Actualmente se sabe de más de cien vacunas en desarrollo y más de 10 pruebas clínicas contra la covid-19, pero varios desafíos complican su desarrollo y acceso justo, lo que mantiene un fuerte debate internacional.
Aunque en son numerosas las declaraciones de solidaridad entre países, hay muchos desafíos para lograr el desarrollo y acceso equitativo, ya que, en medio de la discusión, están países poderosos y actores privados que pueden poner en riesgo el acceso universal a la vacuna.
Durante el foro, ¿Quién tendrá acceso a la vacuna contra la covid-19?: Ética, biopolítica e implicaciones para México y la región, realizado en la capital del país, Soumya Swaminathan, jefa de científicos de la OMS, subrayó que la salud no puede ser tomada como negocio.
“El modelo de innovación es manejado por el mercado y ante esto la OMS ha dicho que afecta la salud pública, ya que no se desarrollan vacunas para enfermedades que no tengan un valor comercial. Se necesitan otras formas de hacer investigación y desarrollo. La salud no debería ser algo que está en el mercado para monetización”, expresó la experta.
Una distribución inequitativa de la vacuna traería consecuencias graves y agudizaría la desigualdad entre sectores de la población (y entre países) que la pandemia ya exacerbó. Un ejemplo fue la puja por respiradores y equipos de protección personal, que causó actos de piratería internacional: el gobierno francés confiscó equipos suecos de protección al pasar por su territorio con destino a España e Italia y, por otro lado, Donald Trump acaparó suministros de proveedores chinos ofreciendo pagar más a cambio de tener la garantía de que toda la producción iría a Estados Unidos y a nadie más, recordó.
En el foro se resaltó la importancia de que en la investigación realizada en situaciones de emergencia, como la actual pandemia, se sigan el rigor científico y los lineamientos éticos para el bienestar de la humanidad.
Lo anterior porque en el pasado ya se tuvo una situación que demostró lo importancia de seguir esos lineamientos. En 2009, con la pandemia por influenza H1N1, varias naciones desarrolladas se pusieron en primera línea para comprar la nueva vacuna, sin considerar a países más pobres y poblaciones más vulnerables. Es importante que eso no se repita con la covid-19.
La transparencia en torno a dónde se desarrollan y quiénes financian las investigaciones sobre la vacuna contra el coronavirus cobra relevancia y se convierte en condición necesaria para asegurar que se obtendrá de manera ética y que los beneficios de la investigación sean distribuidos de manera equitativa entre países ricos y pobres.
La Dra. Ana Palmero, coordinadora del área de Ética en Investigación, de la Dirección de Investigación en Salud, del Ministerio de Salud de Argentina, habló sobre los desafíos que enfrenta la región para garantizar el acceso equitativo a las vacunas contra la covid-19.
Destacó la importancia de una cooperación y comunicación eficiente entre varios niveles de actores, nacionales y regionales para agilizar el proceso de investigación y revisión ética, evitando duplicación de esfuerzos y que los beneficios sean compartidos.
Al respecto, la Mtra. Silvia Serrano, del Instituto O’Neill para el Derecho y la Salud Nacional y Global de la Universidad de Georgetown, destacó el rol crítico de los Estados en la definición de criterios de priorización de distribución de las vacunas.
“Dadas las desigualdades de desarrollo y capacidad de investigación, la cooperación internacional debe ser fundamental para asegurar que una futura vacuna constituya un bien público global y sea accesible en todos los países”.
La Dra. María de Jesús Medina Arellano, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, dijo que los nacionalismos de líderes en el mundo nos colocan en situaciones de poca solidaridad, por tanto, deberíamos abogar por un organismo internacional, y en el último de los casos, implementar el esquema de lotería, dado que el principio de justicia social no parece ser favorecido por actuales líderes.
Hay también propuestas para desarrollar leyes internacionales para evitar el acaparamiento de vacuna por algunos países y será necesaria una fuerte coordinación y cooperación internacional entre todos los involucrados para garantizar el suministro de manera equitativa, especialmente a niveles bajos de recursos.