Después de discutir con la mujer en cuestión, decido llamar a los abogados en Ciudad de México, quienes me recomiendan volver a mi hotel para planear qué acciones legales tomaremos al día siguiente.
Sábado 30 de enero. Hora: 3:42: termino de hablar con un tercer abogado, ubicado en Cancún, para a la mañana siguiente iniciar un juicio de amparo, en vista de que a mi prometido se le están violando derechos humanos básicos, como el poder comunicarse con un abogado, un representante de su embajada o un familiar.
Sábado 30 de enero. Hora: 9:50: Me reúno finalmente con el abogado en Cancún, quien me envía a imprimir la solicitud de amparo a una fotocopiadora ubicada a unos 500 metros.
Hora: 10:04: Finalmente llego a la fotocopiadora y resulta ser que está cerrada. Pregunto en el local de al lado a qué horas abren y me dicen que “qué extraño, siempre abren, no sabemos por qué está cerrado hoy”.
Hora: 10:14: Decido meterme a un negocio X que no se dedica a la impresión, pero que tiene una impresora. Luego de verme la cara de desesperación y de suplicarles que me ayuden, acceden a imprimirme la solicitud de amparo solo para darme cuenta de que… el nombre de mi novio está mal escrito.
Hora: 10:24: Regreso a donde me espera el abogado, para indicarle el error. Lo corrige y enrumbo de nuevo al negocio X.
Hora: 10:33: Llego al negocio X, y comienzan a imprimir el documento solo para darme cuenta de que… dice que mi novio se encuentra detenido en el aeropuerto de la Ciudad de México cuando está en el Aeropuerto Internacional de Cancun (que odiaré por siempre).
Hora: 10:42: Regreso una vez más donde el abogado y le digo: “Vea, déjeme leer este documento y yo se lo corrijo, por favor”. Así, me pongo en modo filóloga y ya convencida de que está todo en orden, regreso al negocio X.
Hora: 10:53: Regreso al negocio X, y comienzan a imprimir el documento, solo para darme cuenta de que… está en formato oficio y ellos solo tienen papel tamaño carta.
Hora: 10:59: Después de arreglar el formato, comienzan a imprimir el documento, solo para darme cuenta de que… a la impresora se le atasca el papel (paren esta historia, que me quiero bajar).
Hora: 11:17: Finalmente, le entrego los documentos al abogado, quien se dirige al juzgado. De mi parte, me recomienda que vaya al Centro de Detención Migratoria de Cancún a preguntar si mi novio está ahí, porque aún no sabemos ABSOLUTAMENTE NADA DE ÉL.
Hora: 11:46: Llego al Centro de Detención Migratoria de Cancún, un edificio que me hace sentir en una telenovela mexicana, donde siempre hay alguien que termina en un “reclusorio”. Está cerrado a cal y canto. Decido tocar a la puerta de todas maneras y me abre un hombre, quien me indica que “no es día de visita”. Le exijo que quiero hablar con un superior porque necesito saber dónde está mi prometido y que si no, voy a ir a una delegación a poner una denuncia por persona desaparecida. Al final, el mae llama a quien se encuentra a cargo, solo para darme cuenta de que… ahí no tienen ningún libanés.
Hora: 11:58: Decido regresar al Aeropuerto Internacional de Cancun (que odiaré por siempre) y dado que calculo que no está lejos, decido caminar para que no me estafen más taxistas, ya que a estas alturas ya casi no tengo dinero.
Hora: 12:26: GRAVE ERROR. El Aeropuerto Internacional de Cancun (que odiaré por siempre) sí está lejos. Por suerte, una pareja se detiene mientras camino al lado de la autopista, bajo el calor de la Riviera Maya, y me ofrecen llevarme puesto que ellos, casualmente, trabajan en el aeropuerto.
Hora: 12:36: Llego al Aeropuerto Internacional de Cancun (sí, ese mismo que odiaré por siempre) y me voy de nuevo a Migración, donde exijo hablar con mi novio nuevamente. Me ponen al teléfono con un encargado (que no se quiso identificar) con quien mantengo una intensa discusión por alrededor de 15 minutos, en la cual él me dice que por ser mi prometido libanés y no mexicano, no tiene derecho a hablar conmigo ni con un abogado. Cuando comienzo a citarle los artículos de la Constitución Mexicana (el 1, 4, 14 y 16, porque como no podía dormir la noche anterior, pues me puse a estudiar legislación de México) el hijo de su madre me cuelga el teléfono.
Hora: 12: 48: Me planto enfrente de la oficina de migración para al menos fastidiarles la vida con mi presencia y me pongo a esperar a que venga el representante del juez con el amparo.
Hora: 17: 22: Recibo una llamada de mi abogado en que me dice que por fin ha conseguido que pueda hablar con mi novio 3 minutos por teléfono. Me vuelvo a decirle a la recepcionista de migración con quien he pasado unas gozosas casi cinco horas (y quien me odiará por siempre), para decirle que me comunique con mi novio, de nacionalidad libanesa. Al lado, hay un hombre también en la ventanilla, que al escuchar que pregunto por un libanés, me dice: “¿Libanés? Yo soy el representante del juez y vengo con la orden para que por fin usted y sus abogados puedan comunicarse con él”.
Hora: 17: 47: Por fin llega el jefe de migración (cuyo nombre no voy a revelar aquí, pero que odiaré por siempre). El representante del juez le reclama que nos ha tenido esperando por más de 25 minutos sin motivo. El jefe de migración se hace el ruso, pero el representante del juez le exige que ponga en actas que nos hizo esperar.
Hora: 17:48: Nos ponemos en marcha hacia la celda donde tienen detenido a mi novio. Yo trato de caminar lo más rápido posible, porque el jefe de migración avanza en plan tortuga y, de feria, se detiene samaritanamente a atender a un grupo enorme de rumanos desesperados, quienes están siendo deportados también (luego me enteraré que 85 rumanos fueron detenidos ese día sin justificación alguna, incluyendo niños, y estuvieron también incomunicados, por lo que ahora el gobierno de Rumania ha puesto una queja al gobierno mexicano). Pero en fin, aunque siento empatía con los rumanos, me desespero porque ya el mae este viene conmigo y NO ME VAN A HACER ESPERAR MÁS.
Hora: 17:52: Por fin, llegamos a la celda donde está detenido mi novio, entro, corro, solo para darme cuenta de que… está vacía. Se lo acaban de llevar a un avión rumbo a Alemania. Y creánme, queridos lectores, que esa imagen de la celda vacía, con las cobijas donde él había dormido en el suelo, con la basura de lo que le habían dado de comer y demás, me perseguirá por siempre como una de las que más me han herido en la vida. Corrí tanto, pero tanto, y estas personas del Aeropuerto Internacional de Cancun (que odiaré por siempre), aún sabiendo que yo estaba afuera, con el apoyo de tres abogados y un representante del juez, con un recurso de amparo aprobado, nos hicieron esperar. Luego, cuando ya por fin podré hablar con mi novio una vez que él esté de regreso en Líbano, nos daremos cuenta de que a las 17:45 él aún estaba en esa celda.
Ahora, una semana después, aún me encuentro en México. El próximo sábado estaré viajando al DF y el lunes estaré con los abogados poniendo una denuncia formal por violación a los derechos humanos y acudiré, con mis abogados, a la Embajada del Líbano en México para solicitar apoyo diplomático porque NO ME VOY A MOVER DE MÉXICO hasta que esto se resuelva. Mientras yo respire en este mundo, voy a honrar, defender y sobre todo amar al hombre que elegí para que sea mi esposo hasta de verdad, mi último aliento.