En estos momentos en los que la política sólo es utilizada como medio para el enriquecimiento, la extorsión y el saqueo, conveniente retornar a las ideas de Jesús Reyes Heroles, un hombre que hizo de la política un medio para la convivencia civilizada y para la elevación del hombre sobre las mezquindades del poder. Por eso esta columna comparte algunas ideas del hombre que en su quehacer conjugó pensamiento y acción:
La política demanda pasión, pero, a la par, mesura, sosiego interno, dominio de sí mismo, para no intentar dominar a otro u otros; aspirar a dominar las cosas y no a los hombres.
Las luchas fáciles no son luchas, son trampas mortales para ingenuos que creen que la política es vía sencilla, sin tropiezos, ajena a los conflictos, vía triunfal sólo porque así se desea.
Seremos inflexibles en la defensa de las ideas, pero respetuosos en las formas, pues en política, frecuentemente, la forma es fondo.
Sin emplear la cabeza muchas cosas se pueden hacer, pero no política.
No pueden vencer aquellos incapaces de convencer.
No creo en los que dicen no tener ambiciones.
Todos los demagogos invocan una Constitución, pero tienen por símbolo el sable y el despotismo.
La urbanidad en las relaciones políticas es requisito para la convivencia pacífica. El engaño en política es tan difícil de ocultar. La oscuridad de una sola idea o la falta de ideas produce ofuscación; la luz del enfrentamiento de ideas, de su lucha, no deslumbra, ilumina.
Es precisamente por la existencia de los problemas por lo que los hombres estamos obligados a hacer política.
No se obtiene lo óptimo, sino lo posible, ara algún día llegar a alcanzar lo óptimo.
Tan importante es la meta, el destino como la ruta, el camino. Problema que se soslaya, estalla.
Se avanza, no se brinca.
La espiral es la imagen del progreso y no la línea recta. Oponerse, inhibirse o temer a los cambios, será ignorar que toda época es, en el fondo, época de transición, puente entre lo que tiende a acabarse y aquello que está naciendo, que tiende a surgir.
Hay cosas malas que son viejas y cosas malas que son nuevas.
Los negocios no se compadecen con la política. Los hombres de negocios y los políticos ni deben confundirse ni, menos, caer en la doble función. Los únicos negocios que a los políticos o funcionarios nos deben interesar son los negocios públicos. Los negociantes, que se ocupen de los negocios privados.
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